Bar Quintela: hacer brillar la cocina clásica y sencilla desde la calle Alameda de A Coruña

Es un establecimiento que recuerda a los bares de toda la vida, sencillo y un tanto atípico, en pleno corazón de la calle Alameda. Lo primero que sorprende cuando uno cruza la puerta del Bar Quintela es que no hay una barra al uso, solo una gran mesa central y otras más pequeñas en las que el cliente puede disfrutar de una caña, un vino o un refresco y acompañarlos de una propuesta gastronómica que sigue la línea de hacer de lo simple algo por lo que merezca la pena volver. «Trabajé en la hostelería durante muchos años con un negocio propio en la Ciudad Vieja, pero decidí volver a ser autónomo y me encantó este local. La idea era hacer algo sencillo y esa sigue siendo la apuesta», resume sobre el concepto Gerardo Quintela, impulsor de este negocio junto a su primo, Juan Blanco. «Han sido casi dos años de locos —abrieron en abril del 2023—, pero la gente ha respondido muy bien. Cuando superamos la pandemia, la gente se lanzó a la calle y esta es una zona estupenda para bajar», añade. Tanto es así que lo de encontrar una mesa libre tanto en su terraza, cuando el tiempo lo permite, como en el interior resulta habitualmente complicado. Y eso que no admiten reservas. «Directamente no tenemos teléfono. El concepto es el de venir a tomar algo y picar. La carta se presta mucho a compartir. Por eso no tenía sentido lo de reservar», sostiene con seguridad.

La carta se compone de apenas una veintena de opciones simples, elaboradas con mimo, donde la cocina casera de toda la vida cobra protagonismo y que resultan perfectas para compartir. Platos como las croquetas o la empanada pasan el examen con nota. «Las croquetas las vamos variando dependiendo del producto que encontremos en la plaza. Y con la empanada pasa algo similar. Hicimos una de oreja que tuvo mucho éxito y otra de chorizo y grelo, que era potente, pero triunfó. Tiene una masa muy rica y las vendemos como churros», asegura entre risas. No fallan los torreznos con uvas, un untuoso bocado que se convierte en adictivo, la clásica oreja á feira con pimentón ni la bandeja de raxo, donde el toque preciso de fuego consigue una jugosidad en la carne que se agradece. «Son cositas sencillas y baratas para compartir. Para que te sientes con unos vinos y pidas lo que te apetezca. Es todo muy clasicote, un bar de toda la vida», agrega.

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Una primera visita bien podría empezar por disfrutar de unos mejillones de Lorbé con un escabeche propio muy equilibrado. «Le dejamos toda la verdurita para que se note el producto. Todo lo que cocinamos sale prácticamente de la plaza de Lugo, a donde vamos a diario. Todo es fresco», afirma el hostelero. No deberían faltar en la comanda las alcachofas a la plancha con tomates cherry y aceitunas —una combinación arriesgada, pero que funciona— ni las albóndigas con salsa de tomate y patatas de Coristanco fritas.

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«Son las triunfadoras de la carta. Los dos platos salen mucho», presume con orgullo. Y normal que presuma, porque la salsa que las acompaña recuerda a la de una buena abuela —está de toma pan y moja— y acompaña a la perfección cada bocado de carne.

Para no perder el estilo personal ni siquiera en los postres, el queso del país con membrillo se erige como una opción ideal. Aunque los golosos disfrutarán de su tarta de queso, de una cremosidad extrema.

Entre semana cuentan con un plato del día a 12,50 euros que incluye bebida, pan y café que varía en función del mercado y de la cabeza del cocinero. Y el domingo abren para el vermú, con unos callos que conquistan a cualquier buen devoto.

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