Numerosas deportistas se vieron obligadas a emigrar de Galicia para poder competir en la élite nacional e internacional o simplemente progresar en su especialidad
17 feb 2010 . Actualizado a las 17:08 h.En el siglo XIX la sociedad gallega tuvo en la emigración la única vía de escape para poder paliar su penuria económica. Doscientos años más tarde, los Cantares Gallegos de Rosalía de Castro siguen teniendo más presencia que nunca, al menos en lo que a las deportistas de la tierra se refiere.
Los campos de Castilla siguen siendo el escenario en el que deben ganarse el pan con el sudor de su frente. No son contratos multimillonarios, pero salir de Galicia es la única opción para todas ellas para poder labrarse un futuro en sus respectivas modalidades deportivas.
La falta de apoyos en Galicia, el mayor reconocimiento exterior o simplemente la falta de herramientas para poder jugar a un primer nivel les ha llevado a tomar la difícil decisión de poner kilómetros de distancia con familia y amigos.
Uno de los casos más significativos es el fútbol femenino. La Superliga dispone de 22 conjuntos y Galicia es una de las pocas comunidades que no tiene representante. Y eso que la Federación abrió este verano la posibilidad de que entrara alguno de forma directa.
En cambio, una de las tres mejores jugadoras de España es gallega (Verónica Boquete) y cuatro más (Mari Paz, Vanesa, Joana y Leticia) juegan en diferentes equipos de la máxima categoría. «Lo peor de todo es la morriña», reconoce Joana. «Ojalá tuviéramos algún equipo en Galicia», añade. Una situación que ya ha llevado a futbolistas como Sara González o Natalia Francisco a regresar a casa mediada la temporada, aún significando jugar a un nivel menor que por potencial les corresponde.
Lo mismo sucede con Rocío Loureda, gran promesa del ciclismo nacional, que a sus 19 años compite con un equipo navarro que le está ayudando a seguir progresando como corredora de fondo.
Además de por falta de equipos, otra de las causas que obligan a emigrar es el mayor reconocimiento foráneo. Así, jugadoras de élite internacional como Alejandra Simón apenas gozan de protagonismo en Galicia. La viguesa forma parte de la Liga Mundial de vóley playa y es la actual campeona de los Juegos del Mediterráneo. «Lo peor de todo es que ni siquiera nos conocen», lamenta. En Tenerife dispone de mejores instalaciones y allí ha fijado su residencia. En Las Palmas tiene compañía gallega con Helia González y Patricia Suárez, ambas jugando en Superliga.