No es habitual que un extranjero arranque los aplausos de un chino. Pero lo nunca visto es que se emocione al escuchar una canción, como ocurrió con «Negra sombra»
07 may 2012 . Actualizado a las 07:09 h.Son las once de la mañana de un radiante día de sol y cielo azul, de los que se cuentan con los dedos de la mano en la contaminada atmósfera de Pekín. Luz Casal ha escogido el rojo para su blusa y sus labios, el color de China. «Es la primera vez que vengo, todo es impactante y sorprendente. Tengo pensamientos encontrados, muchos temores, pero la gente es muy respetuosa y acogedora. Y eso es imprescindible para una persona que se sube al escenario», confiesa. Sorprende la humildad con la que una artista con tantos años de profesión a sus espaldas se enfrenta a un público nuevo. «Lo contrario sería estar fuera de la realidad. Siempre estoy alerta, procuro no confiarme, no pensar que lo tengo todo hecho», dice.
Paseamos por el parque Ritan, un pulmón verde en el centro de la ciudad en el que los pekineses hacen taichí, bailan, juegan con sus niños y tocan instrumentos musicales. De pronto, nos encontramos con dos mujeres que practican ejercicios de canto siguiendo las instrucciones de un radiocasete. Y Luz no se lo piensa: se acerca, saluda, escucha? y canta con ellas. Puede que el mandarín sea uno de los lenguajes más complicados del mundo, pero está claro que para comunicarse no hace falta saber idiomas. «Hace tiempo que dejé de fraccionar al público por nacionalidades, culturas o religiones. Tengo un repertorio lo suficientemente amplio para que una mujer musulmana, viviendo en un país con las libertades muy limitadas bajo mi punto de vista, pueda llegar a emocionarse con una de mis canciones. He venido a China a comunicarme con ellos, de la manera que sea».
Canciones de película
Sin duda, haber cantado Piensa en mí y Negra sombra en dos películas de Pedro Almodóvar le ha allanado el camino en China. «Sería absurdo negarle a la gente la posibilidad de escucharlas ya que las conocen; llevo cantando Piensa en mí cada noche desde el año 1991, asegura. «¿Y Negra sombra, ¿la cantarás?», le pregunto. «A ver, a ver? tendrás que venir al concierto para comprobarlo».
Dicho y hecho. A las 19.30 horas, a las puertas del Teatro Poly, uno de los mayores de Pekín, la concentración de españoles y latinos es muy superior a lo habitual. «Estamos deseando que vengan artistas españoles, y más de la talla de Luz», comenta Javier Fernández, un ourensano que trabaja como profesor en el Instituto Cervantes.
Pero también hay muchos seguidores chinos, sobre todo estudiantes de español que han estudiado con sus canciones. «Aunque no hace falta entender todas sus letras, su voz es muy hermosa», dice Yang Jing Jing antes de entrar. Las luces se apagan y Luz ilumina el teatro con un «Ni hao, Beijing» que arranca los primeros aplausos de entusiasmo. Nada puede halagar más a un chino que un extranjero esforzándose en pronunciar su idioma. Empezamos bien y continuamos mejor. Canción tras canción, una intérprete china explica al público las palabras de Luz. Entre mis recuerdos se la dedica a la memoria de su padre, No me importa nada a las mujeres, Gracias a la vida al momento tan especial que vive tras haber superado su enfermedad. Y por fin, dice: «Ahora que estoy tan lejos quiero que conozcáis una canción popular de la tierra donde nací, es un poema de Rosalía de Castro, una de las mejores poetas de España». Empieza, y de pronto me doy cuenta de que no soy yo la única que se ha emocionado. A mi lado, una señora china intenta disimular que se le saltan las lágrimas. Seguro que en Shanghái y Guangzhou, sus próximas citas, ocurrirá lo mismo.
EN Pekín UN Sábado DE 11 a 23 horas