Saber y saberlo demostar es valer dos veces dice el refrán. ¿Por eso los grandes campeones tienen algún campo talismán? Seve Ballesteros en Wentworth venció en siete ocasiones incluyendo cinco campeonatos del mundo match play, al igual que Tiger Woods en el world series de Akron, que conquistó ocho veces. Sergio ha vuelto a ganar el Andalucía Masters demostrando una sobresaliente solidez sobre el campo de Valderrama, García ha quedado 12 veces en el top 10 en 13 apariciones en ese bello campo gaditano. Su formidable calidad de «tee» a «green», creatividad y pericia sobre esos enrevesados «greenes» le hacen casi imbatible.
Valderrama es un lugar único para el golf español. Hay que rememorar que fue el primer campo en albergar la Ryder Cup en Europa fuera de las Islas Británicas. Ya han pasado 20 años de aquella Ryder, pero a Olazábal todavía se le pone la piel de gallina recordando aquella épica victoria contra Estados Unidos bajo la tutela del genio y figura «capitán Ballesteros».
He tenido la ocasión de estar en Valderrama en múltiples ocasiones y comentar con distintos jugadores los secretos de este campo. Curiosamente he coincidido con el segundo clasificado, Joost Luiten, el pasado lunes en Holanda, y me ha comentado que es un campo peliagudo el cuál disfruta pero que requiere un extra de paciencia. «Sabes que te van a caer varios 'bogeys' aun pegando golpes buenos». Tiene la extravagancia que «el lugar más idóneo no es siempre el centro de la calle», asimismo requiere imaginación y arte de darle efecto a la bola para redimir las ramas salientes de los miles de alcornoques. Los «greenes» son diminutos, en donde es crucial no fallar por el lado dañino, si no el «approach» es inviable. A su vez tiene desniveles que por la televisión apenas se aprecian, pero que complican el control de distancia. Por esos motivos mencionados es un campo arduo para los jugadores que compiten por primera vez como Jon Rahm, la estrella emergente el cuál ha finalizado en este caso con un paupérrimo +7.