Cannes arranca con la polémica Palma de Oro honorífica a Alain Delon

José Luis Losa CANNES / E. LA VOZ

CULTURA

GONZALO FUENTES

Al acto le han salido al paso sus declaraciones homófobas, racistas o machistas

13 may 2019 . Actualizado a las 08:02 h.

Desde que hace dos años se reveló que el obsceno depredador sexual Harvey Weinstein tuvo en Cannes uno de sus cotos de caza preferidos, este festival se ha caracterizado por una proactiva lucha contra los actos de violencia o acoso sexual. Se acabaron las inauguraciones con Woody Allen y las clausuras con Roman Polanski.

Por eso, al director de todo esto, Thierry Fremaux, debe olerle a cuerno quemado lo que al festival le está sucediendo con su Palma de Oro honorífica de esta 72.ª edición, Alain Delon. Desde que se anunció el tributo -artísticamente incontestable para quien trabajó con Antonioni, Melville, Losey o Visconti- al actor le han salido al paso sus declaraciones homófobas, algunas expresiones racistas o antisemitas y su afirmación de que había abofeteado a varias mujeres. Esto es, que la Palma de Oro a Delon, de 83 años, incondicional de la extrema derecha francesa, le ha reventado al festival en ese minado terreno de la inclusividad, ante el cual Delon reconoce: «Lo estoy pasando mal viviendo en esta época en la que trivializamos todo lo que va en contra de la naturaleza». Delon, criatura de otro tiempo, con anteojeras o un parche mental como el que lucía, garibaldino, en El Gatopardo, ha devenido huésped incómodo al que, de seguro, en la organización, desearían aplicar un silenciador como el que utilizaba como killer sigiloso de Le samourai de Melville.

Pero, a excepción de la mirada moral tuerta de Alain Delon, a esta 72.ª edición que inauguran el martes los zombis de autor de Jim Jarmusch en The Dead Don’t Die, todo le sonríe. El cartel de lujo de la sección oficial sale casi indemne de la ya casi legendaria guerra con Netflix y ofrece entre sus 21 películas a concurso, las de nada menos que cinco ganadores de la Palma de Oro: Quentin Tarantino, Terrence Malick, Abdelatif Kechiche y, por dos veces, los hermanos Dardenne y Ken Loach. El virtuosismo con el que el festival manejó el suspense sobre la presencia finalmente confirmada de Tarantino es puro arte estratégico made in Cannes. Hay que ver las dosis de proteínas que añade al programa el director norteamericano y su Érase una vez en Hollywood, justo veinte años después de su consagración aquí con Pulp Fiction.

Son tantos los focos de atención que todo suena -tras los avances los dos últimos años del festival de Venecia, respaldado por Hollywood y Netflix- a golpe encima de la mesa. La esperadísima película sobre la mafia y su delator de delatores Tomasso Buscetta, Il traditore, con firma de uno los más grandes cineastas vivos, Marco Bellocchio. El retorno de uno de los más precoces hijos de Cannes, el quebequés Xavier Dolan. Almodóvar, presente gracias a esa licencia que Cannes solo otorga a sus seres predilectos -la de competir aunque su película se haya estrenado hace ya dos meses en su país de origen- y que copa el número de Variety de este mes. Figuras de la primera fila del cine de este siglo, casos del coreano Bong Joon Ho, el brasileño Kleber Mendonça Filho, la austríaca Jessica Haussner, el rumano Corneliu Porumboiu, el norteamericano Ira Sachs o el palestino Elia Suleiman. Y el desembarco francés, poderoso y femenino al 75 %, con Justine Triet, Céline Sciamma, Mati Diop y Arnaud Desplechin.

Duelo de titanes del nuevo cine de autor entre Oliver Laxe y Albert Serra

Me produce euforia ver el pulso que librarán en la sección Un Certain Regard nuestros dos jóvenes bárbaros, Óliver Laxe y Albert Serra, únicos mandarines libertarios ibéricos a los que Cannes ha prohijado, descontado Almodóvar.

Y luego está la fanfarria de golpes de efecto mediáticos: el docu sobre el mirífico Maradona napolitano, el debut televisivo de Nikolas Windng Refn. Y esa nueva franquicia de biopic hagiográficos de mitos del rock inaugurado por Bohemian Rhapsody y que en Cannes estrenará Rocketman que, a mayor gloria de Elton John, después de Freddie Mercury y antes de Jimi Hendrix y Janis Joplin, amenaza seriamente a los superhéroes de la Casa Marvel.