Desde su lesión, los Timberwolves suman trece derrotas y se han quedado fuera de los play offs
12 abr 2012 . Actualizado a las 09:56 h.La grave lesión que sufrió Ricky Rubio el pasado 9 de marzo en el partido frente a los Lakers de Pau Gasol no solo trastocó los planes de la selección española de baloncesto -el base se perderá los Juegos Olímpicos de Londres-, sino que ha dejado un agujero enorme en los Minnesota Timberwolves. Y es que el equipo de Mineápolis ha entrado en barrena desde aquel choque de Rubio con Kobe Bryant que le hizo perderse la temporada.
Hasta la rotura de ligamentos del base catalán, su equipo estaba al borde de la octava plaza que da acceso a disputar los play off de la NBA. Y es que hasta ese momento, la conexión de Ricky con la estrella del equipo, Kevin Love, mantenía a los Timberwolves con un balance positivo de 21 victorias y 20 derrotas, con un juego que asombraba a todo el mundo baloncestístico. Tras la lesión, Minnesota ha caído en picado, logrando únicamente cuatro victorias en trece partidos y quedándose ya matemáticamente fuera de la fase final de la NBA tras la debacle del pasado lunes ante los Suns. La aportación de Kevin Love -promediando casi 30 puntos en las últimas cuatro semanas- no ha sido suficiente, y la ausencia de Ricky ha pesado como una losa en el conjunto dirigido por Rick Adelman, huérfano de su director de orquesta.
La lesión de la joya de la corona del baloncesto español provocó una conmoción en EE UU. Si hace un mes eran estrellas de la liga como Lebron James, Jason Kidd, Dwyane Wade o Dirk Nowitzki, entre otros, los que lamentaban la pérdida que supone para la liga la ausencia de Ricky Rubio, todavía ahora algunos destacan el vacío provocado por la lesión del base. El último ha sido el dos veces mejor jugador de la NBA Steve Nash: «No solo ha perjudicado al equipo de los Timberwolves en muchos aspectos, sino también a la Liga porque perdió a un jugador con personalidad y una manera muy especial de hacer las cosas en el campo».
Sin fecha de reaparición
A pesar de la gravedad de la lesión, Ricky no pierde la sonrisa: «Tienes que mostrarte fuerte y hacer todo lo mejor que puedas para recuperarte, especialmente en mi caso, que amo el baloncesto, jugarlo, y pondré de mi parte todo lo mejor», aunque sostiene que no es el momento para poner fecha a su regreso a los entrenamientos y, mucho menos, a su vuelta a la competición.
Se desconoce todavía dónde desarrollará el proceso de recuperación, aunque reconoce que le tienta la idea de volver a España: «Lógicamente, la opción de volver a España está en mi mente, sobre todo porque podré reunirme con mi familia, que será de un gran apoyo, pero todavía no hay nada decidido». Tras cuatro semanas obligado a caminar ayudado por muletas, el base español asegura que las está comenzando a odiar.
Ricky Rubio estaba teniendo su debut soñado en la NBA. Desde el primer partido, se convirtió en la sensación de la liga, con su juego alegre y espectacular, sus pases inverosímiles, acallando hasta a los más escépticos. Y es que, hasta su lesión, las apuestas estaban entre él y el base de los Cavaliers Kyle Irving para hacerse con el premio de mejor novato del año.
El base español promedió 10,6 puntos, 4,2 rebotes, 8,2 asistencias y 2,2 robos por partido -la tercera mejor marca de la NBA-. Antes de su llegada, los Timberwolves eran el peor equipo de la NBA y, tras la marcha de Kevin Garnett, la dupla Rubio-Love había devuelto la ilusión a una ciudad acostumbrada a sufrir con su equipo. «Inclusive aunque puedas volver a jugar, tienes la duda de si lo vas a hacer igual que antes o mejor, y ante esas interrogantes debes pensar en positivo y estar seguro de que todo va a ser para mejor», argumentó un Rubio, que quiere volver a deslumbrar.