Nunca ha estado tan caliente el panorama en el planeta fútbol. No ya en España, ni en Europa. En todo el mundo. Allá donde uno mire encuentra conflictos de toda índole. Luchas intestinas, peleas globales, guerras, en definitiva, por el poder y por el dinero, que en el fútbol se mueve por miles de millones.
Si la mirada la circunscribimos a España, las balas silban de norte a sur y de este a oeste. Eso sí, Tebas y Rubiales capitalizan los enfrentamientos.
Rubiales, ambicioso él y pleno de testosterona, ha declarado una guerra sin cuartel a la Liga, a la que quiere arrebatar sus competencias (horarios, naming y balón, por ejemplo) y parte de su tarta económica. Rubiales tiene una prisa tremenda por alcanzar cuotas de poder y actúa con una beligerancia como si no hubiera un mañana. Tebas, tan peleón e impulsivo como el adversario, se muestra en este caso más cerebral y defiende lo que él denomina la industria del fútbol, que el mismo ha colocado en un lugar de privilegio.
Pero no es la única guerra. Florentino, con clara ascendencia sobre Rubiales, también va a por Tebas y la Liga, a quienes considera un freno a unos ingresos que él sueña cuasi infinitos. Con Tebas, el dinero se ha repartido más y eso no lo tolera el presidente del Madrid, que lleva al juzgado cada paso que da la Liga.
Si vamos a Europa nos encontramos con la ECA, la Asociación de Clubes Europeos, que lleva años chantajeando a la UEFA con independizarse. Y está obteniendo éxitos ante un Ceferin dubitativo.
Y más allá está la FIFA, con su mundial de clubes, al que se opone frontalmente Ceferin, que ve mermada la importancia de su Champions y, por tanto, en peligro su gran fuente de ingresos.
Lo dicho, el fútbol mueve mucho dinero y poder. Y allá donde hay tales, hay personas que los quieren.