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El mejor Don Juan español tenía alma y corazón gallegos

césar wonenburger

CULTURA

La Temporada Lírica coruñesa recordará al cantante Antonio Campó, padre de Marta Sánchez y que actuó en la Coronación de Isabel II

24 may 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Antonio Campó (Gijón, 1922-A Coruña, 1998) fue el Don Juan por antonomasia, el cantante español que mejor encarnó al protagonista de la ópera de Mozart con su oscura voz baritonal, nobles acentos, sobria expresión y el porte señorial que encandilaron al mismísimo Picasso, junto al que compartió recuerdos coruñeses cuando llevó su encarnación del célebre libertino al festival francés de Aix-en-Provence, en los años 50.

Campó -Sánchez Camporro en origen, y luego rebautizado para la carrera- había nacido en Asturias, pero a todos los efectos fue coruñés, y no uno cualquiera. En esta ciudad se crio, forjó sus más duraderas amistades, conoció el amor y permaneció hasta sus últimos días. En ella aprendió los fundamentos del canto con Amparo Fraga, antes de trasladarse a Madrid para perfeccionarlos junto a la soprano gallega Ángeles Ottein. Y cuando en 1946 debutó en Bilbao, lo hizo curiosamente junto a una coruñesa, otra soprano ilustre, María Luisa Nache.

Una retirada prematura

En el Festival de Ópera de A Coruña actuó por primera vez en 1955, con Fausto, La forza del destino y El barbero de Sevilla, y hasta 1966 -el año que marcó su prematura retirada al poco de haber grabado para RNE un Retablo de Maese Pedro de Falla que aún permanece como referencia insuperada por su perfecta encarnación del Quijote- siguió interviniendo en las temporadas de su urbe adoptiva. En el viejo teatro Colón compartió escenario más de una vez con el tenor Alfredo Kraus, su gran amigo y padrino de su hija, la conocida cantante pop Marta Sánchez, en obras como Rigoletto o La Traviata.

Precisamente ahora, cuando se van a cumplir 60 años de su presentación coruñesa, la Temporada Lírica le rendirá homenaje a través de las dos funciones de La Flauta Mágica de Mozart programadas para el mes próximo -19 y 21 de junio-, además de una conferencia en la que el profesor de canto Antón de Santiago glosará su figura.

La carrera de Campó duró dos décadas, tuvo que retirarse por serios problemas de audición, pero durante este tiempo actuó en algunos de los mejores escenarios de Italia, Francia e Inglaterra con estrellas de la época como Beniamino Gigli, Franco Corelli, Mario del Monaco, Renata Tebaldi o Cesare Siepi; cantó en la coronación de la reina Isabel II de Inglaterra, y grabó uno de los primeros discos de canciones de compositores gallegos. Su amor por esta tierra queda reflejado en sus matizadas interpretaciones de Negra sombra o Un adeus a Mariquiña. Aunque nada de lo anteriormente mencionado puede igualarse a los éxitos de sus dos soberbias encarnaciones del mito donjuanesco en Aix-en-Provence, en 1956 y 1958, con repartos que incluían a algunas de las mejores voces del momento, como el tenor Nicolai Gedda o las sopranos Teresa Stich-Randall y Anna Moffo. Por fortuna, de estas representaciones han quedado registros discográficos de enorme valor artístico, lo cual no puede decirse de su encarnación del conde Almaviva en otra de las joyas de Mozart, Las bodas de Figaro, que ofreció como su despedida del Festival de Ópera coruñés en 1966. No hay testimonio grabado de esa única función que se ofreció con un reparto íntegramente español, circunstancia inusual en aquella época y que ahora se repetirá en La Flauta Mágica, en junio, como tributo a este artista.