El hombre de los 100 millones de dólares

Mariluz Ferreiro REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

Ficha por Williams el ingeniero de McLaren que espió a Ferrari, un caso que originó la mayor multa de la F-1

15 jun 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Fue el eje de uno de los mayores escándalos de la fórmula 1. Y ahora está de vuelta. Mike Coughlan, el ingeniero que fue sancionado por la Federación Internacional del Automóvil (FIA) y despedido por McLaren en el 2007 por espiar a Ferrari y hacerse con un informe de 780 páginas de la escudería italiana, entonó el mea culpa en declaraciones difundidas por su nuevo equipo. Necesita reconciliarse con el establishment del gran circo. Porque ha fichado por Williams, donde corren Rubens Barrichello y Pastor Maldonado, como jefe de ingenieros. Pero el plan es que sustituya a Sam Michael como director técnico.

«Fue devastador dejar un equipo y un deporte que amo», reconoció. «Me disculpo con todos los que se vieron afectados por mi conducta, especialmente la gente de McLaren y de Ferrari. Me arrepiento de lo que hice y acepto el castigo que me impuso la FIA», agregó. Coughlan recibió una sanción de dos años. Purgó aquel delito lejos de las pistas de la fórmula 1. Cubrió este paréntesis trabajando en el desarrollo de vehículos blindados para el Ejército británico. También probó en la Nascar, pero lo dejó porque le costaba estar separado de su familia.

Sus tribulaciones tienen su origen en el dosier de Ferrari que le pasó su amigo Nigel Stepney, entonces en el equipo italiano. En un mundo de glamur y sofisticación, llama la atención que fuera Trudy, la esposa de Coughlan, la que llevara el informe de Ferrari a la copistería de Woking, donde se encuentra la sede de la escudería británica, para que lo digitalizaran. Aquellos centenares de folios despertaron las sospechas de un empleado del establecimiento y ahí empezó a desenredar la madeja. Incluso fueron llamados a declarar Fernando Alonso, que entonces formaba parte de aquel equipo, y Pedro de la Rosa.

McLaren fue castigado con una multa de 100 millones de dólares, más de 70 millones de euros, la mayor de la fórmula 1, y perdió todos los puntos que había logrado en el Mundial de constructores. Luca di Montezemolo, presidente de Ferrari, se acordó del trabajador de la fotocopiadora de Woking cuando celebró el título.