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Todos tocan, menos los del Zaragoza. No es fútbol, sino un juego nuevo. Es muy difícil ver en España un fútbol combinativo de tanta calidad como la que el Deportivo practicó en Zaragoza, con una victoria que deja a los coruñeses en una situación envidiable.
13 oct 2001 . Actualizado a las 07:00 h.Eso sí, nadie en La Romareda se habría extrañado si el Dépor hubiera disfrutado en el descanso de una ventaja de tres o cuatro goles. Pero debido a esa ineficacia goleadora, el cuadro coruñés acabó pidiendo la hora. El equipo de Irureta, que tiene las prestaciones de un Rolls-Royce, posee la contundencia de una apisonadora, pero con un problema, que le cuesta un mundo aplastar. El Dépor va de eslalon en eslalon. Si en Lille era Valerón quien se entregaba a los placeres del ski entre la defensa rival, esta vez le llegó el turno a Diego Tristán. Cuando le sale la jugada es intratable en el área. Buscó el gol y lo encontró después de una soberbia incursión entre la atónita defensa rival. Buena noticia el reencuentro de un ariete con el gol. Pero la realidad dice también que el Dépor sigue perdonando vidas a cadáveres en ciernes. Porque ya es difícil que Víctor le atice a Sundgren, único escollo entre el deportivista y el gol. Como tampoco puede permitirse Naybet la frivolidad de inventarse una espuela irrealizable en las narices del portero maño, en vez de buscar un remate. O porque es increíble lo que falló Tristán, solo, después de un cañonazo escalofriante de Sergio. El propio Diego apagaba posibles incendios cabeceando a la red una preciosidad que Víctor le enroscó en la cabeza. Pero hay que quedarse con lo mejor, el juego. Este Deportivo manda, se impone y, además, practica un fútbol de alta escuela. Llega a impresionar la facilidad con que dominan al adversario fuera de casa -una tortura hasta no hace mucho-, y cómo obligan a jugar al anfitrión al contraataque, como si fuese el equipo visitante. El Dépor se empieza a gustar como peso pesado a domicilio. Las razones de esta superioridad hay que buscarlas en un orden táctico notable de todo el bloque en torno a la medular, que contiene las acometidas locales, y en la facilidad para mover la pelota para salir de la presión sin demasiados agobios. En la claridad de ideas y la facilidad de toque de Duscher, Sergio y Valerón estuvo el secreto del dominio aplastante del Dépor. Eso sí, al final, el gol de Yordi y la expulsión de César pusieron contra las cuerdas a los coruñeses. Un alto precio por no machacar. A lo que habría que añadir, por ejemplo, cargarse de tarjetas absurdamente en faltas sin demasiado peligro.