Fernando Malvar-Ruiz es el verdadero responsable de la famosa formación
11 oct 2015 . Actualizado a las 08:39 h.La última película de Dustin Hoffman, El Coro (Boychoir), se estrenó ayer en los cines españoles. Hasta aquí, nada extraordinario. Pero a partir de aquí, algo muy curioso y cercano, porque resulta que el actor californiano encarna al director de una formación coral infantil que viaja por todo el mundo y para ello el equipo del filme contó con el vigués Fernando Malvar-Ruiz, que en la vida real es el director del American Boychoir, uno de los más prestigiosos del mundo.
«El realizador François Girard se puso en contacto conmigo hace dos años. Me dijo que el guion estaba basado en mi coro y me preguntó si estaba interesado en el proyecto, porque quería nuestros sonido», cuenta desde Princeton, donde vive y donde el American Boychoir tiene su sede, un internado donde residen 40 niños de 9 a 14 años.
El músico, de 47 años de edad, no lo dudó. Dijo que sí. «Girard es un genio artístico, ha sido maravilloso participar». Según recuerda, la colaboración les llevó un año entero. Lo primero que hicieron fue grabar la banda sonora «porque la necesitaban para rodar las escenas. Su otra misión era enseñar a Dustin Hoffman a dirigir, ya que el actor iba a hacer ese papel. «Es un tipo muy ingenioso y divertido. Contaba historias de cuando rodó, por ejemplo, El graduado y claro, tú te quedas en trance, escuchándolo. Lo cierto es que establecimos una relación muy bonita que aún se mantiene», explica. «De todas formas, su personaje es el de un director austero, muy duro y autócrata al viejo estilo y eso no tiene nada que ver conmigo. Hoy en día ese tipo de educación no funciona. Se aprende mejor sin tener miedo», opina.
Como en el cine las cosas no siempre son lo que parecen, había que saber si el coro de chavales que se ve en el filme es el mismo. Fernando Malvar-Ruiz lo confirma: «Es mi coro, solo tres de los cuatro niños que tiene papeles principales son actores. Y el que hace de Fernando es un niño de Nueva Jersey, de madre libanesa, que está en nuestra formación», aclara, para añadir que él también tiene sus 5 minutos de gloria: «Hago un cameo de 5 minutos para los que tuve que hacer ¡50 tomas! El cine es más difícil de lo que parece. Me iban a dar el papel de un director alemán, pero al final me cambiaron por el profesor Molina por mi aspecto más latino», revela. La que no es la misma es la escuela. «Buscaron una que parece la nuestra, pero no lo es», comenta, sorprendido.
Jubilarse en Vigo
Pero el sueño del músico no está en Hollywood, sino en Vigo. Su deseo es terminar sus días en la ciudad a la que acude con asiduidad. «Nunca ha sido mi lugar de residencia pero yo me siento vigués, y deseo jubilarme en Vigo, donde están mis memorias más felices. Nací en Guinea Ecuatorial porque allí habían emigrado mis padres. Viví y crecí en Madrid y llevo 22 años en Estados Unidos. Sin embargo, en el fondo soy gallego, aunque ciudadano del mundo», confiesa.
En Vigo, donde su padre, fallecido el año pasado, residió muchos años, tiene casa familiar y mucha parentela a la que visitar cada vez que aterriza. La última vez, el pasado mes de julio. «Fue durante las fiestas de Bouzas y pasé 15 días fantásticos. Tengo 27 primos por ahí y cuando voy no me llega el tiempo», asegura el músico, que fue alentado por una profesora que intuyó que tenía talento cuando estaba en 5.º de EGB. Empezó estudiando piano, hizo la carrera en el Real Conservatorio de Madrid y un día, de casualidad, le propusieron dirigir un coro. «Entonces se me abrió un nuevo mundo y descubrí que eso era lo que quería hacer, así que me marché a formarme a Hungría, donde hay una gran tradición, y después a Estados Unidos».
El American Boychoir tiene fama internacional y sus componentes se pasan buena parte del año de gira. «Tenemos una media de 100 a 120 actuaciones cada temporada». Sin embargo, nunca han actuado en España y esa es una espinita que Malvar-Ruiz tiene clavada. «Espero que la película ayude y podamos al fin dar conciertos por ahí. A mí me encantaría poder actuar en el teatro García Barbón y también en la catedral de Santiago», reconoce el conductor de una formación que le ha dado muchas satisfacciones.
«Lo cierto es que me ha permitido vivir experiencias especiales. Hemos actuado en la ceremonia de los Oscar con Beyoncé, hemos colaborado con Paul McCartney, hemos cantado en la Casablanca y con orquestas como la Filarmónica de Berlín o la de Nueva York», enumera el artista que enseñó a Hoffman cómo se mueve un director. Pero no se le caen los anillos: «Me gustaría ver cantar a la Coral Casablanca de Vigo», asegura.