Nuccio Ordine: «La buena escuela la hacen los buenos profesores, no Internet ni las tabletas»

Beatriz Antón FERROL / LA VOZ

CULTURA

SANDRA ALONSO

El autor de «Clásicos para la vida» y «La utilidad de lo inútil» llevará mañana a Ferrol su defensa de las humanidades

13 may 2022 . Actualizado a las 17:12 h.

«Lo que vivimos hoy en día no es una crisis económica, sino una crisis moral. Hoy reina la indiferencia hacia el sufrimiento del otro y el mensaje con el que se bombardea a los jóvenes es el egoísmo: estudia una carrera para trabajar y ganar dinero, piensa en tu interés, piensa en tu cuenta bancaria y no te preocupes de nada más. Es terrible». Nuccio Ordine (Diamante, Calabria, 1958) considera que la sociedad actual está enferma, pero advierte de que no todo está perdido. El autor de Clásicos para la vida y La utilidad de lo inútil (editado en España por Acantilado, en Galicia por Kalandraka y traducido ya a 22 idiomas en 32 países) defiende el estudio de las disciplinas humanísticas como antídoto contra la dictadura del utilitarismo y reivindica el papel de los profesores como «seres heréticos» capaces de combatir los «falsos valores» de la sociedad. 

-¿Qué fue lo que le llevó a alzar la voz a favor de las humanidades?

-Estamos viviendo una crisis muy importante a causa del utilitarismo, que está destruyendo las cosas buenas de la sociedad, invadiéndolo todo, incluso la escuela y la universidad. La utilidad de lo inútil es un grito de alarma contra eso, una forma de protestar contra esa lógica utilitarista según la cual las cosas que no producen beneficio no son buenas, porque yo realmente pienso que la literatura, la filosofía, la música o el arte son muy importantes para hacer más humana la humanidad.

-Dice que el utilitarismo está invadiendo la escuela y la universidad, ¿de qué manera?

-La universidad tiene que ser un lugar para aprender la reflexión crítica, pero hoy en día no es eso. La universidad se ha convertido en un amplificador de los valores importantes de la sociedad, que son los valores económicos. A los alumnos se les transmite el mensaje de que tienen que estudiar para aprender una profesión y ganar dinero, no para ser personas más solidarias, justas y preocupadas por el bien común. Y en la propia universidad se empiezan a implantar sistemas de evaluación similares a los de las empresas. Pero ni la universidad ni la escuela pueden funcionar como una empresa. ¿Por qué? Porque en una empresa, si una rama no funciona, se corta, pero aplicar esta lógica al ámbito universitario tendría unas consecuencias terribles. Por ejemplo, si tenemos a un profesor enseñando griego y latín a tres alumnos, la universidad podría decir que eso es un lujo y eliminar esos estudios, pero al cabo de cien años, ya nadie sabría leer un texto en griego y latín. ¿Y qué implicaría eso? Pues un gran daño para la democracia, porque si cortamos la memoria, la historia, creamos una sociedad desmemoriada. Y una sociedad desmemoriada es una humanidad perdida, porque para comprender el presente y pensar el futuro tenemos que conocer el pasado.

-En Ferrol, la Xunta ha decidido eliminar el grado de Humanidades por su baja matrícula y la Universidade da Coruña dejará de ofertarlo en el curso 2019-2020. ¿Qué opinión le merece?

-¡Es una locura! Es lo mismo que intentaba explicar antes con el ejemplo del griego y del latín. Cerrar las titulaciones de Humanidades porque no producen beneficios económicos es un suicidio programado del futuro de la sociedad.

-En sus libros también se muestra crítico con la llamada digitalización de las aulas. ¿El libro electrónico y los ordenadores no mejoran la enseñanza?

-La tecnología no es mala, pero hay que saber cómo utilizarla. En el Reino Unido hace ya muchos tiempo que el Gobierno destinó mucho dinero para hacer una revolución digital en las aulas, pero, pasados treinta años, nadie puede asegurar que la enseñanza haya mejorado gracias a eso. Lo que sí se puede asegurar es que las multinacionales que vendieron esos equipos han ganado mucho dinero, porque la tecnología se queda obsoleta enseguida y hay que cambiarla cada cierto tiempo. La buena escuela la hacen los buenos profesores, no Internet, ni las tabletas, ni los ordenadores. Sin embargo, no se destina dinero suficiente a formar a los profesores ni tampoco a pagar su trabajo dignamente.

-¿Qué papel deben desempeñar los profesores hoy en día?

-A los jóvenes se les bombardea constantemente con la idea de pensar en el dinero y en su interés personal. Resulta terrible crecer con esa ideología, pero un buen profesor puede hacer un trabajo muy importante en el aula, porque el saber es una forma de resistencia al utilitarismo. El profesor tiene que ser un hereje que critique los falsos valores de la sociedad. Y aunque a veces me siento pesimista, también soy optimista, porque de verdad pienso que un buen profesor puede cambiar la vida de un estudiante. Por eso hay que defender la educación, la escuela y la universidad. Si las destruimos, no será posible imaginar un futuro de humanidad solidaria.