Francisco Contreras, uno de los artistas más inclasificables de España, abre el Festival Resis en A Coruña
03 may 2024 . Actualizado a las 19:41 h.Francisco Contreras (Elche, 1985), Niño de Elche, es uno de los artistas más eclécticos, personales e inclasificables de la actualidad. Hoy (Fundación Luis Seoane, 20 horas) abre el Festival Resis en A Coruña con Y entonces... (Variaciones canónicas sobre Luigi Nono) donde trabaja sobre el universo del compositor italiano Luigi Nono (1924-1990) al que el certamen dedica parte de su programación en su centenario.
—Toca muchos palos pero ¿cómo se define?
—Vivimos en un mundo de etiquetas. Vengo del flamenco; pero ni flamenco, ni cantaor, ni performer, ni actor cuentan de forma global qué hago; aunque sí de forma parcial. Me relaciono con la idea de indisciplinar o entre categórico, porque trabajo con muchas categorías. Quizá la palabra artista, sin más, ayude; pero intento que una definición no cuente todo lo que hago.
—¿Cómo surge este proyecto?
—El Festival entendió que yo podía dar otro tipo de escucha a la obra de Luigi Nono, por lo que recibo la invitación del Resis a través de Hugo Gómez-Chao. Además, Marcelo Expósito me dijo que iba a participar en la exposición Y su sangre ya viene cantando, dentro del Resis. Me había acercado a Nono en una pieza de Antología del cante flamenco heterodoxo, basada en su cara más política. Fue de modo más espiritual que arqueológico; para entender qué actitudes sociológicas, poéticas y discursivas entrelazaban mi figura y la suya con el flamenco, García Lorca o Machado, centrándome en transcripciones para guitarra de Noël Akchoté. Cuando llega la propuesta del Resis, pensé en Miguel Álvarez-Fernández: hablamos sobre Nono y era la persona idónea para acompañarme. Hacer algo «a partir de» Nono es un impulso gracias a un artista al que se me invita a que escuche para reflexionar, ampliar o minimizar; pero también tiene sentido de partición. No creo en los homenajes; pero sí en la idea de partir: crear islas, trampolines, empujones, inspiraciones... elementos que acompañen en lo artístico. A veces por iniciativa propia y otras como constelaciones: están ahí y alguien te empuja a profundizar.
—Nono y usted son artistas políticos, agitadores, disidentes y experimentadores.
—De Nono me interesan muchas cosas. Me siento conectado a su desilusión con los movimientos políticos. Hay un cierto Nono que no me interesa tanto discursivamente, pero me atrae en lo estético. Este proyecto se centra en el último Nono: más maduro, más espiritual, profundamente político y menos panfletario. Conocí a fondo el trabajo de Nono gracias a Miguel Álvarez-Fernández y Bruno Dozza. El arte es mi universidad: me permite relacionarme con gente de gran categoría intelectual y artística. Trabajar con la gente con la que trabajo es un aliciente. No sé qué aporto a la obra de Nono, depende de quién lo escuche.
—¿Qué esperar de «Y entonces... (Variaciones canónicas sobre Luigi Nono)»?
—En el contexto de un festival como Resis, mi escucha de la obra de Nono está desplazada respecto a la de otros. La clave es cómo traducirla en algo con más o menos interés. Busco profundizar en la escucha para entender mejor al personaje y repensar cómo escuchar a un músico disidente al que ahora algunas instituciones quieren abrazar. Hay algo en estos homenajes póstumos que me interesa como elemento social, cultural y político. No definiré qué sucederá, porque la palabra espectáculo tiene una serie de tensiones que no benefician. Para mí no hay fronteras: lo performativo, lo concertístico, lo musical y lo teatral se interrelacionan. Todo tiene cabida y categorizar el arte es una trampa que no nos debemos hacer.
—¿Cómo aborda los clásicos?
—Desde la escucha y lo vital y espiritual más que desde lo material de obras concretas. Escucho música desde un contexto sociológico, antropológico, discursivo y filosófico más que desde las partituras. Como todavía no sé leer partituras me relaciono con estos mundos desde la filosofía, lo sónico o lo espacial. Es ahí donde puedo entablar conversación con ellos y una de mis puertas de conexión con la música contemporánea. En mi obra estoy muy influenciado por Morton Feldman y Scelsi. Luego, nombres como Ligeti, Messiaen, Lutoslawski, Cage, Crumb, Stockhausen, Varèse... o antiguos, como Gesualdo, Guerrero o Dowland, fueron motivo de análisis para algún proyecto. Y Albéniz, Falla o Mompou, sobre los que ya trabajé. Hay referencias a ellos en mis discos y en mis espectáculos. Con el Winterreise, de Schubert, tengo una obsesión: es lo que más escuché en el pasado año en Spotify.