El ciclo Sons da Diversidade, que organiza el concello de Santiago, da esta noche el portazo a la programación de la temporada y también un salto más en su objetivo de abarcar un espectro más amplio en la biodiversidad musical, al presentar a las 21.00 horas en el austero y solemne escenario del Auditorio de Galicia al provocador Rufus Wainwright. Escenario que, no obstante, tampoco desentonará mucho con el traje musical del cantante y compositor norteamericano, considerado «príncipe del pop adulto» y reinventor del pop barroco por una parte, y por otra, enamorado de la ópera y la música clásica.
Nacido en Estados Unidos, criado en Canadá y con residencia en Nueva York, Rufus es hijo de quienes fueron dos figuras de la música pop estadounidense, Loudon Wainwright III y Kate McGarrige, además de hermano de la vocalista Marta Wainwright, con quien colaboró en el disco-película de homenaje a Leonard Cohen I'm your man , del año 2005. El cantante y compositor adora a Frank Schubert y es un apasionado de la música de Pet Shop Boys, vistiendo en canciones de formato pop su amor por la ópera y la música clásica. Por esta razón, su voz está adiestrada lo mismo para el rock que para la ópera y el music-hall . En este sentido, sus trabajos discográficos Want One (2003) y Want Two (2004) conformaron su opus más elegíaco, incluyendo extractos de misas en latín, aromas del Bolero de Ravel y orquestaciones paradisíacas.
Pero, por encima de todo, el performer norteamericano es un empedernido fan de Judy Garland -madre de esa otra diva del cabaré que es Liza Minnelli- hasta el extremo de haber reproducido en facsímil el famoso concierto que la Dorothy de El mago de Oz ofreció en el Carnegie Hall de Nueva York en 1961. En su actuación en la capital gallega, Rufus ofrecerá temas de Release the stars y canciones que le han convertido en príncipe actual del pop para gran parte de la crítica.
Operístico, histriónico, patagónico, florido, barroco, teatrero, ocurrente, megalómano, engolado y amanerado son algunos de los calificativos que le dedican las páginas de opinión a Rufus Wainwright, quien exhibe a corazón abierto su orgullosa condición de icono gay. Sobre el escenario el artista suele transformarse, trascenderse y travestirse, llegando a lucir boas de plumas en escena con una soltura que pone los pelos de punta a la audiencia cuando se sienta al piano y ataca «estoy tan harto de ti, América». Su desenvolvimiento en escena es en cierto modo imprevisible, como ha sido gran parte de su vida loca, en la que fue violado a los 14 años y abusó de todo tipo de sustancias hasta quedarse ciego, literalmente, por unas horas. Un artista que dice gustar a adolescentes, ancianas, hombres, mujeres, transexuales, intelectuales y locos, entre otras criaturas, «pero todos blancos», dice lamentándose por no haber conquistado la raza negra.