La química gallega que trabaja en el MET: «En nuestro equipo reescribimos la historia del arte a través de la ciencia»

Gladys Vázquez REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Goretti Mieites en el MET, donde trabaja como química desde hace más de seis años
Goretti Mieites en el MET, donde trabaja como química desde hace más de seis años

María Goretti Mieites Alonso investiga y divulga en uno de los mejores museos del mundo

29 jun 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Esta es la historia de una gallega que trabaja cada día entre dos millones de obras de arte. «Soy una romántica así que me encanta el paisajismo de la escuela del río Hudson. De España destacaría cualquier obra de El Greco y, en algo más reciente, me gusta mucho Remedios Varo». Para María Goretti Mieites Alonso (Palmeira, Ribeira, 1981) es imposible escoger una única obra de las expuestas en el MET, el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, uno de los templos de la cultura más importantes del mundo. «Todo el mundo se sorprende de que haya una química en el MET y más cuando saben que hay todo un departamento dedicado a ello. Cuando lo explicas tiene mucho sentido», dice divertida. Y es que la ciencia aplicada al mundo del arte es imprescindible. «Es la misma que se aplica en cualquier otra empresa o universidad. Las técnicas, como la cromatografía o los rayos X, también son iguales. La diferencia es el campo de aplicación y, personalmente, la satisfacción de trabajar con algunos de los objetos más bellos creados por el hombre».

En el origen del arte

En las últimas semanas, esta química vocacional formada en la Universidade de Santiago, que pasó por empresas como Reganosa y Aimen, e incluso ejerció como profesora universitaria en Mozambique, ha estado desbordada. En sus manos, un pigmento llamado indian yellow, usado entre los siglos XVI y XIX, originario de la India, que se obtenía tras secar la orina de vacas alimentadas solo con mango. «Esta práctica se prohibió a principios del siglo XX por crueldad animal ya que las hojas de mango tienen una sustancia tóxica, pero nunca han aparecido registros históricos de esa prohibición. El color es brillante y fluorescente y grandes artistas como Van Gogh lo adoraban. Queremos saber más sobre su comportamiento químico, sus orígenes o su uso», relata con pasión sobre un trabajo que es diferente cada día. Y es que por trabajar trabajan hasta en la jornada en la que otras estrellas reinan en el museo, el día de la Gala MET. «Siempre tenemos un par de miembros de nuestro equipo que tienen que estar presentes para monitorear las condiciones ambientales, desde los niveles de luz a la temperatura e incluso las vibraciones. Nada puede ser perjudicial para las obras. Internamente también tenemos nuestra celebración para los que hemos trabajado en los vestidos de la exhibición. Por suerte, nuestro vestuario no es tan aparatoso como el de los invitados a la gala». En otras jornadas, toca bata de laboratorio o visitas a departamentos de conservación y galerías para examinar obras. «Además, ejercemos de guías ofreciendo tours a grupos de estudiantes, por ejemplo. Se trabaja mucho, pero no cuesta tanto cuando te encanta lo que haces». Sumado a esto, las redes sociales. A través del perfil @METscience en Instagram dan a conocer al mundo lo que hacen. «Somos un departamento pequeño comparado con otros así que estamos muy orgullosos de que nuestra cuenta sea una de las que más seguidores tiene».

Goretti habla siempre en plural de un trabajo en equipo, de lo importante que es «rodearse de gente excepcional». «Mis compañeros son algunos de los mejores profesionales del campo a nivel mundial». Los químicos son mayoría, pero también hay dos geólogos y una historiadora del arte. «Tenemos gente de Argentina, Japón, Inglaterra y Estados Unidos, pero la mayoría de mis compañeros son italianos. Eso hace que el ambiente sea muy europeo, así que lo siento como estar en casa».

Más de seis años de trayectoria en el MET que le hacen mirar atrás con satisfacción. Goretti siempre pensó en el mundo del arte, pero la vida la llevó primero hacia la química medioambiental. Ahora es consciente de que ella y su equipo reescriben «en cierto modo» ­­—dice humilde— la historia del arte a través de la ciencia».

«Usamos técnicas científicas para identificar reproducciones o datar un objeto. Entender los materiales que se usaron para crear una obra puede dar mucha información histórica como, por ejemplo, explicar las relaciones comerciales entre países. Trabajamos, literalmente, por amor al arte».

Imagen de Goretti Mieites en el laboratorio del museo
Imagen de Goretti Mieites en el laboratorio del museo

«Sientes impresión cuando caminas por estas galerías»

«Cuando vas a trabajar a diario lo acabas normalizando, pero siempre hay una especie de orgullo o impresión cuando caminas por estas galerías, especialmente cuando están vacías, antes de que abramos al público». Más de seis años después, el MET sigue siendo para Goretti Mieites un «sitio mágico».

Esta investigadora está trabajando mucho con textiles — «me encanta todo lo que tiene que ver con la época victoriana» — y lo hace como una más de un equipo de casi 2.000 empleados, en el que hay más españoles.

Su oportunidad surgió con una mudanza. Ella se trasladó con su marido, que es hijo de emigrantes y creció en Nueva Jersey, en busca de oportunidades laborales. Que aterrizase en el MET lo define como «una historia bastante simple» que empezó con una oferta en Linkedin. Tras una entrevista telefónica y otra personal, le ofrecieron el puesto y, en dos semanas, estaba trabajando. «El sistema laboral en este país ofrece muchas oportunidades así que es importante ser eficiente y competitivo». También ve oportunidades de promoción dentro del museo. «El problema es entrar en el campo porque hay mucha competitividad. El MET ofrece además muchas oportunidades a estudiantes, pero hoy en día es casi imprescindible tener un doctorado para poder ser considerado para un trabajo de campo». A esto hay que sumarle que se trata de una ciudad con grandes oportunidades en lo suyo. «Es una de las ciudades que concentra mayor número de museos en el mundo y también se cuenta con muchos recursos científicos y acceso a obras de arte».

De su vida valora la oferta cultural y de entretenimiento. También la piña que hace con el resto de inmigrantes de su entorno. «Es una ciudad fantástica, pero desgasta mucho». El instinto de volver siempre está ahí. «No creo que haya ningún gallego que no piense en volver. El problema son las oportunidades laborales».