El artista celebra sus 60 años en los escenarios con disco de duetos y concierto
28 nov 2020 . Actualizado a las 05:00 h.No es Raphael (Linares, Jaén, 1943) una persona que mire atrás. Con 80 millones de copias vendidas, 335 discos de oro y 50 de platino, muchos optarían por vivir cómodamente de las rentas. Pero Raphael está hecho de otra pasta: la que le llevará de nuevo a subirse al escenario del WiZink Center de Madrid el 19 de diciembre, y la que le llevó a sacar ayer Raphael 6.0, un disco de duetos con Manu Carrasco, Pablo Alborán, Mikel Izal, Natalia Lafourcade... en el que graba canciones como Resistiré, Lucha de gigantes, Vida loca o Se nos rompió el amor. «Póntelo fuertecito, porque en esta clase de música hay que oírme respirar», aconseja a sus 77 años.
-Nos va a enterrar a todos...
-No es mi propósito [ríe]. ¿En qué sentido lo dices?
-Con 77 años se sigue subiendo al escenario, incombustible, mientras el resto peinamos canas y comenzamos con los achaques.
-Eso no tiene nada que ver. Hay gente con más ilusión que otra, o gente a la que le gusta trabajar más que a otra, o que tiene más facultades. Yo no hago nada más allá de lo que me gusta hacer. Soy un apasionado de mi profesión, afortunadamente, porque si no no hay quien la aguante.
-¿Por qué dice eso de «si no, no hay quien la aguante»?
-Hombre, es una profesión difícil, sobre todo cuando se lleva tantísimo tiempo. Hay que mantener la calidad y hay que mantener la voz. Para estar siempre a punto hay que hacer muchos sacrificios. Fíjate que lo importante no son los años que llevo en esta profesión, sino cómo he llegado hasta aquí y cómo estoy, porque se pueden tener los años que yo tengo y estar cascado y todo eso depende también mucho de la vida que hayas llevado y de lo que te hayas sacrificado. En fin, que a mí me encanta cumplir años en el escenario.
-¿De dónde sale tanta energía?
-De la ilusión que tengo. Siempre he sido una persona con mucha ilusión por lo que hace y eso se me paga de esta manera. Mi recompensa es llegar a estas alturas del partido con estas facultades.
-Sesenta años sobre el escenario, ¿suele echar mucho la vista atrás? ¿Es nostálgico?
-No, no. Nada, cero, jamás. Nunca lo he sido. A mí, si me preguntas por el pasado, te voy a contestar, pero no es de mi agrado hablar del pasado, porque el pasado pasado está. Y no tengo nada que lamentar. Yo no vivo de contar batallitas. Mi batalla es ahora mismo [ríe].
-De jubilación ni hablamos...
-No. A ver, lógicamente un día me tendré que ir, pero ese día, entre tú y yo, está lejano.
-Regresa con un nuevo álbum de duetos, con canciones que siempre había querido grabar...
-Sí, pero no están todas. Hay más, lo que pasa es que para muestra un botón de lujo.
-¿Fue difícil seleccionarlas?
-No, no fue difícil porque las tengo en mente siempre. Son canciones que me gustan mucho, pero que no están hechas para mi repertorio. Estas cosas las puedo hacer cuando llega un aniversario y me dan la oportunidad de estar con mis compañeros, a los que quiero y admiro.
-Vuelve a rodearse de gente joven, ¿se contagia la juventud?
-Diría que algo sí, pero es que yo siempre estoy rodeado de gente joven. Soy muy amigo de los amigos de mis hijos y quizá eso haga mucho. Desde luego, no soy de sentarme a jugar a las cartas.
-¿Y diría que la juventud es un estado físico o mental?
-Las dos cosas. Es mental y físico. Si yo fuera una persona que ya no tiene fuerzas o que las tiene limitadas, no podría hacer conciertos diarios ni las giras largas, que para mí son muy agradables.
-No tiene pelos en la lengua, ¿le ha jugado eso malas pasadas?
-No, pero tampoco soy una persona agresiva. Al revés, soy muy calmado, un andaluz tranquilo.
-Atrae a público de todas las edades, ¿cuál es el secreto?
-Eso es maravilloso y no lo sé. Van familias enteras. ¿Cómo es posible que le guste a un chico de 16 o a una chica de veinte igual que a uno de 40 o de 60? Tengo ciertas sospechas de que eso se cuece en las familias, que los mismos padres o abuelos les dicen a sus hijos y a sus nietos: «¿Has visto ya a Raphael? Vete a verlo y me cuentas».
-¿Qué música le gusta escuchar?
-Lo mismo me encuentras escuchando sinfónico, que me encantan ciertas arias de la ópera. Me entusiasma el flamenco, el jazz, el pop y me gusta mucho el rock.
-¿Sigue pasando nervios antes de salir al escenario?
-Sí, pero son nervios muy controlados. Yo antes era más nervioso, pero después de mi trasplante de hígado soy una persona mucho más tranquila y salgo a disfrutar con el público porque yo me merezco pasarlo bien.
-Supongo que con la edad se pierden complejos también...
-Nunca he tenido complejos, no sé lo que es eso. Yo no he perdido nada, ni sentido del humor. Para mí todo ha sido ganar porque la experiencia es maravillosa cuando se sabe dominar. Cuando la tienes, te sientes tan bien que te das el lujo de hacer alardes.
-¿Cuál ha sido su mayor error?
-¿Mi mayor error? Ninguno, de verdad, porque si no estaría pagando las consecuencias.