El americano se despide a los 36 años de la carrera de su vida con una participación discreta
26 jul 2010 . Actualizado a las 02:00 h.«Me gustaría ser más joven, más rápido, pero no puede ser», dijo Lance Armstrong antes de decir adiós a la carrera de su vida, el Tour. No habrá, como sucedió en el 2009, ninguna posibilidad de que vuelva a la ronda francesa. Casi dos décadas, 18 años de su vida, se cerraron ayer en París de forma muy distinta a la que a él le hubiese gustado. Deja la huella de sus siete triunfos pero sale por la puerta de atrás debido a las dos caídas que sufrió camino de Morzine Avoriaz. Su director, y su amigo, Johan Bruyneel, sigue diciendo que «sin aquellos traspiés hubiese estado peleando por un puesto en el podio».
Andy Schleck no se ha quedado corto al hablar de él: «Estoy contento de haber corrido a su lado». Sin embargo, sí ha habido una batalla que Armstrong ha ganado: la de la reconciliación con el público francés, con unos aficionados con los que nunca tuvo mucha compenetración.
Amor y odio
Fue un ciclista maldito en Francia y se va como un hombre querido, algo que no consiguió con sus siete triunfos en la prueba francesa. Terminó de la misma manera que comenzó en el Tour, en 1993, siendo un integrante más del pelotón. Sus duelos con Jan Ullrich están olvidados. Armstrong quiere volver a su casa lo más rápido posible. Es lo que dice el consejero personal del tejano, Mark Higgins: «Las tres semanas del Tour han sido muy duras para Lance».
Eso sí, volvió a subir al podio puesto que su equipo, el RadioShack, ganó la clasificación por grupos. En París estuvo acompañado por su nueva mujer, Ana, y sus cuatro hijos. Está esperando un quinto. Su vida personal parece que está más centrada, después de muchos escarceos a todos los niveles.
Volverá hoy a Austin (Texas). Va a correr tres pruebas: dos carreras de mountain en Colorado y la Livestrong Challenge de Filadelfia. Ha confesado a sus íntimos que lo que desea de verdad «es desaparecer». Armstrong corrió su primer Tour en 1993. Entre ese año y 1996 abandonó tres veces la prueba antes de padecer un cáncer de testículos con una metástasis que se extendió por buena parte de su cuerpo. Después regresó para ser el tirano de la prueba. Su vuelta en el 2009 se saldó con un tercer puesto en ese Tour.
Siguen siendo un misterio las razones por las que volvió. ¿Por orgullo? ¿Calculó mal? ¿Para animar una vida aburrida? ¿Para recaudar fondos para su fundación contra el cáncer? Se dice que estaba viendo el Tour del 2008, el que ganó Carlos Sastre, y pensó que no era inferior a aquellos corredores. ¿Qué va a hacer ahora? Se hablaba de que tenía intención de dedicarse a la política. Las declaraciones de Floyd Landis sobre su presunto dopaje no le van a favorecer mucho en ese proyecto.
El pelotón de la grande boucle pierde a uno de los integrantes más ilustres. Fue arrogante e implacable. Frió y calculador. Vencedor. Lance Armstrong.