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Abren seis locales en dos años y todo comenzó en Os Mallos: «Nos decían que era un error abrir allí, que debíamos buscar una zona mejor»

A CORUÑA CIUDAD

Marialis Bracamonte y Cristian Zapata, dueños de la cadena Takontento.
Marialis Bracamonte y Cristian Zapata, dueños de la cadena Takontento. Y.G

Marialis Bracamonte y Cristian Zapata, pareja y socios, abrirán en los próximos días su sexto restaurante. Un éxito que explican por el trabajo duro y la profesionalidad

19 feb 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Marialis Bracamonte, venezolana, y Cristian Zapata, colombiano, estuvieron durante años trabajando en restaurantes de alta cocina en Madrid. Ella como cocinera y él como camarero. Sin embargo, la capital quema, sobre todo su tamaño, y encontraron la calidad de vida casi sin quererlo en A Coruña. Además, en solo dos años han conseguido montar una red de seis locales de hostelería entre los que destaca la marca Takontento, que en los próximos días abre un nuevo establecimiento en la calle Estrella. El secreto ha sido empezar desde abajo y alejarse de la alta restauración: «No es rentable ni da la felicidad», dice Marialis Bracamonte en esta entrevista. 

— ¿Cuándo tienen previsto abrir el nuevo Takontento en la calle Estrella?

— Si todo sale bien, estaremos abriendo este fin de semana. Si no es posible, la apertura sería el próximo martes con seguridad. Ya nuestra fecha tope pasó, así que ahora estamos más tranquilos, esperando que todo esté en orden. Nunca forzamos las cosas, preferimos asegurarnos de que todo esté correcto antes de abrir.

— ¿Por qué crees que ha tenido tanto éxito la marca Takontento y sus tacos de diferentes sabores?

—  Creo que en ciudades como Madrid hay sitios específicos de tacos, pero en Galicia no era tan común. Además, el concepto de tacos muy baratos no encaja aquí, porque la gente no confía en la comida excesivamente barata. Nosotros nos hemos adaptado a la realidad económica, ofreciendo un producto de calidad accesible para todos. Siempre tuve claro que quería montar un sitio donde tanto un cocinero como alguien con un alto poder adquisitivo pudieran disfrutar de la comida sin problemas. Nuestra clientela es muy variada, desde jóvenes de 16 años hasta personas de 80 o 90 años. De hecho, nuestro mejor cliente tiene 92 años y nos visita todos los días. Nos hemos expandido a distintos barrios y la gente nos sigue apoyando, lo cual es una gran satisfacción.

— ¿Cómo llegasteis a A Coruña?

—  Yo soy de Venezuela y mi pareja, Cristian, es de Colombia. Llegué hace cuatro años para trabajar como jefa de cocina en Mamá Chico. Fue en ese momento cuando conocí A Coruña y me encantó. Venía del caos de Madrid, donde perdía hasta seis horas diarias en transporte. Aquí, en cambio, la calidad de vida es incomparable. Le conté a Cristian sobre mi experiencia y poco después también se vino. 

— Cuando abriste el primer Takontento, ¿te imaginabas que cuatro años después tendrías otros cinco locales más?

— Para nada. Hace dos años empezamos en Los Mallos y muchos nos decían que era un error abrir allí, que debíamos buscar una zona mejor, lo decían como algo despectivo. No lo entendía. Pero siempre he creído que el éxito no depende del lugar, sino de cómo se hagan las cosas. Empezamos solo mi pareja y yo, fregando a mano y cocinando sin ayuda. Poco a poco fuimos contratando personal y ahora tenemos 32 empleados, y en verano llegaremos a unos 45. Nuestro equipo es fundamental, les damos formación, condiciones laborales justas y un ambiente de respeto y valoración.

— ¿Cómo fue esa primera apertura?

— Pues empezamos desde abajo, con algo muy pequeño. No teníamos lavavajillas, no nos lo podíamos permitir, fregábamos a mano.  Estábamos los dos solos.  Luego llegó un momento en que ya teníamos más clientes y empezamos a ahorrar el sueldo de seis meses de una persona. Una vez que reunimos ese dinero y contratamos a la primera persona, vimos que se nos hacían filas afuera esperando para comer. Y te juro que un día empecé a llorar porque no dábamos abasto. Empezamos de esa manera tan normal.

— Fue un comienzo  totalmente diferente a su experiencia. ¿Venías de la alta cocina?

