¿Por qué ir a un concierto en A Coruña cada vez es más caro?: «La cultura está empezando a comportarse como la bolsa»

VIVIR A CORUÑA

Algunos de los artistas que pasarán por A Coruña en el 2025
Algunos de los artistas que pasarán por A Coruña en el 2025

La venta de entradas dinámicas y el caché, disparado, de algunos artistas se suman a un reguero de factores que dejan varias víctimas: los consumidores, las salas pequeñas e incluso las promotoras

16 ene 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Antes llenar un Wizink Center era la consagración de un artista, ahora parece un mero trámite. La vuelta de Los Pecos a más de uno lo pilló con el pie cambiado. Ellos mismos reconocieron en una entrevista que «serán famosos toda la vida», pero teniendo en cuenta que Javier y Pedro José vivieron su época dorada hace cincuenta años esta declaración hay que cogerla con pinzas. Aunque a las nuevas generaciones ni les suene el Háblame de ti, estos hermanos callan bocas colgando el cartel de sold out para su concierto el 23 de marzo en un Wizink Center que desde este año se llama Movistar Arena.Tal es el éxito que, en Madrid, acaban de anunciar nueva fecha (20 de diciembre) en el Palacio de Vista Alegre. También pasarán por el Coliseum de A Coruña el 5 de abril, y llevan vendidas más de 6.000 entradas. 

A más de un promotor le sorprende el hito de este dúo, pero en realidad llevan estupefactos desde que el mundo volvió a girar después de la pandemia. Fue la nueva la normalidad la que disparó el interés por el ocio, entendiendo el entretenimiento como la necesidad de salir de casa, apuntarse a todo tipo de planes —sobre todo gastronómicos y musicales— y mirar al pasado desde una nostalgia festiva. La consecuencia de este fervor, como explica Ramón Barros, que dirige Cávea Producciones, es «que resulta imposible conseguir mesa en un buen restaurante y asistir a un concierto es una odisea». 

El aluvión de citas musicales que espera A Coruña este 2025 es una apuesta firme por la cultura, que se ha comprobado que sale rentable —los eventos del 2023, entre los que hay que incluir citas deportivas y culturales, generaron un retorno de 70 millones de euros para la ciudad—. Pero sobre este toma y daca de conciertos planea la sombra de una burbuja que, aunque no ha estallado, ya deja varias víctimas: los consumidores, las salas pequeñas e incluso las promotoras.

El precio de los conciertos en esta urbe ha ido subiendo de tal manera que en la actualidad es más habitual pagar 50 euros por un recital que 20, sobre todo en los que se celebran en grandes recintos, pero no necesariamente. Para el concierto que Lenny Kravitz ofrecerá el 10 de abril en el Coliseum, por ejemplo, solo hay disponibles entradas a partir de 102 euros, y las más baratas costaban 55 euros; para ver a Víctor Manuel en el Palacio de la Ópera este 8 de febrero hay que desembolsar, al menos, 59,40 euros. Y para el concierto de su mujer, Ana Belén, el 23 de noviembre en este mismo espacio, el gasto mínimo son 55 euros. Los que se celebrarán en los próximos meses en la sala Inn y en Pelícano están en una horquilla de precios que va de los 20 a los 45 euros. 

La escalada de precios se relaciona directamente con la respuesta de un público que se entrega a casi cualquier artista. «Es la ley de la oferta y la demanda, que depende del fenómeno FOMO [estas siglas, en inglés, significan temor a perderse algo]. Por eso se están agotando entradas de conciertos a dos años vista y, prácticamente, cuesten lo que cuesten». Lo cuenta Ramón Barros, para añadir que estas prisas acaban dejando muchos huecos. «Como la gente compra sin saber si el día del concierto tendrá compromisos, en el Palacio de la Ópera puede haber unas 80 o cien personas que no asisten, y en el Coliseum entre 300 y 500». El caché de los artistas, además, también ha aumentado, obligando también a incrementar los precios de los tiques. «Un cantante que hace dos años cobraba 30.000 euros, ahora está en 45.000 y a alguno de los top que hace no demasiado le pagamos 90.000 euros por venir, ya está pidiendo el medio millón».

La tarifa dinámica, que ahora la Unión Europea tiene en el punto de mira, también influye en unos precios, a veces, desorbitados. Este sistema, que ajusta el coste dependiendo de su demanda, lo utilizan frecuentemente las aerolíneas «y ahora empieza a aplicarse a las entradas de conciertos, y está llegando a A Coruña». A lo que cuenta Barros, Tomi Legido, responsable de la programación de la sala Mardi Gras, le añade una nota al pie: «La cultura está empezando a comportarse como la bolsa y no se puede especular con esto porque, al final, solo podrán tener acceso quienes tengan dinero».

Indica Legido que en las salas pequeñas «intentamos ajustar los precios porque la competencia es tremenda y necesitamos ayudas públicas. De hecho, como cada vez hay más conciertos grandes, en el Coliseum por ejemplo, nos repercute cuando salen a la venta estas entradas, sobre todo si es un estilo de música parecido al que ofrecemos nosotros. La gente invierte una cantidad muy grande de dinero y esto nos perjudica. Tanto que a veces acabamos sacrificando a grupos locales para garantizarnos que viene gente».

«Las administraciones se han dado cuenta de que hay que apostar por la cultura, pero no se pueden olvidar de las salas porque somos como el comercio local de la música; nuestros conciertos dan vidilla al entorno, a los pubs y restaurantes de la zona, no nos pueden dejar morir», concluye Legido. Por otro lado, y aunque a las promotoras que traen a grandes artistas les beneficia este bum, el gerente de Cávea considera que «todo se ha desmadrado y, desde el punto de vista artístico, considero que no es positivo. Ahora todo el mundo va a todo de manera indiscriminada, casi ni valoramos al grupo o al cantante».

No solo los conciertos causan furor en A Coruña. El formato de gran musical también está batiendo récords. Solo en el primer semestre del año llegarán a la ciudad Priscilla, reina del desierto; Chicago Carmina Burana de La Fura dels Baus. «Damos 19 días de programación a la ciudad y, si sumas el volumen de gente que viene a nuestras funciones, al final a un musical acude más gente que a un gran concierto del Coliseum», comenta Carlota Ojea, de la agencia Qué Arte Producciones. Apunta, además, que el coste de estos eventos se ha podido mantener porque «no tenemos la peculiaridad del caché de los artistas». Así, de hecho, hay entradas disponibles para estos musicales a partir de 39 euros.