Los creadores gallegos reúnen financiación para sus proyectos a través de las aportaciones de mecenas anónimos: algunos han recaudado más de 10.000 euros
27 dic 2017 . Actualizado a las 05:00 h.Si hay un sinónimo para Médici, la poderosa familia italiana del Renacimiento, ese sinónimo es mecenazgo. Porque si no fuese por ellos, quizá El Nacimiento de Venus no sería más que un lienzo a la espera de ser pintado. A lo mejor, la Capilla Sixtina estaría encalada. Todo blanco. Y puede que la Gioconda nunca llegase a sonreír -¿sonríe de veras?- desde una tabla de álamo. Y aunque hoy ya no hay Quatroccento, ni lujosas cortes, ni poderosos linajes a los que acudir con el único aval del talento, los creadores siguen buscando mecenas.
Teclear «Galicia» en una de las grandes plataformas de micromecenazgo devuelve más de doscientos resultados. Y en algunos casos, el apoyo ha sido abrumador. Como abrumadores han sido los resultados. Matria, el corto de Álvaro Gago, se financió así, a través de médicis poniendo su granito de arena a través de un pequeño pago. Consiguió recaudar más de 10.000 euros y hacer su película, que ha sido premiada como mejor corto en la Seminci y en Alcine y obtuvo el galardón a mejor director en el Festival de Cartagena. «No esperábamos una reacción así», reconoce Gago. No era la primera campaña de micromecenazgo, sino que su anterior filme, Curricán, también se financió de este modo. «Digamos que creamos una especie de comunidad» personas que probablemente se implicarían en futuro. Su grupo de pequeños médicis. «Eso nos ayudó bastante para Matria». Pusieron lo que pudieron de su bolsillo. Y otra vez al micromecenazgo. «Matria es un poco de mucha gente y eso está muy bien», dice. El apoyo de sus médicis sirvió para tener el rodaje que querían, pagar a las mujeres de la conservera y el producto que les cedieron, por ejemplo. ¿Volvería a hacerlo? «Espero que no», dice el director. No porque no haya sido una experiencia positiva. Porque no quiere saturar a la gente, «para no resultar pesado».
Tener el control del producto
Tampoco es la primera campaña para María Meijide, una pintora compostelana que ahora mismo tiene una campaña para poder editar su segundo cuaderno de viaje, De Ushuaia a La Quiaca (con algo de México). «Houbo que cruzar o Atlántico tres veces para facer este libro», una cuidadísima edición facsímil que reproduce su viaje desde el sur de Argentina hasta Bolivia y después a México en el 2007 -con un regreso a Europa para hacer el papeleo de una beca- más una visita a Buenos Aires en el 2016. ¿Es que no encontró editorial? En realidad, buscó otras vías, tanto por cuestiones de supervivencia económica como de control total del producto. Además el micromecenazgo «é unha maneira de facer unha venda por adiantado, de poñerte en contacto co teu público e ver se realmente o produto funciona ou non». Y para «facer comunidade» estos días también ha hecho un open studio con otra artista, la vasca Raisa Álava, que trabaja con el azar y lo absurdo.
María Meijide ha marcado la cifra de 7.000 euros para editar 1.200 ejemplares. El micromecenazgo supone el 80 % del coste total de editar el cuaderno de viaje. El 20 % restante lo aportará la propia artista. ¿Y las recompensas? Los que aporten el mínimo (22 euros) se llevarán una copia dedicada del libro. El máximo se ha marcado en 2.300 euros, lo que permite llevarse un cuaderno original.