La estrategia de Scolari y el perfil menor de los de Del Bosque decantaron la final
01 jul 2013 . Actualizado a las 07:00 h.Una España apocada naufragó con estrépito ante Brasil. Sin fuerza, sin intensidad, la campeona del mundo sucumbió en Maracaná. La estrategia de Scolari surtió efecto. Esta vez, la garra y un estado anímico sobrepasaron al ingenio.
Ritmo
Una marcha menos que el rival España arrancó la final sin la fuerza que lo hizo en otras grandes ocasiones. No fue la de las Eurocopas ni la del Mundial. Mostró un perfil bajo que aprovechó el ímpetu brasileño para cortar el fútbol combinativo y aproximarse una y otra vez al área de Casillas tras cada recuperación. Había momentos en los que el público parecía que hacía levitar a los jugadores de Scolari. Los anfitriones sabían que el único camino que tenían para ganar a España era convertir el duelo en un combate físico y consiguieron llevar el choque a su terreno. El gol a los dos minutos, un ejemplo redondo del esprint en el que Brasil convirtió el partido.
Faltas
Cortocircuito a la posesión El oxígeno de la selección española es la posesión, acariciar el balón una y otra vez hasta que consigue encontrar la debilidad en la retaguardia contraria. Sin embargo ayer Brasil armó un cortocircuito a base de faltas que terminó asfixiando al bloque de Del Bosque. Cada vez que Iniesta, el futbolista que hace todo posible, entraba en contacto con el esférico hasta tres hombres lo rodeaban para pararlo. Como quitarle la pelota es misión imposible, recurrían a una patada para evitar que continuase su avance. La magia de España se fue esfumando en cada golpe.
Precisión
Entregas menos certeras Una de las grandes virtudes de los españoles desde que en el 2008 hubiesen iniciado su ciclo triunfal es la precisión a la hora de tocar y tocar hasta la eternidad. Para España el talento está en mover más y mejor que nadie, manejar a su antojo el tempo de cada desafío. Los rivales ya conocen cuáles son las armas del grupo liderado por Del Bosque y se afanan por frenar su despliegue ofensivo. La campeona del mundo combate los planes con entregas milimétricas que rompen cualquier barrera. En el último episodio de la Copa Confederaciones, a los españoles les falló el pulso.
El debate del nueve
Torres no ofreció soluciones Quizás la inclusión de otro centrocampista como Silva o Mata en la posición de delantero habría ayudado a superar la presión inicial de Brasil e incrementaría la eficacia en el movimiento del balón. El delantero madrileño Fernando Torres de nuevo no tuvo su noche, no ofreció soluciones.
Tarjeta
Amarilla a Arbeloa Fruto de uno de esos envíos que cortó la defensa de la canarinha, surgió un contragolpe en el que el lateral derecho Álvaro Arbeloa se vio obligado a derribar a Neymar que entraba en diagonal con enorme velocidad y se quedaba solo ante el portero del Real Madrid. Pudo ser roja, pero se quedó en amarilla. Una amonestación que, de todos modos, lastró la efectividad del lateral, el nombre elegido para medirse con la estrella local. En el segundo tanto, el nuevo jugador del Barcelona aprovechó esa ventaja para retratar las carencias de Arbeloa. Sin la posibilidad del contacto, la presencia del madridista sobre el terreno de juego no parece tener sentido. Del Bosque así lo entendió y lo relevó en el descanso. Entró Azpilicueta.
Campo
El terreno de juego, mejorable Nunca sirve de excusa, pero sí que es cierto que el terreno de juego del Maracaná no estaba en las mejores condiciones para que se desarrollase el partido con el que el planeta fútbol llevaba soñando años. Se levantaba una y otra vez y evitaba que el balón se jugase al primer toque, tal y como le gusta a España.