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¿Por qué el baño judío de la calle Sinagoga es el más sobresaliente de la Península?

Montse Carneiro A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

La «mikvé» de Sinagoga 4 se conservó intacta, tiene dos itinerarios para entrar y salir del agua después de la purificación y está cubierta por una bóveda de cañón monumental, única en la Península
La «mikvé» de Sinagoga 4 se conservó intacta, tiene dos itinerarios para entrar y salir del agua después de la purificación y está cubierta por una bóveda de cañón monumental, única en la Península .

La bóveda de cañón que cubre la «mikvé» y la revelación de una comunidad cuya presencia se menospreciaba hace 20 años apuntalan la importancia del hallazgo

19 sep 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Bastaba con confirmar la autenticidad de la mikvé de la calle Sinagoga para hallar la piedra de toque de la pequeña pero muy importante comunidad judía que vivió en A Coruña hasta su expulsión por los Reyes Católicos en 1492, pero el hallazgo del baño talmúdico ha venido acompañado de otro hecho excepcional que desborda claramente el ámbito local, en caso de que la historia hebrea no fuese la historia pura de un éxodo. No existe en el conjunto de las mikvaot de España y Portugal una arquitectura monumental como esta recién descubierta, techada por una espléndida bóveda de cañón que se refleja en el agua cristalina de la piscina tallada en la roca, según describen especialistas que tuvieron oportunidad de entrar en el recinto. Y a esta grandeza constructiva se suma un poder de revelación mayor y por descifrar: la mikvé habla de una minoría desconocida cuya presencia se negó hasta hace pocos años. 

La Biblia riquísima

Minoría pero poderosa. «Cuando María Gloria de Antonio Rubio [investigadora del CSIC especializada en minorías religiosas bajomedievales y autora del fundamental Los judíos en Galicia (1044-1492)] hizo su tesis doctoral, la mayoría aún dudaba, decían que para qué, que aquí comunidad como tal nunca había existido. Y de eso solo hace 20 años», lamenta la especialista en patrimonio hebreo Wanda Teplitsky, que añade que «esta cuestión nos lleva a un debate muy largo sobre qué es importante y qué no lo es. Hay quien dice que una comunidad de 5.000 miembros lo es. Yo pienso que si tiene 50, como la coruñesa, pero es capaz de crear la Biblia Kennicott [un códice iluminado excepcional como pocos en el mundo] y tiene la identidad que ahora vemos que tenía, es muy importante», señala. 

La calle Sinagoga

El topónimo no cae del cielo. La casa de la mikvé puede guardar en su interior la sinagoga medieval. El baño no presupone el templo, pues también se construían en viviendas y esta pudo haber pertenecido a una familia que quizá lo prestaba a otros miembros de la judería para realizar sus ritos, pero cierto es que la calle lleva ese nombre. «Los topónimos no salen de la nada», advierte Teplitsky. Existe un documento de 1483 que sitúa perfectamente «la rúa da Sinoga» en su localización actual y existe una carta de 1871 depositada en el archivo del Museo Arqueológico Nacional en la que Ramón Barros Sivelo se refiere a «una calle de las más antiguas que se llama de la Sinagoga» y desvela que «en ella, en una casa vieja de ruin aspecto se conserva la sinagoga misma en completo estado de abandono». 

El manantial

Agua clara hasta hoy. Los hebreos tienen un texto, el Talmud, que codifica los preceptos de la ley judía. En realidad son dos, escritos en Jerusalén y Babilonia por los rabinos para evitar que, durante el éxodo que siguió a la destrucción del templo de Jerusalén por los romanos, se perdiese lo que hasta entonces era de conocimiento público. Así que hay que ir al Talmud —no a la Biblia— para encontrar, por ejemplo, las obligaciones a observar durante el sabbat o las características de la mikvé y del rito de limpieza espiritual que los sefardíes coruñeses se esforzaron en mantener. El agua debía brotar de un manantial, no podía canalizarse, y el volumen del líquido purificador debía alcanzar como mínimo 40 seá, equivalentes a 762 litros, para permitir la inmersión total. «Al bajar a la plataforma subterránea, bastante espaciosa y de cómoda escalera, la encontré llena de agua de más de un metro de altura, en cuyo estado se encuentra siempre [hasta hoy, invariable, en torno a 1,60 metros, según Wanda Teplitsky] ignorándose de qué manantial se surte aquella especie de cisterna», continúa Ramón Barros Sivelo en su carta de 1871. El historiador Fidel Fita recoge igualmente la descripción que le ofrece Emilia Pardo Bazán: «Abierta en la peña viva y en ella un manantial de agua clara», apunta. 

Doble tránsito

Puro e impuro. La piscina de la mikvé de Sinagoga 4 está labrada en la roca madre y dispone de dos itinerarios. El descenso, todavía impuro, se realiza por dos tramos de escalera que llegan al fondo del vaso, mientras que el ascenso, una vez culminado el ritual de purificación, se inicia a través de dos peldaños diferenciados que conducen a una piedra mayor para conectar allí con la escalera de bajada. Toda esta estructura de acceso está cubierta desde la excavación, en marzo, de agua de manantial, transparente, en el mismo estado en que recibía a los vecinos de la Sinagoga hace 500 años.