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Sergio Mussons, dueño de La Favorita: «Soy comprador del roscón de Glaccé y lo seguiría comprando»

VIVIR A CORUÑA

Sergio Mussons, dueño de La Favorita.
Sergio Mussons, dueño de La Favorita. Y. Gantes

El empresario se hizo con la histórica administración de lotería el pasado año y comprobó cómo se mantiene la tradición a pesar del cambio

10 dic 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

La confitería Glaccé reabrió a finales del pasado mes de noviembre con la posibilidad de que su traspaso, a 800.000 euros de coste, se consume antes de que acabe el año. Un cambio en la gerencia que no tendría por qué suponer una mella en el éxito de sus roscones de Reyes, aunque la incertidumbre exista. «Al principio sí que tienes ese miedo ante el cambio, porque la gente era muy afín a la gente de aquí. Pero visto lo visto no ha pasado eso», cuenta Sergio Mussons, dueño de La Favorita desde el 2022.

El actual dueño de la administración de Cuatro Caminos se hizo con ella al completo en el mes de septiembre del pasado año. «Me hice con el cincuenta por ciento hace dos años y en 2023, compré el otro cincuenta por ciento. Eran dos hermanas las que eran propietarias», recuerda.

La razón principal de la compra se debió, primero, a que las herederas querían vender, pero Mussons cuenta que siempre le pareció un negocio bonito. «No vengo del mundo de los loteros, pero era una tradición familiar que nos gustaba. Nos pareció una buena inversión. Además, nos parece muy bonito la ilusión con la que viene la gente a comprar su décimo. Es algo gratificante», confiesa. «Yo tengo varias empresas en otros sectores, nada comparado con esto», añade.

El 2023 fue la primera prueba de fuego ante el cambio de gerencia, pero la venta de décimos no se resintió, tampoco los premios entregados: «El pasado año dimos dos premios, uno en Reyes y otro en Navidad», cuenta. Sobre este, Mussons está satisfecho con el nivel de venta. «Este año la gente está con ganas, están comprando más lotería y ojalá demos un premio aquí, que es lo que queremos», afirma.

Preguntado sobre si recomendaría a otro empresario hacerse con la Glaccé, cuenta que él no lo dudaría si el temor está en que no se mantenga la tradición. «Yo soy comprador del roscón de Glaccé y a mí me encanta y lo seguiría comprando si se mantiene igual. Animaría a la gente a que lo siguiera comprando y que se mantuviera esa tradición», confiesa.

Lo de «si se mantiene igual» es la clave del traspaso de Glaccé. Silvia Gómez Mella, único miembro de la tercera generación que echó a andar esta confitería en 1964, contó a este medio que en el precio de la transacción se incluye la receta y la manera de hacer tanto los roscones como los cruasanes, otro de los productos estrella del negocio. «Las recetas son naturales, artesanales, todo de primera calidad, supernaturales. Y las regalan con la venta, enseñan a hacerlas y, ojalá, se venda. Ojalá pueda continuar», contó.

Eso bien lo tuvieron claro en Flory, la otra gran confitería que se traspasó ya hace unos años y que repite cada Navidad las mismas colas que siempre. En esta ocasión, quien se hizo con la gerencia (y las recetas) fueron las propias dependientas del negocio, que se lo compraron a los herederos de Hortensio, que la fundó en 1967. Preguntada Silvia Gómez Mella sobre continuar ella con Glaccé, la respuesta fue clara: «Yo ya tengo 50 años y la intención de los dueños es vender. Llevan toda la vida trabajando y ahora, pobriños, quieren jubilarse, que han sido autónomos toda la vida. Y yo, la verdad, no tengo la suerte de tener un millón de euros», afirmó.