Marianne Faithfull, la voz dramática que fue mucho más que la musa de los Stones
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CULTURA
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Muere a los 78 años la figura que fue uno de los grandes iconos pop de los sesenta y que, tras bajar a los infiernos, en 1979 firmó su gran obra maestra «Broken English»
31 ene 2025 . Actualizado a las 09:24 h.«Fui considerada durante mucho tiempo una chavalita con suerte por haberse cruzado en el camino de los Rolling Stones. Y de vez en cuando todavía tengo que tragarme esa mierda. Si quieres hablar de los Rolling Stones, hazles una entrevista a ellos. Si quieres hablar de mi música, entrevístame a mí. Mi talento no depende de los Rolling Stones». Airada y harta, contestaba así Marianne Faithfull en el 2014 en una entrevista de la revista especializada Ruta 66. Con 68 años y una veintena de discos a sus espaldas, consideraba que ya había llegado el momento en el que se la conociera por ella misma y no por haber sido la eterna musa del grupo británico y pareja de Mick Jagger. Sin embargo, en la misma charla admitía la fortuna de haberse tropezado con aquel mundo: «Tengo mucha suerte, claro. As Tears Go By era una canción preciosa que fue escrita para mí y todo lo que trajo consigo mereció la pena».
Marianne Evelyn Gabriel Faithfull no tenía la intención de dedicarse a la música cuando, a los 17 años, se cruzó con Andrew Oldham, el mánager de los Rolling Stones. Aquella chica que deseaba estudiar literatura inglesa en Oxford asistió a una fiesta. Oldham la vio y se quedó prendado. Imaginó a una estrella. Corría 1964, Londres era la capital del mundo pop y todo estaba por hacer. Empujados por su representante, Mick Jagger y Keith Richards compusieron un tema para ella. Hasta entonces se dedicaban a reciclar temas de blues y rock americano. Ahí estaban firmando su primera canción: una pieza de folk-pop circular y barroco alejada de su estilo. La interpretación de Marianne transmite una inocencia casi dolorosa, paseándose por una melancolía que conectaba con lo que en Francia grababan artistas como Françoise Hardy. El resultado no solo supuso un puesto noveno en la lista de ventas, sino el principio de una artista atípica, heterodoxa, enigmática y siempre fascinante.
Aquella cantante de rostro aniñado y flequillo perfecto sugería una voz dulce y angelical. Pero incluso en esos hits de los sesenta ya se desprendían notas graves, una cierta aspereza y el dramatismo que iba a explorar en el futuro. Sister Morphine, con letra suya y música de Mick Jagger, ya lo deja claro en 1969. La belleza cristalina de sus discos folk, Come My Way (1965) y Marianne Faithfull (1965), empieza a empañarse por la gravilla del rock y su experiencia vital. Ya había deslumbrado en la pasarela pop del Swinging London. Ya había sido machacada por la opinión pública, al aparecer envuelta en una alfombra en la ejemplarizante redada antidrogas que en 1967 se hizo en la casa de Keith Richards. Ya había sido la chica con mono de cuero negro en la película La chica de la motocicleta (1968) junto a Alain Delon.
Cuando Marianne Faithfull editó Sister Morphine —que se incluiría en el Sticky Fingers (1971) de los Rolling Stones sin acreditar su nombre— había consumido muchas drogas, pero aún no era una adicta. En eso se convertiría en los años setenta, tras romper con Mick Jagger. Enganchada a la heroína, viviendo en casas ocupadas o directamente en la calle, mantuvo una intensa pero dolorosísima historia de amor con Ben Brierly (bajista de The Vibrators) mientras un nuevo estilo musical se asentaba en Inglaterra. «Fue el nervio punk lo que alimentó mi rabia. Sid Vicious y yo teníamos el mismo camello», escribió en Una autobiografía (1995). De ahí, entre la zozobra, la mugre y un talento radical y visionario salió Broken English (1979), una obra maestra inclasificable. Bebe del punk, pero mira hacia otro lugar y llega a un paraje desgarrado, maquinal y futurista. La eterna The Ballad Of Lucy Jordan surgía como el caramelo pop de un álbum vanguardista, oscuro e inquietamente frío. Como los que entonces grababan David Bowie, Joy Division y Gary Numan.
Otro hito en su trayectoria es Strange Weather (1987). La voz adquiere ahí esa crudeza que la marcaría en adelante. Limpia de adicciones, invoca a la última Billie Holliday y profundiza en su propio universo musical, totalmente personal e intransferible. Tom Waits le escribe el tema homónimo y Hal Willner armoniza el repertorio con una producción sombría, resultando una nueva obra maestra que la confirmaba para paladares exquisitos dispuestos a ir más allá de la luz pop. La telúrica revisión de As Tears Go By —confrontando pasado y presente— simbolizaba el cambio y la madurez de manera perfecta. Luego le daría otra vuelva en Negative capability (2018).
Concierto frustrado en Galicia en el 2008
Hija de Eva von Sacher-Masoch, una baronesa austríaca que se casó con un espía inglés durante la Segunda Guerra Mundial, Marianne Faithfull contaba en su árbol genealógico con un tío abuelo, el barón Leopold von Sacher-Masoch, autor de la novela La venus de las pieles, de la que se deriva el término masoquismo. En el año 2008 se anunció un recital suyo en A Coruña que finalmente tuvo que suspenderse por problemas de salud.
Frustró a muchos. En aquella época su figura vivía un inusitado esplendor. Nuevas generaciones de oyentes se acercaban a su obra, atraídos por las virtudes de títulos notables como Before The Poison (2004) e Easy Come, Easy Go (2008). Ahí brillaba rodeada de gigantes. Como aquel Roy Orbison de finales de los ochenta al que honraban Springsteen, U2, Elvis Costello y muchas otras estrellas, en el primero de esos trabajos cantó canciones escritas exprofeso por Pj Harvey, Nick Cave y Damon Albarn. En el segundo versionó clásicos —de Dolly Parton a Morrissey pasando por Sarah Vaughan— junto a Cat Power, Rufus Wainwright, Jarvis Cocker y Keith Richards. No lo necesitaba, pero semejaba que así la comunidad rock colocaba en su justo lugar a una artista muchas veces reducida injustamente a la categoría de novia de.
Continuó sacando álbumes espléndidos — Horses and High Heels (2011), Give My Love to London (2014) y el citado Negative Capability (2018)— superó un cáncer de pecho y una depresión, hizo cine —entre otros papeles interpretó a María Teresa I de Austria en María Antonieta, de Sofia Coppola— y en el 2020 el covid-19 la llevó al coma. Tenía a medio elaborar un proyecto que la haría reencontrarse con aquella chica que quería estudiar literatura. Había grabado recitados de poemas románticos de Lord Byron y John Keats. Su representante se los pasó a Warren Ellis, quien se puso a musicar aquel material sin saber si la artista sobreviviría. Lo hizo, como tantas otras veces antes. Y terminó junto a él el disco, She Walks in Beauty (2021), que pone fin a una trayectoria que ya es historia de la música.