—  Nosotros veníamos de un target muy alto de cocina, de alta cocina. Pero obviamente, eso no da dinero ni da felicidad. O sea, todo el mundo pasa por el frente de negocios de alta cocina y les da  como miedo entrar. Siempre dije hay locales que intimidan muchísimo si no vas con un bolso Gucci o un abrigo. Bueno, no entras. No. Y ahora si yo. Cuando mis cocinas siempre han sido cocinas abiertas en todos los sitios y tal. Y yo dije siempre, Mis cocinas también tienen que ser abiertas, sea donde sea que estén.

—  Además de la cadena Takontento, a finales del año pasado abriste Lieu. ¿Qué podemos ver en este local?

— Lieu significa lugar, y lo elegimos porque A Coruña ha sido el lugar que nos ha abierto las puertas y nos ha permitido crecer. Aquí, quien se atreve, crece mucho. Hay muchas historias de pequeños emprendedores que han encontrado una oportunidad aquí, y nosotros somos un ejemplo de ello.

— ¿Por qué decidiste mantener la palabra barrio en este nuevo concepto?

—  Porque el barrio representa esfuerzo, alegría y trabajo duro. Independientemente de la clase social, el barrio es donde la gente se esfuerza por salir adelante. Siempre quise crear un espacio donde todos se sintieran bienvenidos, sin importar su estatus. La comida y la atención al cliente deben reflejar ese sentimiento de cercanía y autenticidad.

— ¿Cómo has adaptado tu cocina para mantener la esencia pero con un toque innovador?

— Hemos tomado recetas tradicionales y les hemos dado un giro especial. Por ejemplo, unas patatas bravas con chorizo cordobés y espuma de alioli le dan un toque más refinado sin perder su esencia. La idea es mantener la autenticidad de los sabores, pero con una presentación y un trato al producto que lo eleven a otro nivel.

— También habéis abierto un local de bocadillos cubanos. ¿Cómo nació esta idea?

— Todo comenzó en casa. Mi pareja, Cristian, es quien cocina cuando llegamos en la noche, y solía hacerme sándwiches cubanos con pan de perrito. Me insistía en que debíamos llevar la idea a otro nivel, hacerla más vistosa y comercializable. Cuando viajamos a Colombia, probamos una versión en una franquicia y me di cuenta de que el secreto estaba en la mayonesa. Luego, en Miami, entendí que la clave del auténtico sándwich cubano es el cerdo asado.  Lanzamos el concepto en Los Mallos porque ese barrio siempre nos ha apoyado muchísimo. Para nosotros, era el lugar ideal para probar algo nuevo.

— Actualmente ya son seis los locales que habéis montado. ¿Vendrán más aperturas?

— Ahora mismo tenemos seis locales y, más que seguir abriendo nuevos espacios, nuestra prioridad es mejorar lo que ya tenemos. Queremos estandarizar nuestros procesos y enfocarnos en el crecimiento profesional de nuestro equipo. Formamos a nuestros empleados para que comprendan bien el tipo de trabajo que hacemos y puedan crecer dentro de la empresa. Si en algún momento deciden emprender su propio camino, queremos que lo hagan con una base sólida. Además, estamos invirtiendo en experiencias de aprendizaje, como visitas a ferias gastronómicas, para que nuestro equipo amplíe sus conocimientos. No buscamos contratar perfiles con experiencia inalcanzable, sino formar a nuestra gente desde cero y pagarles lo que realmente merecen.

— En el pasado trabajaste en el mundo de la alta cocina, ¿te planteas volver o montar algo relacionado en ese sector?

— No, no volvería. Me apasiona la alta cocina, pero llegó un punto en el que me obsesioné demasiado con la perfección, y eso no es saludable. Hoy disfruto mucho más este concepto accesible, donde todo el mundo puede permitirse la experiencia. Me encanta ver a la gente feliz, entrar a mi local y recibir abrazos y saludos de clientes de todas las edades. Este proyecto me ha enseñado a encontrar equilibrio y a valorar la cercanía con la gente. Prefiero que me critique un cliente real y no un desconocido que no sabe lo que hay detrás de cada plato.

— ¿Qué consejo darías a otros emprendedores?

— Que no tengan miedo de atreverse. Si no te arriesgas, no pierdes, y si no pierdes, no aprendes. El éxito no depende solo del dinero, sino de la pasión y el esfuerzo diario. Mientras pueda levantarme de la cama con energía, seguiré luchando por lo que quiero.