Una oferta del buró de expertos extranjeros del Consejo de Estado llevó a Xulio Ríos a Pekín. No rehúye la crítica y avisa del peligro de revueltas como la de Tiananmen
02 ago 2008 . Actualizado a las 02:00 h.Una oferta del buró de expertos extranjeros del Consejo de Estado trasladó hace año y medio a Xulio Ríos (Moaña, 1958) a China. Comenta los peligros que acechan al régimen con independencia, y ve posible una reedición de revueltas como la de Tiananmen en 1989, que terminó con cientos de muertes y miles de heridos.
«En treinta años de políticas de reforma y apertura, el cambio fue espectacular. China tiene una de las economías más poderosas y este año podría superar a Alemania. Lleva tiempo con un crecimiento de dos dígitos y cuenta con las mayores reservas de divisas del mundo», repasa el analista gallego, licenciado en Derecho.
Desde Pekín, Ríos sigue al frente del Instituto Galego de Análise e Documentación Internacional (Igadi). Y es crítico con varios aspectos del Gobierno chino. «En el índice de desarrollo humano [el coeficiente de la ONU que mide el bienestar] ocupa el puesto 87 sobre 177 países. El tema se agrava por las desigualdades dentro del país», matiza.
El analista de O Morrazo cita alguno de los datos más significativos. «Shanghái tiene un nivel de renta 13 veces superior al de otras zonas. En China conviven algunos lugares que parecen anclados en el siglo XIX y otros casi por delante del XXI».
Aunque en los medios tienen más presencia las reivindicaciones de grupos por los derechos humanos, el director del Igadi cree que el Gobierno de Hu Jintao puede tener más problemas por las desigualdades: «Los desequilibrios son una bomba de relojería que podrían desencadenar crisis políticas y sociales de envergadura. Problemas ya existen hoy. En las últimas semanas hubo disturbios importantes en varias provincias, con masas enfervorizadas que quemaron dependencias de la policía, coches oficiales y sedes del partido. Es una reacción ante el abuso de poder y la corrupción, fenómenos extendidos y cada vez menos tolerados».
La prosperidad de los últimos años mantuvo latente el descontento. «A corto plazo no se va a provocar una rebelión porque el bienestar crece. Pero sí podría haber tensiones sociales y políticas como las de 1989 en Tiananmen», explica.
La democratización pendiente
Más complejo le parece el tema de los derechos. «A China hay que entenderla desde su cultura. Para que evolucione con derechos humanos que consideramos universales hay que comprender sus valores. Cuando los chinos reciben lecciones de Occidente, lo comparan con su historia reciente, cuando sus fronteras fueron abiertas con bombas. Los intelectuales chinos que quieren la democratización consideran que no están preparados para la implantación de golpe del modelo democrático occidental».
Ante la cita olímpica, relativiza sus consecuencias internas. «Organizar los Juegos es en cierto modo un contrasentido. Uno de los trazos de la cultura china es la discreción, y lo que está haciendo es lo contrario, mostrarse al mundo. Está rompiendo la máxima que dice: ''El clavo que sobresale es el que más golpes lleva''», considera Ríos.
Admite las ansias de la sociedad china por ser comprendida, pero recuerda que «desde su fundación vivió cerrada, hasta ver que esa fue la causa de su decadencia». Precisamente considera que la apertura supone la mayor oportunidad. «Su cambio más importante reciente no es la reforma económica, sino su voluntad de relacionarse con el mundo y romper con la tradición milenaria que sitúa al país dentro de la muralla».