Elvira Lindo, desde A Coruña: «Me ha costado más asentar mi posición que a otros recién llegados»

VIVIR A CORUÑA

La escritora se ha pasado por la ciudad herculina para presentar su última obra en una nueva sesión del ciclo «A creación literaria e os seus autores. Encontros con escritores»
14 may 2023 . Actualizado a las 17:38 h.La comarca de Ademuz, entre Aragón y la Comunidad Valenciana, es el punto de partida del último libro de Elvira Lindo, En la boca del lobo. Una obra que parte de un escenario real y conocido para la escritora pero que cabalga por la ficción. Un pasto al que vuelve tras A corazón abierto, obra donde confió a los lectores su intimidad. Verdad que posicionó a la experimentada contadora de historias en el lugar que se merece. «Con A corazón abierto fue como decir: "esta persona tiene una literatura importante"», cuenta en esta entrevista a La Voz.
—¿Cuándo surgió la idea de «En la boca del lobo»?
—En uno de los viajes que hice a Ademuz, comarca de la que es mi familia, subí al pueblo más alto y observando el paisaje, que es muy peculiar, está hecho para el paseo del ser humano pero también es muy salvaje; se me reveló como algo donde podría suceder una historia.
—¿La inspiración es clave para comenzar una historia? ¿Se siente vértigo por no volver a tenerla?
—Yo sí que espero tener un rapto de inspiración, o de enamoramiento de algo o del algún personaje. Y, la verdad, eso no sé si va a volver a pasar. Pones tanto en lo que has hecho, que una vez que lo has acabado, parece que te hubieras vaciado de ideas por un tiempo. Y lo que necesito es desaparecer y volver con las ideas renovadas.
—¿Esta última novela es una vuelta a la ficción?
—Mi libro anterior era muy personal, una historia familiar, sobre todo de mi padre. Entonces este libro es una vuelta la ficción. A mí siempre me gusta volver a las novelas. El imperio de la autoficción es excesivo ahora, a veces te gusta leer una historia inventada porque también sugieren muchas cosas que te pueden iluminar. La creación de personajes es una de las razones por las que me dedico a escribir.
—De este libro se ha destacado la claridad de la escritura.
—Es un lenguaje muy fluido. En esta novela para mí había algo nuevo, que es la presencia de la naturaleza y la atmósfera donde se movían los personajes, un espacio que tenía casi un vuelo poético, muy limpio. La escritura más que clara es limpia, lo esencial es más poético que enrevesado. Yo lo que quería en este libro es que el lector entrara en un mundo y por eso te has de valer de un lenguaje y no solo de lo que dicen los personajes.
—Además del libro, has presentado la película «Alguien que cuide de mí». ¿Estás en una fase especialmente productiva?
—Lo que ha pasado es que ha habido un período muy largo por el coronavirus en el que el tiempo se llenó con la escritura de un guion y una novela y luego han confluido sin que fuera yo quien midiera los tiempos. No creo ser excesivamente productiva. Mi último libro lo publiqué cuando comenzó el coronavirus, suelo dejar un espacio de más de dos años.
—Sin embargo, ¿supuso algún cambio la publicación de ese último libro, «A corazón abierto»? Era una historia muy personal.
—Con A corazón abierto cambió la consideración que se tenía de mí. Yo creo que hay escritoras y escritores que, por suerte o por desgracia, con su primer libro ocupan un papel importante y tienen una consideración elevada. Sin embargo, yo voy poco a poco. Mi carrera ha sido larga y con cosas que no forman parte de lo que se considera lo más elevado en la literatura, ni el humor, ni lo juvenil. He ido dando pasos lentamente.
—¿El hecho de ser mujer influyó en esa posición?
—No ha sido eso, han sido más cosas. En mí confluían el hecho de ser mujer, el proceder de la radio, luego hice literatura juvenil, escribí mucho humor, estaba casada con un escritor muy conocido y muy considerado... Todas esas cosas formaban un cóctel que generaba una idea sobre mí, como si siempre fuera una recién llegada a algo. Creo que me ha costado más asentar mi posición que a otras personas recién llegadas, que eso no sé si es bueno o malo. A veces empiezas desde arriba y el tortazo que te puedes dar es muy grande. Con A corazón abierto fue como decir: «Esta persona tiene una literatura importante». En eso sí que noté un cambio.
—En «A corazón abierto» escribes sobre la compleja relación con tu padre. ¿Recomiendas hablar o escribir cuando se está en una relación que parece tóxica?
—Eso es muy complicado. Yo creo que cada persona en eso es diferente. Me costó mucho escribir ese libro y desde luego lo escribí cuando mi padre había muerto. No hubiera considerado escribirlo cuando él estaba vivo. Mi padre era muy autoritario pero también muy cariñoso. Estaba lleno de contradicciones, y lo que me he dado cuenta con los años es que yo también las tengo. Es verdad que ahora hay palabras del vocabulario actual, como relaciones tóxicas, que no sé si es una palabra demasiado grave para definir relaciones, que siempre van a ser complicadas porque son muy estrechas. Te pongas como te pongas, tus padres son personas que están ahí desde que tú naciste. Entonces, tienen un montón de inercias. Y aunque ahora haya mas confianza con los hijos y una relación diferente, siempre nos asaltan. Siempre tenemos esas dudas de si lo estamos haciendo bien o estamos replicando. Este libro me sirvió para no juzgar tan duramente a mi padre. Luego vas encajando piezas. La generación de mi padre, que viene de la guerra y la posguerra, tuvo una infancia más difícil. No conocían la palabra trauma. No me gusta establecer categorías generales. Yo los personajes quiero hacerlos complejos, no quiero que representen el bien y el mal.
—¿Tratas de mandar mensajes con tus obras?
—No, yo no me siento con esas obligaciones. Los principios éticos o ideológicos están presentes en tu forma de pensar todos los días, en como actúas. En la literatura estás creando personajes que actúan según su carácter e historia. Confío en no utilizarlos como muñecos para expresar un mensaje.
—Y en tu faceta de columnista, ¿cómo te sientes?
—Hay veces que tengo claro lo que quiero decir y otras veces el mundo es más complejo para mí. No siempre tengo claras mis ideas sobre ciertas cuestiones y eso hay que decirlo más. Hay muchos opinadores y yo prefiero no tener esa profesión, yo soy una escritora que escribe columnas. Hay personas que viven de la opinión y tiene que mostrar más seguridad y, si no la tienen, la fingen. Pero como yo no vivo de eso, puedo expresar mi falta de certezas, que también es un lujo.