«Washington» o como asistir al casting para la película que Lars von Trier no llegó a rodar

CULTURA

El gallego Matías Daporta busca en Escenas do Cambio a una protagonista para una trilogía que nunca fue: después de Dogville y Manderlay, el realizador danés entró en crisis y se deshizo del guion
05 may 2023 . Actualizado a las 05:15 h.En la productora Zentropa no se habla de Washington. No se habla desde que el realizador danés Lars von Trier tuvo una crisis y destruyó el guion de la que iba a ser el cierre de su trilogía sobre la debilidad humana, que terminó así de forma abrupta, con Grace (que encarnaron Nicole Kidman en Dogville y Bryce Dallas Howard en Manderlay) huyendo. Sin saber a dónde. Sin saber por qué.
El guion, sin embargo, existe. Al menos un guion, un Washington alternativo que el gallego Matías Daporta ha escrito a partir de la especulación colectiva sobre qué y dónde podría ambientarse esta última película que nunca ha llegado a ser. Ha escrito la película (en realidad, una película) pero necesita una Grace. Así que este viernes (17.30 horas), en Escenas do Cambio, se pondrá en marcha el tercer casting para elegir a la actriz protagonista de un film fantasma.
Eso es Washington. Un casting. Real. Una prueba a tres actrices por parte de las profesionales Alejandra Alaff y Daniela Jacques. «Non quería facer un espectáculo, que as directoras fosen agresivas e que turrasen moito polas actrices». Y en Caasting tienen una aproximación «moi feminista a todo ese proceso, que é moi violento porque tes moitas expectativas, ao mesmo tempo sabes que hai moita xente apostando por ese papel...». Así que lo básico es que las candidatas se sientan cómodas.
Tres actrices (María Roja, Sara Laya y Alicia Casas) se enfrentarán a la misma escena, pero distinta. Contextos diferentes, pero iguales. Todos opresivos, como la línea argumental que siguió Lars von Trier en Dogville y Manderlay: Grace llega a un lugar represivo, aislado. En Dogville, es un pueblo desconectado. En Manderlay, una granja alejada del mundo. «Unha das cousas que hai que formular para rematar a triloxía é buscar contextos represivos».
En este casting la escena es la misma, pero distinta: el psiquiátrico se transforma en cárcel, y la madre superiora se transfigura en el director del psiquiátrico. «A escena serve igual, porque o réxime de terror e de represión é o mesmo: xente recluída con un ente superior que ten toda a postestade sobre os seus corpos».
La película de la que Lars von Trier no ha querido volver a hablar sirve así como un juego de espejos. En Dogville, el dispositivo teatral fue llevado al cine. Ahora, Daporta hace performance el cine. Y Washington sirve también como excusa para hablar de cuestiones muy contemporáneas: la esclavitud, la xenofobia, la incapacidad de integrar al diferente y la construcción de un sistema democrático y a la vez profundamente desigual.
El guion sigue abierto, y en este proceso de escritura constante, han brotado muchos temas, como la influencia de la religión y la política. Como el de la salud mental y cómo Estados Unidos exportó en la década de los 30 el modelo de los macropsiquiátricos, que mantiene sus ecos vigentes hoy.
Y también cómo ese modelo macro, elefantiásico, se aplica también en el sistema de prisiones de Estados Unidos, que cuenta con una de las mayores poblaciones reclusas y que además, es racista, porque buena parte de los convictos son negros.
Washington es un casting que arroja pequeñas píldoras de una reflexión sobre el mundo actual, y a la vez es un proceso de mediación, porque permite conocer actrices del ámbito local. Y encaja perfectamente en la línea de investigación de Matías Daporta, que usa el cine para generar nuevos dispositivos escénicos. Es teatro, pero no el convencional, porque el proyecto es un proceso colectivo: primero, el de la escritura del guion. Después, el del proceso de casting.
Porque en realidad, todos y cada uno de los espectadores que este viernes asistan a la audición de la que podría salir una nueva Grace para una nueva Washington, serán jueces. No votan, no eligen, pero seguramente, internamente, elegirán a la actriz que más les gusta. Enriquecer la experiencia escénica es otro de los cometidos de Washington, que hurga en la mecánica cinematográfica para encontrar el arte en el proceso, que ofrece una oportunidad única para asistir a algo que suele realizarse a puerta cerrada. Y para generar conversaciones fuera del espacio escénico.
El público es juez en su intimidad, y también guionista. Porque las escenas de la audición buscando a una nueva Grace desencadenan tantas películas como espectadores asisten a la performance diseñada por Daporta. Un Washington individual que viene a despertar una reflexión sobre el propio deseo y la curiosidad por el trabajo de otros.
«Deberían ilegalizar a cancelación de series». Si se empieza, hay que terminarla. Por eso, Washington también es una reconciliación con una trilogía inacabada, con aquel adolescente de 16 años que se enfrentaba por primera vez a Dogville. Con la experiencia de Matías Daporta con Dogville y Manderlay. «O público quedou especulando dende hai 20 anos». Grace lleva 20 años corriendo sin saber a dónde.
