Una gala insípida y anodina coronó como mejor película a la cinta dirigida y protagonizada por Ben Affleck, desbancando al filme de Spielberg, la favorita de las quinielas y la gran perdedora de la noche
26 feb 2013 . Actualizado a las 17:30 h.Por primera vez desde hace años, los Oscars no fueron capaces de decantarse por un único título al que alabar durante las más de tres horas y media que se alargó la ceremonia de entrega, muy marcada por los números musicales. Lincoln, la favorita de las quinielas, que llegó al Dolby Theatre con 12 nominaciones bajo el brazo, fue la gran decepción de una gala plana y aburrida, conducida por un presentador que prometía un espectáculo atrevido y fresco que finalmente se quedó en un educado y correcto show que aplaudió, un poco más que al resto, al trabajo del equipo de La vida de Pi. La corona se la llevó, previsiblemente, Argo, la cinta dirigida y protagonizada por Ben Affleck, que llegó a la noche de este domingo ya acostumbrada a alzarse como ganadora, después de haber recibido los galardones tanto del Sindicato de Directores como el de Actores y el Globo de Oro a Mejor película.
La gran sorpresa de los Oscars 2013 fue el premio al Mejor director, que recayó sobre Ang Lee (La vida de Pi). Mientras las especulaciones apuntaban a que el galardón iría directo a Spielberg o incluso a Haneke, los académicos decidieron virar el rumbo de las apuestas reconociendo la labor del director taiwanés y otorgándole el que se convierte en su segundo Oscar, después de hacerse con la preciada estatuilla en el 2006 con su filme Brokeback Mountain. Con su historia de amor entre dos vaqueros gays, Ang Lee se vio las caras por primera vez hace siete años con Steven Spielberg, que entonces luchaba por el premio con Munich. Le ganó entonces y volvió a hacerlo este domingo, con una epopeya inspirada en el bestseller homónimo de Yann Martel.
En cuanto a las categorías de Mejor actor protagonista y Mejor actriz protagonista, Daniel Day-Lewis y Jennifer Lawrence, respectivamente, fueron los afortunados en alzarse con el Oscar. La del actor fue una de las estatuillas más esperadas de la noche, recibida por su papel de Abraham Lincoln en Lincoln. «Yo me había comprometido a hacer de Margaret Thatcher y Meryl fue la primera opción de Steven Spielberg para el papel de Lincoln», bromeó el ganador al subir a recoger al galardón, que agradeció a Steven Spielberg, a su esposa, a su madre y al presidente norteamericano que le brindó la oportunidad de adueñarse de la que es ya su tercera estatuilla dorada. El nombre de Jenniffer Lawrence, una de las grandes actrices revelación del momento, no figuraba con tanta solidez en las quinielas previas a los Oscars. El puesto de mejor actriz se tambaleaba nada estable entre la joven actriz, galardonada por su papel en El lado bueno de las cosas, Jessica Chastain -que competía con La noche más oscura-, Emmanuelle Riva -por Amor-, Quvenzhané Wallis -por Bestias del sur salvaje- y Naomi Watts -por Lo imposible-. Lawrence, que de nuevo vio empañado su momento de gloria al tropezarse en las escaleras cuando se dirigía al escenario -no es la primera vez que la actriz sufre un percance parecido, cuando recibió el premio del Sindicato de Actores una parte de su vestido se descolocó dejándola media desnuda durante unos segundos-, bromeó con su caída y agradeció el Oscar a su familia, a sus compañeros de reparto y a sus compañeras y rivales en la categoría de mejor actriz.
Otra de las (pocas) grandes sorpresas de la noche fue la aparición estelar de Michelle Obama, que intervino a través de un vídeo para abrir el sobre y anunciar que el equipo de Argo podía dirigirse al escenario para recoger su premio a mejor película. Fue el actor Jack Nicholson el que presentó a la primera dama. Michelle comenzó su intervención con un expresivo «Bienvenidos a la Casa Blanca» para continuar recordando las nueve películas que optaban a llevarse el Oscar más importante de los premios de la Academia y destacar que, las candidatas seleccionadas este año, «amplían nuestros horizontes y nos llevan a lugares a los que nunca habían imaginado». «Felicito a todos los nominados» por trabajos que «nos hicieron reír, llorar y, de hecho, nos enseñaron que el amor puede luchar contra todo y puede transformar nuestras vidas de la manera más sorprendente. Por ello, animó a todos, pero en especial a los más jóvenes, a tener la fuerza de creer en sí mismos, sean quienes sean, y en que es necesario el esfuerzo diario para lograr sus sueños, concluyó la esposa del presidente de EE.UU. «Pensé que estaba alucinando», confesaba Ben Affleck al recordar la aparición de la primera dama estadounidense. «Oh, un elefante lila; oh, Michelle Obama», todo ha sido una locura, pero «muy cool».
Entre bastidores
Affleck, George Clooney y Grant Heslov, productores de la mejor película del año según los académicos, bromeaban sobre la ceremonia entre bastidores mientras Jennifer Lawrence, ya con su Oscar como mejor actriz, intentaba relajarse tomándose una copa. La joven actriz, de 22 años, no dudo en confesar en que le habría encantado gritar «esa palabra que no debe decirse y empieza por f» cuando se cayó mientras subía al escenario.
Daniel Day-Lewis, coronado como mejor actor, fue el primero en dejar en el suelo la pesada estatuilla, de cuatro kilos. Al fin y al cabo, es su tercer Oscar, así que no sorprende que no se aferre tanto a él como el resto de compañeros. «Me gustaría no hacer nada durante un tiempo», dijo el actor irlandés. Y por ahora, se acabaron los personajes históricos, añadió.
El cineasta Michael Haneke, fue el único triunfador de la noche que no se dejó ver por el «backstage».Los organizadores no supieron explicar la ausencia del ganador del Oscar a la mejor película de habla no inglesa por su conmovedora Amor, aunque la emoción cuando recogió el premio quedó patente en su discurso. Más bien tímido y huidizo de los focos, Haneke agradeció el apoyo de su esposa, a la que calificó de «centro» de su vida. Y tales declaraciones públicas no son habituales en él.