El equipo arropó la presentación en Vigo de «La playa de los ahogados», que se rodó en castellano y en gallego y se estrena en cines el 9 de octubre
29 sep 2015 . Actualizado a las 05:00 h.Ya no hay marcha atrás. El inspector Caldas que imaginó Domingo Villar se ha materializado en el cuerpo de Carmelo Gómez y dentro de dos viernes, el 9 de octubre, estará en las pantallas de cine de todo el país la versión cinematográfica de la novela negra La playa de los ahogados. Como la mayor parte del filme se rodó entre la localidad playera de Panxón (Nigrán) y Vigo, la ciudad olívica albergó ayer el preestreno contando con el director, Gerardo Herrero, el escritor Domingo Villar (que firma el guion junto a Felipe Vega) y parte del elenco. Además de Gómez, los actores Antonio Garrido, Pedro Alonso, Celso Bugallo, Fernando Morán y Déborah Vukusic arroparon la primera presentación pública de la producción. El rodaje de la serie Hermanas impidió acudir a las viguesas Marta Larralde y Celia Freijeiro.
Gerardo Herrero confesó que le sedujo la idea de convertir la novela en película desde que leyó el libro «siempre tratando de ser fiel al original». Al respecto, Villar añadió que una novela se compone de dos elementos: «Una historia y cómo se cuenta, pero en cine esto desaparece, se alteran los diálogos y a veces hasta se enriquecen. De todas maneras yo me encuentro a gusto con la adaptación. El ambiente y el espíritu de la novela no difieren demasiado de lo que vi en la película».
Una de las peculiaridades de esta producción en la que también participan los actores gallegos Luis Zahera, Tamar Novas y Carlos Blanco, es que cada escena ha sido rodada dos veces, una en castellano y otra en gallego. Herrero reconocía que como no hay dos tomas iguales, se podría decir que en realidad son dos películas. La que se verá en Galicia será, obviamente, la que se hizo en gallego. «¡De doblaje nada!», advirtió Carmelo Gómez, que, a pesar de su proximidad a la tierra como leonés, hizo el esfuerzo de interpretar en un idioma que no es el suyo y encerrarse cada noche en el hotel para seguir practicando mientras sus compañeros se iban de cenas. «A mí el gallego me es familiar, pero no es lo mismo, lo pasé regular», reconoció.
Al respecto, Gerardo Herrero apuntó: «Me daría pena si se dobla entera al gallego, porque el resultado no tiene nada que ver, aunque los dobladores lo hagan muy bien, no es lo mismo». Antonio Garrido es el único de los integrantes del plantel que no tuvo que simultanear idiomas, ya que es el único que en la ficción no interpreta un personaje gallego.
Nueva novela de Villar
La gastronomía es esencial en la novela de Villar y también está presente en la versión para la pantalla grande. Leo Caldas acostumbra a parar en dos locales míticos de Vigo, la Taberna Eligio y el Bar Puerto. Aunque el primero cerró y el otro se ha modernizado, ambos están presentes en el filme. En el caso del Eligio, el tabernero, Carlos, hasta tiene varias frases. Y el Bar Puerto seguirá siendo visitado por el inspector en próximas entregas. «La fidelidad está por encima de las reformas», aseguró el escritor, que además anunció que después de Navidad saldrá a la venta su tercera novela bajo el título de Cruces de pedra y con una trama de nuevo localizada en Vigo en la que aparece muerta una joven que acude a clases de cerámica en la Escola de Artes e Oficios.
«El esfuerzo ha sido titánico, pero mereció la pena», resumió Herrero sobre su proyecto. La producción contó con un ajustado presupuesto y aunque el realizador manifestó que se adaptaron al dinero que tenían, reconoció que hubo escenas a las que tuvieron que renunciar por su carestía. Por ejemplo, rodar el hundimiento de un barco. «Eso es algo que no hemos podido tener, porque recrear un naufragio, filmar en el mar de noche es muy complicado. Y yo soy de los que prefiere no hacerlo si no lo vamos a hacer bien», zanjó el director.
La anécdota
Hay una escena en el filme en la que los actores Carmelo Gómez y Fernando Morán navegan en un bote. El realizador Gerardo Herrero contó que todos estaban preocupados por si se mareaba el inspector, pero contra todo pronóstico se mareó el que hacía de marinero, y hasta echar los higadillos.
