Aitana desata el fenómeno adolescente en el Monte de Gozo: «Esto es un sueño»

La Voz SANTIAGO / LA VOZ

CULTURA

María, Noa y Raquel llegaron desde Vilagarcía para pegarse lo más posible al escenario.
María, Noa y Raquel llegaron desde Vilagarcía para pegarse lo más posible al escenario. Xoán A. Soler

Familias enteras esperan durante horas para ver en directo a la diva del pop

17 jun 2023 . Actualizado a las 20:32 h.

Llena de felicidad, Valeria reconoce estar viviendo un sueño. Que los ojos son el espejo del alma lo demuestra ilusionada junto a Helena, Alba Lucía e Inés, las cuatro amigas de 12 y 13 años que llegaron a Santiago desde A Pobra do Caramiñal para conocer a su heroína: Aitana Ocaña. «¿Cómo podíamos decirles que no, que no las podíamos traer?», confiesan Clara e Isa, las dos madres a las que le tocó hacer guardia desde primera hora de la tarde para que pudieran ver en directo a la cantante catalana. 

Las pobrenses Valeria, Helena, Alba Lucía, Inés, Clara e Isa.
Las pobrenses Valeria, Helena, Alba Lucía, Inés, Clara e Isa. Xoán A. Soler

Que O Son do Camiño se ha convertido en un festival ecléctico para todas las edades ya se había dejado notar en las dos primeras jornadas. Se confirmó en la última. Si Leiva atrajo a los que ya peinan canas; y Maluma, a madres, hijas y abuelas, faltaba que Aitana reclamara a las más jóvenes. Con carteles en ristre, un ejército de menores de edad —acompañados al menos de un adulto— se fueron agolpando delante del escenario Estrella Galicia. Son las cuatro de la tarde y el concierto está previsto para las 11 de noche. La espera es el menor problema.

«Dieron la lata, pero ahora ya queda poco. Estamos aquí para hacerlas felices. Lo hacemos por ellas, claro, pero nosotras también disfrutamos», reconocen Clara e Isa, que acabaron admitiendo que la artista también les gustaba. «Al final es la música que se escucha en casa. Esto es un sueño para ellas». Lo mismo les ocurre a María, Raquel y Noa, abuela, madre e hija. La familia al completo desembarcó desde Vilagarcía. «Canta fenomenal. Me encanta, ojalá pudiera conocerla», admite la joven de 11 años con los ojos abiertos de par en par y ese brillo ilusionado de la juventud. Junto a ella, su abuela reconoce que momentos así «rejuvenecen», más cuando la acompaña. Feliz por pasar una tarde diferente con su nieta, adelanta que en dos semanas volverían a irse las dos solas a otro concierto. Sabe que hay momentos que no le olvidan. Mari, la madre, explica: «Venimos por ella, pero nosotras también la escuchamos. En el coche, en casa, en todo momento. Aitana siempre está sonando». Se quedan bien pegadas al escenario: «De aquí no nos mueve nadie».

Quizás no existan fans más acérrimos que los adolescentes. Con los años descubrirán que sus ídolos también son de carne y hueso, pero por el momento hay que seguir soñando. Se nota su ilusión cuando dicen su nombre: Aitana. «No hay ninguna como ella», revelaNoa. Se siente también en las miradas de Eva y Miriam, de seis y diez años. La más pequeña sonríe mientras sus padres, María y Suso, la emulan.

Eva y Miriam, junto a sus padres María y Suso.
Eva y Miriam, junto a sus padres María y Suso. Xoán A. Soler

Los dos saben que todavía queda un buen puñado de horas para que la nueva princesa del pop español salga a escena. «Fue el cumpleaños de la mayor y nos pidió las entradas. Aquí estamos», reconocen padre y madre. ¿Cumplir los sueños de una hija? Aunque sea al sol y sentados en el suelo. ¿Quién se atreveria a decirles que no si ese es el precio a pagar? La espera, bien pegados al escenario, bien merece la pena. Con el paso de los años los más pequeños quizás olviden este día, pero no sus madres, padres y abuelas.