La reavivada polémica alrededor de los sobornos en el fútbol español desempolva un enfrentamiento entre dos equipos gallegos la temporada pasada. El Celta cayó contra el Alavés en Balaídos en la última jornada y ese resultado condenó al Racing al descenso a Segunda División B. El presidente del club verde, que se habría salvado con un empate del cuadro vigués, está «seguro» de que los futbolistas celestes se dejaron ganar.
«El Racing está en Segunda B por culpa de los partidos comprados. No se puede demostrar, pero lo sabemos, a través de los comentarios de los futbolistas, que se lo cuentan unos a otros», denuncia Silveira, que exculpa al Celta como entidad y a sus directivos, y clama contra la plantilla por aquella derrota por 2-3 frente al Alavés. El equipo celeste llegó ganando al descanso gracias a un gol de Canobbio y recibió tres tantos en el segundo tiempo.
«En nuestro último descenso hubo muchos partidos irregulares, entre ellos el Celta-Alavés. Estoy seguro, porque los jugadores entre ellos lo hablan, y luego te lo vienen a decir», insiste Silveira sobre una última jornada en la que el triunfo del Racing frente al Castellón por 1-0 no le sirvió para evitar su descenso con 50 puntos.
Ya la temporada pasada, después del tropiezo del Celta, y en caliente, Silveira había lanzado insinuaciones, aunque de menor calibre que las acusaciones actuales. «Lo siento por su presidente [Carlos Mouriño], pero debería segar muchas cabezas», espetó. Y añadió sobre los jugadores célticos: «Tendrán que mirarse al espejo. Se verán esta noche y verán algo que no les gusta».
Acusaciones a clubes
El presidente del Racing conoció casos escabrosos en sus seis temporadas en la época reciente en la Segunda A, casi siempre en la lucha por la permanencia, casi siempre dependiendo de resultados propios y ajenos. «Hay tres o cuatro clubes en España que se dedicaban a comprar todo lo que se movía, como el Córdoba, el Poli Ejido y el Ciudad de Murcia», asegura el responsable del Racing.
Silveira considera que «la sociedad está enferma», y que el deporte profesional es su reflejo, con la cantidad de dinero que mueve. «Hay corrupción en el fútbol, igual que en la política». Considera que en el deporte, sin embargo, «es más difícil de cazar» a los culpables.
Además, recuerda que uno de los organismos encargados de velar por la limpieza de la competición también está manchado por algunos escándalos: «La Justicia y la Federación Española de Fútbol deberían encargarse de perseguir los sobornos, pero esta última tampoco da muy buen ejemplo».
Silveira considera que el motivo para que no haya siquiera grandes denuncias sobre un fenómeno que muchos jugadores y técnicos consideran generalizado es la «dificultad para aportar pruebas». «Aunque se sepa, es difícil demostrar una acusación. Se trata de la palabra del denunciante contra la de otro», asegura.