La Supercopa premia el fútbol de calidad y castiga la dureza

Alfonso Andrade, enviado especial en Valencia

DEPORTES

La expulsión de Ayala en el minuto 2 facilita el sexto título del Deportivo

26 ago 2002 . Actualizado a las 07:00 h.

Calentar el partido es una cosa. Pasarse de rosca, otra. El Valencia ya puede dar las gracias a su central Ayala por segar de raíz cualquier esperanza de su equipo por remontar esta final de la Supercopa de España. La agresión del defensa a Makaay es de juzgado de guardia, y el futbolista argentino llevaba la tarjeta roja grabada en la frente desde que salió al campo. Demasiada calentura para intentar ganar un trofeo que ha premiado la calidad del Deportivo en Riazor. No tiene suerte el central argentino con Roy en Mestalla. O le roba la cartera para marcar -lo hizo al menos en dos partidos- o lo saca del campo a las primeras de cambio. La valentía de Iturralde González para mostrar una justa tarjeta roja liquidó al Valencia en el minuto 2 y puso en manos del Dépor la Supercopa de España, sexto título oficial de los coruñeses en toda su historia. Los blanquiazules han hecho pleno en las cuatro finales que han disputado (dos en la Copa del Rey y tres más en la Supercopa). Al margen de la expulsión inicial, otra de las claves de este partido es cuestión de carencias. Cuando a un equipo tan duro como el Valencia y tan rácano con el gol ya no le sirven las marrullerías ni le valen las trescientas faltas que comete por partido para lograr su objetivo, aparecen las limitaciones. Y pesan como el plomo. La expulsión de Ayala no impidió al Valencia hacer gala de su dureza. Además, sólo a un piradiño se le ocurre atacar al Dépor por el medio con Mauro Silva y Sergio tan pegados a la defensa. Es como entrar a robar por la chimenea en la Casa Blanca. Problemas al principio El Deportivo, descentrado tal vez por los acontecimientos extradeportivos que rodearon al partido, anduvo algo perdido durante la primera parte. Jugó con nervios a pesar de su cómoda ventaja de tres goles y su superioridad tanto numérica como futbolística. El Valencia se le subió a las barbas en algunas fases y eso obligó al Dépor a cargarse de incómodas tarjetas en un partido delicado por la expulsión de un jugador che ya en el segundo minuto. Makaay y Víctor pudieron acabar con el problema en sendos mano a mano con Cañizares que les ganó el portero. El Dépor no logró rematar al Valencia y, con ello, apagar el fuego de un partido que debió quedar resuelto antes del descanso. Fue Valerón, otra vez más, quien echó colonia al partido. Destapó el jarro de las esencias y se convirtió en estigma de los levantinos para demostrar que los partidos no se ganan con bravatas presidenciales de despacho, sino con fútbol de calidad como el que regala a borbotones. Los de casa tardaron diez segundos en cometer la primera falta en la segunda parte. Y Aimar, tres minutos en tirarse dentro del área. La marrullería del argentino en una falta a Molina motivó una fea tángana entre los dos equipos y una durísima carga policial en la grada. Brillantes Scaloni y Víctor en un gol que llegó con el tiempo cumplido para dar la victoria a los coruñeses en los dos encuentros y un gustazo a su afición.