Gila, el soldado al que fusilaron mal

antonio paniagua MADRID / COLPISA

CULTURA

Blanca Millez | EFE

El filme «¿Es el enemigo?» recrea la participación del cómico en la Guerra Civil, que inspiró algunos de sus famosos monólogos antibélicos

31 dic 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Miguel Gila, el cómico que hizo del humor del absurdo y del disparate sus señas de identidad, sobrevivió a un pelotón de fusilamiento en la Guerra Civil. A los 17 años se alistó en el ejército republicano, y en 1938 fue apresado. En El Viso de los Pedroches (Córdoba), unos soldados mal encarados y borrachos descargaron sus fusiles contra los prisioneros. Ni siquiera se acercaron a darles el tiro de gracia. Entre los cadáveres arrumbados había un hombre que se hizo el muerto. Era Gila, quien huyó con otro superviviente de la masacre a hombros, el cabo Villegas.

Esos hechos, las descargas como latigazos rasgando la noche, la ejecución en medio de las carcajadas de los sayones, el caos de los cuerpos amontonados son recreados por Alexis Morante, que dirigió el filme ¿Es el enemigo? La película de Gila. Unos terribles acontecimientos que fueron narrados por el propio Gila en un desternillante monólogo que remataba siempre con un «me fusilaron mal».

Todas esas vicisitudes habrían servido para hacer un drama, pero Morante, fiel al legado del cómico y dibujante, rodó una tragicomedia que él define como una «fábula optimista y antibelicista». «He subido la apuesta. Tenemos al mayor cómico de España, un icono cultural que vivió la mayor tragedia del país. Carecía de sentido no mezclar los dos conceptos», argumenta Morante.

Para contar esta historia, el director reclutó a actores reconocidos, como Adelfa Calvo, Carlos Cuevas, Salva Reina y Natalia de Molina, pero también a un intérprete desconocido para dar vida a Gila, Óscar Lasarte, comediante y mago que imita con acierto la voz del humorista pegado al teléfono. Dado que hay pocas fotos de Gila en sus años de juventud, Morante quiso que el personaje fuera asumido por alguien nunca visto en la gran pantalla, un actor que a la vez infundiera a lo narrado su talante ingenuo y su humor absurdo. «Enseguida supe que debía ser él», asegura el cineasta, que eligió entre un sinfín de candidatos.

Para conferir verosimilitud al relato, la película bebe de la autobiografía que publicó Gila, Y entonces nací yo. Memorias para desmemoriados. Los autores de la cinta, en la que participa Raúl Santos como coguionista, han contado con la ayuda de Malena Gila, hija del humorista, que asesoró a Óscar Lasarte.

Comicidad naíf

Lasarte revisitó muchos vídeos en internet sobre los monólogos de su colega, que se anticipó a la stand up. «¿Me pilla lejos generacionalmente Gila? No, no, es una figura que tuvieron muy presentes mis padres y mis abuelos. Me ha inspirado mucho, porque es necesario hacer humor de los aspectos más trágicos de la vida», dice el actor, que hasta ahora solo había trabajado en cortometrajes, con alguna aparición esporádica en series.

Morante urde un cuento contra la guerra macerado en una comicidad naíf y con gotas de realismo mágico. Pero ¿se puede ser antibelicista en tiempos de dictadores sanguinarios? «Por supuesto que sí. Eso no quiere decir que no tenga mi ideología y mi posicionamiento ante las cosas. Pero ante todo hay una cosa superior, que es el absurdo de la guerra. El matarse por matarse, y más en la Guerra Civil, donde estamos hablando de enfrentamientos entre iguales, entre vecinos, entre primos».

En los anales de las Nocheviejas españolas en televisión figuran las actuaciones de Gila, padre del humor español moderno, un hombre que, con gesto adusto y cándido, interpelaba al enemigo a fin de que parara la guerra, y le preguntaba a qué hora iba a avanzar, no fuera que estuvieran todos acostados.

Para Lasarte, una de las escenas más complicadas fue el rodaje de una batalla en medio de un bosque de Vizcaya, por no hablar del fusilamiento, que tuvo que filmarse un día frío y lluvioso. Por si no estaba suficientemente mojado, al agua de las nubes se sumó la lluvia artificial. «Ha sido una actuación muy intensa. Reconozco que peté un poquito», admite.

Cuando estalló el golpe de 1936, miles de mujeres decidieron hacer frente a la insurrección tomando las armas. Rosa es una de ellas, a la que da vida Natalia de Molina. «Tiene los pies en la tierra. Si los demás son unos chavales inexpertos, Rosa está muy preparada», dice la actriz.