Era su momento. París, la Ciudad de la Luz, estaba a dos combates de rendirse a los pies de Sara Álvarez. La yudoca gallega estaba firmando una actuación antológica en el Mundial sub-20 y la atmósfera se teñía de oro cuando, en una desafortunada acción, su rodilla pisó el freno tras una llave mal ejecutada por la rival de semifinales. Sara Álvarez ha firmado una temporada para enmarcar. Mantiene un idilio continuo con las medallas y, a pesar de su juventud, ya ha debutado en un Mundial absoluto. El pasado fin de semana, con grandes sensaciones, se plantó en las semifinales del Mundial sub-20 de París. Allí le esperaba una vieja conocida, la ucraniana Iryna Kindzerska. Ambas se habían disputado el cetro europeo en septiembre. Entonces, tras un combate igualado, las sanciones decantaron la balanza en contra de Sara, que se colgó la plata. Un mes más tarde, la venganza deportiva se servía a la sombra de la torre Eiffel. La yudoca gallega saltó al tatami con plena confianza en sus posibilidades, se adelantó con un yuco y, cuando la proeza estaba encauzada, la mala fortuna golpeó de lleno en su rodilla. Una técnica mal realizada propició que Kindzerska no girase la articulación de la gallega. En lugar de eso, se sentó sobre ella y segó su extraordinaria actuación. Las primeras exploraciones determinaron que Sara sufría una luxación de rodilla. La yudoca fue ingresada en un hospital de París, donde permaneció al lado de Iván Carballeira, su preparador físico. Hoy regresa a Madrid, donde le realizarán una resonancia magnética para determinar el alcance de la dolencia. Su entorno ya sabe que los ligamentos anterior y posterior están rotos. En principio, por temor a un trombo, se barajó la posibilidad de que regresase a Madrid en ambulancia. Finalmente volverá por vía aérea en una plaza exclusiva para transporte de enfermos. La rehabilitación comenzará pronto y los Juegos de Londres aún esperan a la gran esperanza del yudo femenino español.