El Open Británico de golf comienza sin un favorito claro, pues desde que Tiger ganó su último «major», 19 jugadores se repartieron los 24 «grand slams»
17 jul 2014 . Actualizado a las 07:00 h.El US Open del 2008 en Torrey Pines marcó un corte. Ganó Tiger Woods medio cojo, lesionado, antes de pasar por el quirófano. Y su declive posterior abrió una brecha en el golf, un vacío que nadie tiene talento suficiente para ocupar. Desde aquel triunfo, el decimocuarto de su carrera en un major, se disputaron otros 24 campeonatos del Grand Slam, y hubo hasta 19 campeones diferentes. Esa igualdad, que también tiene su encanto, marca el arranque de hoy del Open Británico (Canal + Golf, 10.00) en Hoylake, Liverpool.
Por regularidad, cuatro jugadores trataron de opositar al trono de Woods. Los cuatro que lideraron el ránking, el alemán Martin Kaimer, durante ocho semanas, los ingleses Lee Westwood (22) y Luke Donald (56) y el norirlandés Rory McIlroy (39).
Pero los grandes son otra cosa. En cuatro días la lucha se abre. Westwood y Donald todavía no celebraron su primer major. Desde el bajón de Woods, Kaymer y McIlroy son de los pocos que se anotaron un par. También repitieron Padraig Harrington, Phil Mickelson y Bubba Watson. Al resto, desde ese corte que se establece en el 2008 se les resiste un nuevo grand slam, gente dotada de condiciones como Adam Scott, Justin Rose, Keegan Bradley, Graeme McDowell...
Todos los aspirantes al trono de Woods tienen algo, y a todos les falta algo. Phil Mickelson cuenta con juego e imaginación, pero se hizo profesional con 22 años, ya tiene 44 y ahora arrastra problemas con la justicia estadounidense, que investiga su uso de información privilegiada en operaciones bursátiles. McIlroy tiene talento, garra y espontaneidad. Su compañero norirlandés Graeme McDowell resiste en toda clase de circunstancias con un juego consistente... Pero ninguno consigue encadenar títulos como hacía Woods. Y el golf añora en parte la figura dominante de un favorito, de una gran estrella como pidió McIlroy en abril.
Entre los españoles se encuentran de forma habitual jugadores capacitados para luchar por un puesto entre los diez primeros. Pero el Open Británico es esquivo desde que Seve Ballesteros logró su tercera Jarra de Clarete en Royal Lytham & St Annes en 1988. Sergio García terminó siete veces entre los diez primeros. Miguel Ángel Jiménez también ha rondado la cabeza. Y Gonzalo Fernández Castaño, Pablo Larrazábal y Rafa Cabrera tienen menos experiencia en el tercer grande del año.