Una novela sobre un héroe fascinante e incómodo

La Voz

CULTURA

04 nov 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

El sueño del celta (Alfaguara), que salió ayer a la venta con una tirada inicial de 500.000 ejemplares, se basa en la vida del irlandés Roger Casement (1864-1916), uno de los primeros europeos que denunciaron las «monstruosas crueldades» del colonialismo, primero en el Congo y luego en la Amazonia. Sus informes, documentados con todo lujo de detalles, son «las acusaciones más contundentes, por su rigor y seriedad, sobre los estragos del colonialismo, la increíble destrucción que sembró». Fue él quien abrió los ojos a Joseph Conrad, cuando llegó al país africano, sobre el genocidio que se estaba cometiendo y que conocía de primera mano porque llevaba ocho años allí. Le dijo que los colonizadores cortaban las orejas, las narices, las manos y las piernas de los africanos que no cumplían los cupos de caucho. El efecto que produjo en Conrad fue tal que cayó enfermo, canceló su contrato de varios años con la compañía belga, escapó a Inglaterra y escribió su obra maestra El corazón de las tinieblas, «un libro sobre cómo el ser civilizado puede convertirse en un salvaje criminal».

Lo que más sedujo a Vargas Llosa de este hombre «absolutamente fascinante» y «visionario» fue la «complejidad de su personalidad», que fuera «muchos personajes a la vez», por un lado un héroe y, por otra, «un ser humano falible, con debilidades, incongruencias y contradicciones». El autor advirtió que su libro es ficción, no historia -«yo solo digo mentiras cuando escribo novelas», dijo-, que recurre a la fantasía para rellenar una biografía de la que solo se conoce la «punta del iceberg». «En lo básico no he sido infiel, pero en lo demás me he tomado todas las libertades», añadió.

Pero la vida de Casement da mucho más de sí. Fue uno de los fundadores del IRA, que conspiraba contra el Imperio británico al tiempo que ejercía como diplomático a su servicio, y murió ejecutado en la horca. Además, era homosexual en una época «terriblemente intransigente», lo que se descubrió al divulgarse sus escabrosos diarios secretos, «escritos con una vulgaridad pestilente», cuya autenticidad ciertos historiadores aún discuten. «Mi impresión es que sí los escribió, pero que una buena parte de los hechos que cuenta eran fantasías que él hubiera querido vivir», afirmó.

Pese a su importancia y a que arriesgó su vida para denunciar los crímenes colonialistas, ha caído en el olvido total en el Congo, y en su país, Irlanda, se lo considera un «héroe incómodo, con el que nadie se siente totalmente identificado» y del que se habla en voz baja.