Expertos en inteligencia artificial buscan el marco jurídico que la regule

Begoña Rodríguez Sotelino
Begoña R. Sotelino MADRID / LA VOZ

CULTURA

Luis Camacho / SGAE

La SGAE reúne en un congreso en Madrid a especialistas internacionales

15 mar 2024 . Actualizado a las 09:53 h.

Hace 125 años que a alguien se le ocurrió que la creatividad en sus diversas formas, quizás brote por generación espontánea, pero su fruto tiene dueño y derecho a reclamar lo que es suyo mediante un organismo que lo avale. Esa entidad, en España, es la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE), y celebra su siglo y cuarto de historia con una batería de actividades como la que acoge en la Casa de las Alhajas de Madrid a expertos para analizar la inquietud que genera la inteligencia artificial (IA).

El congreso internacional La propiedad intelectual y las industrias culturales ante la inteligencia artificial generativa cuenta con referentes como Jane Ginsburg, directora del Centro Kernochan de Derecho, Medios y Artes; Ryan Abbott, abogado especializado en IA y profesor en la Universidad de Surrey; Leonardo Cervera, secretario general del Supervisor Europeo de Protección de Datos; Klaus Goldhammer, autor del Estudio económico y estadístico sobre el impacto de la Inteligencia Artificial en el sector musical o Nuria Oliver, doctora por el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT).

Abbott abrió las ponencias tras la bienvenida con la que el presidente de SGAE, Antonio Onetti expresó el deseo de un uso ético de la Inteligencia Artificial destinada a «garantizar la diversidad cultural y no perpetuar desigualdades». El abogado ofreció una charla salpicada de humor —aunque pocos se reían— y de ejemplos sobre la expresión intangible de un autor con derecho a protección, pese a que el norteamericano advirtió que los humanos no seremos capaces de copiar el estilo de otra persona, y de ejemplo citó a Taylor Swift, «pero la IA sí que lo podrá hacer, no ahora mismo, pero sí en unos años».

Esas cuestiones, como quién tiene los derechos del famoso selfi del mono Naruto y mil más, ocupan a los legisladores con estándares jurídicos camino de la obsolescencia: «La IA va a ser cada vez mejor, los humanos, igual no, tengo mis dudas. La inteligencia artificial nos va a resolver problemas que no sabemos que tenemos, y vamos a ser sus esclavos», auguró para a continuación tranquilizar a la audiencia con la parte más idílica de la IA, en la que la tecnología «no nos va a quitar el trabajo, como viene augurándose desde la primera revolución industrial en la que los obreros salían a romper máquinas», sino que nos liberará de tareas absurdas, poniendo como ejemplo a unos ascensoristas con la misión de pulsar un botón para mover el elevador. Según Abbott, solo hay que encontrarle a la gente otras tareas más interesantes, y hacernos partícipes de los beneficios sociales y económicos que producirá. «Si se puede hacer más barato tendremos una riqueza ilimitada si está bien repartida», afirmó. «En mi universidad están intentando cambiarme por un chatbot, que no pide ni pensión ni coge bajas», bromeó. «Es un reto emocionante al que hay que poner coto y acordar las reglas que queremos», zanjó.

«La IA puede imitar reporteros pero ¿y si el lector busca una opinión humana?»

Jane Ginsburg es una eminencia hija de un icono feminista. La primogénita de la magistrada del Tribunal Supremo de los Estados Unidos Ruth Bader Ginsburg, fallecida en el 2020 heredó su pasión por las leyes y la educación. Jurista y profesora de propiedad intelectual en la Universidad de Derecho de Columbia, además de preservar el legado de una madre que rompió unos cuantos techos de cristal, despeja retos y desafíos que la irrupción de la inteligencia artificial supone, desde su definición legal a la geográfica, ya que cada país entiende y protege de forma distinta la propiedad intelectual. En su ponencia en el congreso de la SGAE aligeró la materia con ejemplos tan ilustrativos como poner a unos Julio Iglesias y Quevedo robóticos a cantar Me olvide de vivir, o mostrar cómo la IA decora una paella «al estilo» Miró.

—¿Y el sector de la comunicación cómo lo ve?

—Los editores de The New York Times se enfadaron mucho con las prácticas de plataformas como Google News o Facebook Meta copiando titulares, fotos y las frases iniciales de las noticias de sus webs, arguyendo que al clicar remitían al usuario a la fuente original. Pero a menudo el lector le llegaba con eso, leían sin pagar y los beneficios publicitarios solo iban para los otros. Eso no es exactamente IA, pero forma parte de una larga infelicidad de los medios. Hay gran preocupación en las empresas de comunicación ante la creciente sustitución de fuentes informativas generadas por IA en vez de las originales.

—¿A dónde lleva eso?

—Estamos perdiendo información porque su economía se basaba en la publicidad y los anuncios breves. Esa parte desapareció y hay una competencia más grande. La diversidad informativa ha disminuido debido a los desafíos económicos que afrontan las empresas. Las víctimas más significativa son las noticias locales. The New York Times es una compañía muy grande que sobrevivirá, al Washington Post lo mantiene un billonario, pero a los pequeños que dependen la publicidad tienen que despedir gente o irse del negocio. Hay preocupación por el efecto de todo esto sobre la democracia, porque si la gente no está informada a nivel local, eso les hace más susceptibles a las fake news y otras formas de manipulación.

—Bueno, los medios pequeños también están buscando dónde pueden usar la IA...

—Por supuesto... ¡es que los periodistas cuestan dinero!. La inteligencia artificial puede extraer información, ser un sustituto aceptable y quizás no infringe nada. Supongo que la IA puede imitar el estilo de algún reportero, pero a lo mejor el lector está buscando una opinión humana detrás. Y sale más caro, seguro.

—Con la IA parece haber más preguntas que respuestas ¿Hay que tenerle miedo?

—No creo que sea productivo. Es mejor tratar de lidiar con ella para obtener beneficio. Se necesitan seres humanos para hacer reportajes. Quizás los programas de IA pueden transcribir plenos municipales, pero todo lo que requiere investigación o un juicio, no veo cómo delegarlo a una IA. La inteligencia artificial no es inteligente. Sabe ir hacia adelante, pero no hacia atrás.