El trío de punk californiano que nunca envejece aterrizó en O Son do Camiño para celebrar los aniversarios de «Dookie» y «American Idiot» ante 43.000 personas
31 may 2024 . Actualizado a las 13:00 h.Cuando sonaron los primeros acordes de The American Dream is Killing Me el de Green Day apuntaba a un concierto diferente. Quizás el esperado. La canción es el emblema de su disco número 14, Saviors, que la banda sacó hace solo unos meses. Estaba listo para ser tocado. Lo dijeron ellos: «Nunca hemos estado tan emocionados de estrenar nueva música como con Saviors, un disco pensado para ser rockeado en directo, juntos», comentaron tras el anuncio de su lanzamiento. Pero no sucedió. Al menos este jueves en O Son do Camiño. Porque la apuesta del exitoso combo de punk pop estadounidense fue otra bien distinta. La nostalgia. Y por eso, subidos al escenario de O Monte do Gozo, repasaron una a una las canciones de Dookie (1994) y American Idiot (2004), los discos con los que cambiaron el mundo al menos un par de veces.
El primero cumple tres décadas este año y el segundo veinte primaveras. Excusa suficiente para tocarlos de arriba a abajo, y apenas dejar hueco para presentar en directo sus nuevos temas. Todo un ejercicio de generosidad con un público mayor de edad, que se hizo adolescente al mismo tiempo que Longview pegó un pelotazo allá por los 90; o cuando American Idiot hizo lo propio ya entrados los 2000. Porque hay pocos grupos capaces de vivir segundas y terceras juventudes, pero Green Day lo ha conseguido.
Inmersos en ese ejercicio de generosidad con los presentes y pese a que los himnos suelen hacerse esperar, cuando no habían pasado ni veinte minutos del inicio, ya retumbaba Basket Case a todo volumen. Un clímax prematuro que Billie Joe Amstrong fue capaz de mantener intacto hasta el final. Lo hizo a pesar del deficiente sonido, sobre todo en el arranque, del que nunca pareció ser consciente. Sí la grada, que confió a las rachas de viento el poder distinguir los temas que sonaban. El vocalista y guitarrista de Green Day, encamisado, elegante a su manera, y aparentemente lejos de los 52 años que su biografía dice que tiene, jugó a ser adolescente durante los 100 minutos de concierto. Lo hizo flanqueado por otro imparable Mike Dirnt y un inconmensurable Tré Cool que dejó las baquetas a un lado para cantar All By Myself con un particular arreglo de cuerdas de fondo. Antes sonó Sassafras Roots, Welcome To Paradise y Coming Clean.
«Quiero ver a todo el mundo volverse loco», espetó Amstrong. Y le siguieron. El trío californiano, enmarcado en la historia como una banda de punk, se lanzó a hacer algo más parecido a un rock de estadio. Con el mítico puño agarrando al granada sobre el escenario, dispararon entonces los perdigones acelerados de Holiday y Boulevard of Broken Dreams que hicieron disfrutar a los adolescentes de entonces y también a los de ahora. Cada día hay gente que escucha a Green Day por primera vez, aunque un grupo con etiqueta de leyenda no tenga que aspirar ya a esa hazaña. Pero en O Monte do Gozo, levantando los brazos estaba no solo la generación que creció con Dookie, también la que pasó la adolescencia en discotecas escuchando a J Balvin, que actuaba en el escenario colindante media hora antes. Es poco probable que los veinteañeros allí presentes le dedicaran Last Night on Earth —que faltó en el repertorio— a algún amor, pero lo hubiese parecido. Lo cierto es que poco más de esa edad tendría la fan que Amstrong subió al escenario a mitad de concierto para cantar a coro Know Your Enemy.
De Saviors hubo tiempo para The American Dream is Killing Me o Dilemma. El disco, de solo unos meses de vida, es en realidad una vuelta a su espíritu punk original de principios de siglo. Al sonido de Dookie y a la crítica social de American Idiot. Prueba de ello es que el productor de ambos, Rob Cavallo, ha estado de nuevo a los mandos.
![Momento en el que Green Day interpretó «Wake Me Up When September Ends».](https://img.lavdg.com/sc/OC4DLvyHYBv4KVjPErNzpHC2-MQ=/480x/2024/05/31/00121717146121750371730/Foto/i_20240531_083022001.jpg)
El momento luces llegó con Wake Me Up When September Ends, uno de sus clásicos y quizás el himno más intergeneracional de su trayectoria. Aunque su historia real es poco conocida. La canción, escrita por Amstrong, es plenamente autobiográfica. Un día de 1982, cuando tenía solo diez años, su padre murió. Amstrong se encerró en su habitación y cuando su madre llamó a la puerta, él respondió la famosa frase que da nombre a la canción: «Despiértame cuando acabe septiembre».
Finiquitado el último momento álgido de la noche, Green Day eligió despedirse de una forma poco habitual. Porque, desde luego, es poco habitual cerrar un concierto de rock y público botando con una canción tocada a guitarra acústica. Pero así fue. Sonó Good Riddance (Time of Your Life) y sin mayores despedidas que un lanzamiento de baquetas al público, la banda de punk rock más mainstream del planeta se marchó.