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Balaídos vibró con la gloriosa noche de rock & roll de Guns N' Roses

Begoña Rodríguez Sotelino
b. r. sotelino VIGO / LA VOZ

CULTURA

Más de 25.000 personas disfrutaron de un gran «show» de más de tres horas

14 jun 2023 . Actualizado a las 00:22 h.

Las cabezas se giraron y los oídos apuntaron hacia el estadio de Balaídos como si se abrieran los cielos y tuviera lugar una aparición mariana cuando se escucharon las notas de Knockin' on heaven's door este lunes al mediodía durante la prueba de sonido. Se preparaba una buena. La gran noche de Guns N' Roses en Vigo. Fue el primer regalo para los seguidores de la mítica banda, fieles irredentos que desde primeras horas de la mañana se apostaban delante de las puertas correspondientes a sus entradas, esperando hacerse con el mejor sitio para disfrutar del concierto.

El tiempo voló hasta que se abrieron los accesos para los que habían pagado un poco más, y media hora después, el resto. Desde que toda la parafernalia está controlada por programas informáticos, los conciertos se han convertido en una metáfora de la sociedad capitalista. Cuanto más dinero pones, más privilegios consigues. El primero, ver cómo Chrissie Hynde, lideresa de The Pretenders, se plegaba al papel de telonera sin pretender otra cosa que tener brass in the pocket a fin de mes. El grupo de la británica actuó en el parque de Castrelos hace seis veranos ante un incontable número de espectadores que rondaría las 15.000 almas a ojo. Este lunes tenían delante, más o menos el mismo número de personas, pero no tantas prestando la atención que solo merece el plato fuerte cuando eres el aperitivo del menú. Aun así, Guns N' Roses y Pretenders se rozan en la década de los 80 (y sus públicos no son antagónicos), así que no fueron pocos los que se alegraron de esperar a Axl Rose y compañía moviendo las caderas al ritmo de Don't get me wrong sin equivocarse de fiesta ni de dress code de vaqueros, calaveras, tachuelas y cuero negro.

Esta vez no fue ni posible ni pertinente —dadas las bochornosas circunstancias que empañaron e hicieron peligrar la contratación del espectáculo— que el telonero más asequible de Vigo, su propio alcalde, saliese a ofrecer su sesión de terapia de autoestima local. Se echó de menos ese «¡Viva Vigo!» y ese otro «¡Os quiero, os quiero y os quiero!» que ya son marca registrada de un Abel Caballero venido arriba como entertainer.

Así que, sin más, The Pretenders se dispusieron a animar la cancha cuando buena parte de los espectadores todavía estaban ubicándose y ofrecieron un magnífico show a lo largo de una hora que dio para repasar sus mejores temas hasta el último lanzamiento, Let the sun come in.

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Tras ellos, con puntualidad, salió el grupo californiano que atesora un puñado de discos de diamante a lo largo de una carrera que ya dura más de treinta años. En el siete titular: Axl Rose (voz, piano), Duff McKagan (bajo), Slash (guitarra solista), Dizzy Reed (teclado), Richard Fortus (guitarra rítmica), Frank Ferrer (batería) y Melissa Reese (teclados). Dados los antecedentes en esta gira, el público de Balaídos llegaba predispuesto a pasar una larga y gloriosa noche entre trallazos y baladas, y a que la amenaza de tormentas de las previsiones meteorológicas no dieran en el clavo.

Una intro con la base rítmica de los latidos de un corazón acompasado a una proyección visual con dinosaurios y labios carnosos dieron paso a la esperada comparecencia de la banda ante más de 25.000 personas. La canción It's so easy, de su álbum de debut, Appetite for destruction, volvió a ser el tema elegido para el arranque de una descarga imparable.

Que la voz de Axl Rose ya no es lo que era no fue una sorpresa. Fue algo que se venía no intuyendo, sino apreciando claramente en cada una de sus comparecencias desde hace unos años. Pero a los ídolos se les perdona todo. Y si no, use your illusion. Llevan años advirtiéndolo. Parecerá que es tan aguda, potente y afinada como cuando compraste los discos que acabaron con unas cuantas agujas de diamante.

Pantallas gigantes del concierto de Guns N'Roses
Pantallas gigantes del concierto de Guns N'Roses NPC

Incluso así, la personalísima voz del cantante norteamericano de 61 años que ya no luce aquella lacia melena rubia, pero no apea el pañuelo del bolsillo trasero, parece que suena un poco mejor según va avanzando la gira. En primera línea, el vocalista no paró de moverse entre los dos guitarristas y el bajista. Slash y su inconfundible sombrero de copa protagonizó varios solos interminables para mayor regocijo de los adictos a los concursos de guitarras imaginarias. Bad obsession, Chinese democracy, Welcome to the jungle, Live and let die sonaron en la primera mitad de un concierto apoteósico a pesar de que el sonido se desmandara en ocasiones más allá de la distorsión que adorna el género. Otro solo de Slash largo como un día sin pan dio paso a los momentos más emotivos, con luces de pantallas de móviles al viento con Sweet child o' mine para seguir con la mítica balada November rain y un Axl Rose entregado al piano. Los compases de Knockin' on heaven's door erizaron el vello a más de uno como si llevara toda la vida esperando por algo así. Más de tres horas para comprobar que es verdad que el rock nunca muere. Long live rock and roll.

Un ambiente festivo que se notó durante todo el fin de semana

El ambiente roquero se vivió en Vigo durante todo el fin de semana. La cita de Guns N' Roses es la segunda y última de la gira europea a su paso por España, por lo que el destino gallego fue el elegido por miles de los seguidores de la histórica banda desde numerosos puntos de Galicia, Asturias y norte de Portugal.

El hecho de que el concierto se celebrase un lunes no pareció afectar demasiado a la hora de hacer balance. El éxito de la convocatoria, tanto para la producción como para los sectores que se benefician de eventos de este tipo, se visibilizó como incontestable. La hostelería volvió a festejar con alegría la contratación de un grupo de pegada internacional. Se tradujo en una alta ocupación hotelera desde el fin de semana, bares llenos de turistas del rock y camisetas de los Guns por todas partes.

La banda, que aterrizó la noche del sábado en la ciudad tras su arrollador concierto de tres horas y media en el estadio Civitas Metropolitano de Madrid, se mostró afable con sus seguidores en las horas previas al encuentro. Axl Rose firmó guitarras, discos y lo que le pusieron por delante en el aeropuerto de Peinador, y Richard Fortus también se dio una vuelta por los alrededores del céntrico hotel de cinco estrellas en el que se alojaban los músicos y posó con los seguidores que se apostaron durante todo el día en los alrededores de la alameda, por donde pasó la procesión del Corpus, para sorpresa de los miembros del equipo técnico del grupo norteamericano.

Más conciertos en julio

En cuanto a las estrellas internacionales, este verano Vigo solamente cuenta, por ahora, con la baza del DJ David Guetta, que convertirá el parque de Castrelos en una macrodiscoteca ibicenca. El Concello anunció hace unas semanas que el artista se subirá al escenario al aire libre el próximo 20 de agosto. El músico de origen francés está considerado como uno de los mejores de su gremio, un creador capaz de mover masas a su antojo con sus manos sobre la mesa de mezclas y muchos decibelios.