La autora, asentada desde hace seis años en Galicia, acaba de publicar su primera novela gráfica.
25 ene 2012 . Actualizado a las 07:00 h.Asentada hace casi seis años en Galicia. Lola Lorente (Alicante, 1980) regresa esta semana a Angulema, la ciudad francesa en la que completó su primera novela gráfica, tras recibir una prestigiosa beca. Sangre de mi sangre (Astiberri), un trabajo en el que ha invertido varios años, se presenta en el encuentro más importante del cómic en Europa. De allí partirá a París, al Instituto Cervantes, donde también a dará a conocer su peculiar universo creativo, una historia abierta que transcurre en apenas 24 horas y en un solo escenario (una urbanización), con un grupo de jóvenes que tratan de dar con su propia identidad.
-Es difícil que la historia que plantea se pudiera presentar en otro formato que no fuera el cómic.
-El cómic es ideal para mí, es el género perfecto para contar lo que yo quería expresar. Solo podía ser así. Tú eres la directora de todo, haces lo que quieres con los escenarios, los personajes, los cambios de tiempo... Y se envuelve todo con el dibujo. Hay algo de magia en todo ello, en el paso de una viñeta a otra.
-¿Ayudó ir a Francia para acabar ese trabajo?
-Sí. Ir a Angulema es una oportunidad para desarrollar tu proyecto, solo estás para eso, dispones de todo el tiempo para trabajar, tú te pones el horario y lo aprendes todo. Si no lo haces allí, no lo puedes hacer en ninguna otra parte. Te dan todos los medios y tú luego vas por libre. En esa ciudad todo está pensado para el dibujo y la animación, todo el mundo sabe de cómic. Pero estás solo. La verdad es que hacer un cómic es algo bastante solitario, aunque allí estuve bastante tiempo con Clara Tanit.
-Hay una cierta correspondencia entre ambas, entre su obra «Quién ama a las fresas» y este «Sangre de mi sangre». ¿Se pegó el estilo por la convivencia?
-Puede ser. Hay similitudes porque las dos hablamos de la identidad, del complicado paso de la adolescencia a la madurez y de familias desestructuradas.
-¿Es de las que se dejan arrastrar por las influencias de otros creadores?
-Yo no soy lectora de cómic desde pequeña, como sí otros autores. Sí cogía algún Astérix que compraba mi padre, pero poco más. Cuando empecé a estudiar Bellas Artes me encontré con gente que le gustaba mucho, y empecé, con autores con un estilo muy personal, oscuro, como algunos dibujantes alemanes, o Daniel Clowes o Robert Crumb, entre los más conocidos.
-¿Qué llegará después de este estreno?
-Sangre de mi sangre lo empecé hace cuatro años y medio. Antes de Angulema llevaba 67 páginas. Y ha resultado agotador, la verdad. Son más de 200 páginas que llevan muchísimo trabajo. Ahora, además de la promoción, ando anotando ideas para un libro nuevo, que va a ser más ligero gráficamente, con otro tipo de desarrollo narrativo y un ritmo más rápido.
-Si lo revisara ahora, ¿cambiaría algo de lo que ha hecho?
-No. Yo lo he hecho lo mejor que he podido. Lo cerré, fue bastante difícil acabar, lo envié y ya está. Narrativamente está muy pensado, me llevó mucho tiempo y supuso darle muchas vueltas a la cabeza, y volver a repetir y repetir páginas.
-¿Y vive de lo que da el cómic?
-Sería lo ideal, sí. Pero no. Trabajo como ilustradora de libros, y también como profesora de dibujo en un instituto. Lo cierto es que hay muchas cosas en las que hay muchas ganas de trabajar, pero no hay muchas oportunidades para hacerlo. En el cómic y en otros ámbitos, claro.