El Gobierno ha anunciado el cese del proceso de tutelaje administrativo al que llevaba más de tres años sometiendo a la SGAE.
23 jul 2021 . Actualizado a las 16:42 h.La SGAE vuelve a ser una entidad autónoma y totalmente operativa. Se escribe así el punto final a una tensa historia de rencillas burocráticas que alcanzó su cenit en el año 2018 con la decisión del Gobierno de intervenir la organización para asegurar el correcto cumplimiento de sus funciones y obligaciones legales. Esta drástica medida está contemplada en Ley de Propiedad Intelectual que se encuentra ahora mismo en vigor. El ejecutivo accionó el procedimiento hace casi tres años, al estimar que existían amenazas graves hacia los «titulares de derechos legítimos», tal y como declaró, en su día, el grupo parlamentario socialista cuando puso la cuestión sobre la mesa.
La vuelta a la normalidad ha sido un arduo y pedregoso camino que exigía el escrupuloso saneamiento de las entrañas de la sociedad, cuya imagen pública llevaba largo tiempo sufriendo paulatino deterioro debido al encadenamiento de varios escándalos de mala praxis. Sin embargo, el Ministerio de cultura (regentado ahora por Miquel Iceta) ha premiado la evidente voluntad de renovación y ha anunciado el cese definitivo del proceso de tutelaje. Esta decisión viene motivada por la concreción de ambiciosas reformas internas en la asociación, que incluyen la introducción del voto electrónico en las elecciones internas, la concesión del sufragio a todos los socios y el traslado del poder ejecutivo a la dirección técnica.
El ciclo de resurrección se ha sellado definitivamente con la readmisión de la SGAE en la Confederación Internacional de Sociedades de Autores y Compositores (CISAC). Esta emersión viene marcada por los sucesivos esfuerzos de la directiva interina para alcanzar los objetivos ministeriales de lavado institucional, todo un viaje administrativo de eventualidades imprevistas, procesos de deliberación y tensiones intestinas que termina hoy con final feliz.
El presidente de la SGAE, Antonio Onetti, ha recibido con vivo entusiasmo la noticia de la liberación final. «Quiero agradecer la plena disposición del equipo técnico del Ministerio, que nos ha acompañado en este proceso de normalización institucional», declara Onetti, deseando demostrar la revitalizada capacidad operativa de la entidad que lidera. Según el presidente, este duro pero necesario proceso deja una SGAE «más plural y democrática, asentada en el bien común».
El lavado de cara también se materializará con la transición digital destinada a optimizar los servicios y las prestaciones online ofrecidas, democratizar y facilitar los procesos de toma de decisiones y mejorar la gestión de los derechos de todos los socios. Los tiempos encaran una nueva etapa para esta histórica y cuestionada asociación, que tras enfrentarse a una exhaustiva auditoría busca dar con la tecla para recuperar la velocidad de crucero.