El documental Ícaro, protagonizado por su propio director, el norteamericano Bryan Fogel, ciclista amateur interesado en poner de manifiesto la debilidad del sistema antidopaje, abre una serie de cuestiones.
El proyecto inicial, que estrenó hace unas semanas Netflix, era sencillo: encontrar un experto que le diseñase un plan de dopaje idetectable por controles. Nada nuevo, sino fuera porque el experto que se presta a participar en tal proyecto es Grigory Rodchenkov, director del laboratorio de control de dopaje de Moscú, el tercero más grande del mundo.
Y es Rodchenkov quien convierte el documental en thriller. Rusia estaba bajo investigación por la AMA por dopaje sistemático en su atletismo, y estas investigaciones apuntaban a Rodchenkov como responsable del sistema y de su ocultación. Rusia niega las acusaciones que señalan a sus más altas esferas. Dos antiguos responsables de la agencia antidopaje rusa fallecen de forma repentina en dos semanas. Rodchenkov teme por su seguridad y Fogel le ayuda a escapar a EE. UU. desvelará el sistema de dopaje establecido en Rusia para los Juegos de Sochi 2014 y que él mismo había diseñado.
El servicio secreto, el Ministerio de Deportes y hasta el presidente Vladimir Putin se ven implicados en el relato de Rodchenkov, a quien el FBI incluye en el programa de protección de testigos, mientras su familia, todavía en Rusia, sufre el hostigamiento de las autoridades rusas a la vez que les retiran sus pasaportes.
Y es Rodchenkov, con sus luces y sus sombras, quien explica el auténtico significado del deporte cuando es manejado políticamente. Antes de Sochi, la popularidad de Putin en Rusia estaba bajo mínimos. Tras el éxito en Sochi, su popularidad alcanzó máximos históricos. Rodchenkov era el cerebro del sistema de dopaje ruso y de su ocultación en Sochi, al mismo tiempo que director del laboratorio de Moscú y del propio laboratorio satélite de Sochi para esos Juegos.
Por tanto, Rodchenkov era el auténtico artífice en la sombra de ese éxito y es él quien analiza las consecuencias de sus propias acciones: «Me sentí responsable de la invasión a Ucrania. Si Rusia hubiese ganado menos medallas, Putin no hubiese sido tan agresivo».
Fogel intercala en su relato referencias a la novela 1984 de George Orwell, de especial significado para Rodchenkov. Fogel asocia de esta forma los mecanismos del doblepensamiento de la novela al deporte actual. Y es que Ícaro muestra las debilidades del sistema antidopaje actual, las cuales no parecen ser las que Fogel se había planteado al inicio de su proyecto.
El dopaje no es un problema solo de salud o un desafío científico o una intrincada cuestión legal. Las debilidades del sistema antidopaje no son las limitaciones de las técnicas de análisis. Las debilidades del sistema antidopaje o de cualquier otra política de integridad en el deporte radican en quienes regulan y gestionan un deporte al que se asocian determinados valores, mientras que utilizan su evidente influencia social como una forma de ejercer el poder político o económico en beneficio propio.
Enrique Gómez Bastida fue director de la Aepsad, la agencia española antidopaje