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Zonas verdes en A Coruña: escasas y dispersas

m. carneiro A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

Parques y jardines ocupan 10 metros cuadrados por habitante, por debajo de lo que recomienda la OMS, y demandan equipos profesionales y cambios en la gestión, según especialistas. Fernando Agrasar, arquitecto: «Sorprende que no pensemos en un gran parque en el puerto»

20 feb 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

«Lo que importa es a dónde puedes ir todos lo días». La arquitecta Cristina García Fontán, autora del proyecto impulsado por el gobierno local para recuperar el monte del Vigía, el verdadero Monte Alto que Picasso pintó con la Torre agazapada como el perro de Goya, señala el rumbo y la distancia. La petición de un parque salió de las familias de uno de los colegios que rodean el lugar, en el que despuntan los toxos y el depósito de agua más famoso del horizonte, pero donde los niños del Sanjurjo de Carricarte y el López Seoane no pueden escarbar, ni los ancianos de un centro de día cercano, salir a tomar el aire. «Al parque de Bens vas en coche el domingo —explica García Fontán, coordinadora del grado en Paisaxe de la UDC y miembro del grupo de investigación Persoa-Ambiente—. Hay que pensar en toda la gente que solo puede caminar diez minutos, que necesita tener un espacio verde próximo, sentarse, escuchar un pájaro, un árbol al que mirar, algo que demuestre el paso del tiempo». 

La Voz

El jardín más antiguo de la ciudad, o lo que queda de él, tiene 264 años. Lo creó en la trasera del palacio de Capitanía Carlos Francisco de Croix, capitán general de Galicia y militar al servicio de Carlos III, rey albañil e ilustrado. Doscientos carros de piedra viajaron desde Carral para construir la gran escalinata inspirada en el Renacimiento italiano que preside el espacio, cerrado al público por razones de seguridad, esgrime Defensa. Entonces A Coruña rondaba los 8.000 habitantes, que tendrían que esperar 34 años para poder disfrutar de su primer paseo arbolado con 300 moreras de Valdeorras. Y aún habrían de pasar dos generaciones antes de ver nacer los primeros jardines públicos —pagados por suscripción popular—, San Carlos, primero, y después Méndez Núñez, «con tierra transportada desde Riazor por el primer tren de vapor que se montó en Galicia, precisamente para hacer el Relleno», revela José Antonio Núñez, jardinero y autor del parque de Vioño, los jardines de Alfonso Molina o el parque Europa.

Al 2022 A Coruña llegó, según el Ayuntamiento, con 2,5 millones de metros cuadrados de zonas verdes (10,3 por habitante, por debajo de la recomendación de la OMS), glorietas y jardineras incluidas. La historia urbana de los últimos dos siglos está contada en esas 250 hectáreas. Batallas, ajusticiamientos, luchas obreras, cigarreras en pie de guerra, el bum del automóvil, el vertedero de Bens y el derribo de la última aldea resuenan en la treintena de sitios verdes construidos entre Bens, el alto de Eirís y la Torre desde aquel bulevar primigenio de San Andrés.

¿Y ahora qué? Limitados por la geografía y a pesar del mar y de los grandes parques, no son suficientes. «Ahora hay que fomentar la conectividad entre ellos, los parques no pueden funcionar como islas. Faltan corredores verdes que ya están previstos en el PXOM, pero requieren un cambio de mentalidad, complicado, para reducir el uso del coche y en su lugar crear verde lineal. Necesitamos una ciudad inclusiva, no solo productiva, no solo para que la gente llegue rápido al trabajo», indica García Fontán. El puerto «ofrece un gran espacio de oportunidad para incorporar más superficie de proximidad en una zona muy densa» y, a la vez, añade la arquitecta, urge reformular la gestión del agua. «Los ríos de la ciudad se tratan como si fueran sumideros. Hay que reducir la capa impermeable del suelo o hacerla más drenante. No puede ser que toda la recogida dependa de un sistema de pluviales. Los túneles han transformado las aguas subterráneas. Hay problemas de inundaciones. La ciudad va a tener una respuesta muy compleja en relación con el cambio climático», advierte la investigadora, y va más allá: «Recuperar la figura del jardinero municipal, importantísima, recuperar los viveros municipales, no puede ser que traigamos la planta de fuera de Galicia, reformular la gestión de las zonas verdes. Ojalá —anota la profesora— que A Coruña se anticipe e incorpore a los paisajistas que este año saldrán titulados del grado de la UDC con formación integral y una visión más amplia que la que puede tener un urbanista, un biólogo, un urbanista o un ingeniero».

Antonio Núñez, conocedor profundo de las plantas de A Coruña, demanda una escuela de jardinería para Galicia y aboga por un cambio de paradigma. «Ahora mismo no hay profesionales, cobra más un auxiliar de jardinería que un arquitecto. O hacemos una revolución de los estudios o seguiremos igual. Hay que adaptar los parques a las nuevas necesidades de gasto social que soportan las Administraciones. Apagar las luces para gastar menos. Ir a jardines más fáciles de mantener. Si el césped obliga a ir cada diez días habrá que tapizarlo con planta para ir cada dos meses», propone. Y de paso, tajante, el fin de las podas: «El árbol es inteligente, sabe lo que tiene que hacer».

El botellón salió de Méndez Núñez, el año pasado se plantaron 856 árboles y el gobierno local proyecta actuaciones en Feáns, Novo Mesoiro y Los Rosales. «El árbol, el pájaro, la planta, en la ciudad —resume Cristina García Fontán—, hay que construirlo de nuevo».