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El «Aquí no hay quien viva» de A Coruña: estos son los conflictos que dividen a las comunidades de vecinos

Caterina Devesa A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

Pilar Canicoba

Tapar la ventana del que vive abajo con las sábanas o dejar los zapatos en el rellano, entre las quejas más habituales. Los administradores de fincas indican que muchas tienen que ver con ruidos, suciedad y el mal uso de las zonas comunes

12 feb 2024 . Actualizado a las 05:01 h.

«Hoy en día todo es un conflicto en algunas comunidades», dice Carmela Lavandeira, administradora de Fincas Lavandeira en A Coruña. La profesional explica que la convivencia «cada vez es más difícil». «Hay cosas que no deberían ser motivo de conflicto, pero acaban siéndolo», dice.

Entre ellas, Lavandeira alude al uso de los tendales. «Algo que en principio es básico, como tender las sábanas sin tapar las ventanas del vecino de abajo, no siempre se cumple». Precisamente, los patios interiores son uno de los puntos más habituales de conflicto. Así lo confirma José Enrique Corredoira, de Corredoira Administración de Fincas. «Es habitual que de vez en cuando algún vecino, que nunca se sabe quien es, tire restos de colillas o residuos por la ventana», indica. Coincide con él Lavandeira, que manifiesta que la suciedad en zonas comunes es otra de la queja frecuente, junto a los ruidos. «En algunos edificios aparecen líquidos procedentes de las bolsas de basura. Lo normal, si eso ocurre, es que el responsable lo limpie. También han aparecido en algunos inmuebles latas de cerveza vacías e incluso condones en el último piso, el bajo cubierta, donde muchos tienen el trastero».

El zapatero en el pasillo

Las bolsas con residuos también producen malestar. «Todavía hay quien las deja en el rellano hasta que se pueden tirar en el contenedor, pero ese tiempo es el vecino el que sufre el mal olor», comenta Lavandeira. Por el contrario, Corredora señala que en los edificios que gestiona su administradora ese conflicto es ahora poco común. «Hace años era bastante habitual, pero actualmente apenas tenemos quejas por ello», explica. En el pasillo hay quien no deposita los residuos, pero sí el calzado. «Algunos incluso dejan el mueble de los zapatos en el rellano del pasillo», manifiesta Lavandeira.

Los problemas por malos olores se extienden más allá de la basura. «Hay quejas porque algunos vecinos fríen alimentos con las ventanas abiertas por completo y se filtra todo al patio interior», apunta Lavandeira, que añade que otro punto de conflicto es el de las mascotas. «En alguna comunidad hay perros mayores que no se aguantan por lo que orinan o defecan en alguna zona común, pero los dueños no lo limpian». Precisamente, las mascotas son un motivo frecuente de discusión. «Los canes se quedan solos y muchos los dejan en el patio, por lo que el resto de vecinos los escuchan ladrar», dice Corredoira, mientras que Lavandeira añade que «el problema no son las mascotas, es la falta de educación de sus responsables, al igual que con el resto de disputas».

Además de los ladridos, las protestas por ruidos son frecuentes. «Es habitual el malestar por música alta o por quien toca instrumentos. También por el sonido de tacones de noche o, un clásico, el que a esas horas se pone a mover los muebles», señala Lavandeira. De forma similar se expresa Corredoira, que añade que en algunos casos la solución es complicada. «Por ejemplo, igual a un vecino le molesta que otro haga obras a las doce de la mañana, pero está dentro del horario permitido», dice el hombre, que señala las filtraciones de agua como otra de las protestas más comunes. «Igual un residente va a hablar con el arriba por ese motivo, pero el vecino le dice que no, por lo que hay que intervenir», añade Lavandeira. La profesional también expresa que en ocasiones reciben quejas personales: «De que fulanito no me saluda o de que el hijo de un vecino marca todos los pisos en el ascensor y al padre le parece mal que se lo digan».

La seguridad es otro de los aspectos que más preocupan. «Se insiste mucho en que no se dejen abiertas las puertas de portales ni garajes», recalcan los administradores. «En casos concretos, hay problemas de trapicheo de droga», añade Lavandeira. Además, los pisos compartidos también son un quebradero de cabeza en algunas comunidades. «Hay quien de forma irregular alquila habitaciones, lo que produce un ir y venir de gente que puede generar problemas de convivencia», relata Corredoira, subraya que en la mayoría de inmuebles «se convive sin estos problemas».