Pasaba ya de los 70 años Ana María Matute cuando publicó Olvidado rey Gudú, que apareció por primera vez en el sello Espasa y enseguida fue confirmándose -con la discreción propia de su autora- como la que sería su gran obra maestra (también su libro más ambicioso). «Vivía un genio entre nosotros y muchos no habían querido ni enterarse», dijo ayer a Efe Enrique Vila-Matas. La madurez de la escritora barcelonesa era entonces cosa ya muy hecha, pero no la marcaba la edad, y su lucidez era asunto de largo aliento, como se ha podido ver después; de hecho, ya no lejos de los 90 años, y físicamente bastante tocada por una osteoporosis, alumbró Demonios familiares, una historia de amor y culpa que llegará a las librerías en septiembre de la mano de Destino, editora que ahora maneja su catálogo.
Por su ambientación filomedieval, y por su tono de fantasía épica, el lector no avisado podría situar el reino de Olar cuya historia narra Olvidado rey Gudú entre la pseudoliteratura tan al uso tipo juego-de-tronos. Sin embargo, su calidad está muy por encima de cualquier comparación. Matute logra mezclar con gran pericia y sensibilidad elementos procedentes de los cuentos de hadas, de la literatura fantástica y de los libros de caballerías. La lectura de Olvidado rey Gudú sigue siendo hoy una gran y placentera aventura: tragedia, rencores, guerra, amor, violencia, secretos, traumas...
Olvidado rey Gudú, de Ana María Matute
Colección Áncora y Delfín.
Ediciones Destino.
768 páginas.
23,75 euros.