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El Lugo impulsó la carrera del actual técnico del Deportivo, que recuerda con cariño una etapa en la que marcó a varios jugadores
29 feb 2020 . Actualizado a las 19:27 h.«Fue un año extraordinario, maravilloso». Fernando Vázquez concentró en aquellos doce meses felices buena parte de su libro de estilo. El técnico de Castrofeito dirigió hace un cuarto de siglo al conjunto al que se medirá en Riazor. Fue una relación breve de beneficio mutuo, entre un profesor resignado a ser «entrenador de Segunda B» y un club que «estaba en vacas flacas, con muchos chavales canteranos». «La sorpresa estuvo en que luego me llamó el Compostela», repasa el míster, quien saltó a Primera dejando en el trampolín a varios futbolistas que siguen reconociendo lo especial de su labor.
Entre ellos figura el actual delegado del Lugo. José Antonio Pérez Alvite se contaba entre los veteranos del plantel, cumplidos ya los 32. Sostiene la amistad, regada a base de almuerzos conmemorativos, con ese «entrenador dialogante y didáctico» al que califica de «innovador». «También a nivel del empleo de tecnología, por ejemplo. Al principio costó un poco asimilar sus nuevas ideas, pero fue enriquecedor», apunta Alvite. «El paso de Fernando fue muy positivo, a nivel colectivo y personal. El club atravesaba una situación de altibajos, con una gestora tras la dimisión de la junta directiva. Fue un gran acierto ficharlo», resume, añadiendo entre las virtudes del técnico «su proximidad al jugador».
![Imagen del ambiente previo al Dépor-Girona de hace dos semanas](https://img.lavdg.com/sc/aKK-1DCQU7jNVumJ4O0s9bN6CxQ=/x75/2020/02/29/00121582999981039621883/Foto/LM1P42F2_191052.jpg)
Una faceta que se convirtió en clave para otro de los integrantes de aquel Lugo falto de recursos que logró cerrar el curso en mitad de la tabla del Grupo I de la tercera categoría del fútbol español.
En la hoja de servicios de Miguel García solo figuran encuentros hasta noviembre del 94. «A mitad de temporada recibí una oferta profesional y lo llamé a él y a Julio Díaz. Cenamos juntos en Santiago. Acababa de cumplir 30 años y la reunión me hizo decidirme. Fernando me dijo que si aceptaba la oferta me ofrecía seguir vinculado, como delegado o ayudando como conexión con la plantilla. Ya era titulado como entrenador y estar cerca de un técnico así era un aliciente», apunta el entonces zaguero asturiano.
Le tentaba la idea de seguir vinculado al «impulsor de una serie de ideas que nunca habíamos visto a nivel de trabajo táctico. Muchas veces se resalta su faceta psicológica en detrimento de su capacidad táctica, y Fernando ya era un innovador en todos los apartados. En los años 92, 93 y 94 era similar a lo que pudo ser Guardiola en sus inicios. Manejábamos unas variantes durante los partidos que no eran normales. Los entrenamientos estaban destinados a que las alternativas no respondieran a ninguna improvisación». «Tenía la ventaja de ser profesor. Una pedagogía, una didáctica que ya venía con él», añade su viejo pupilo.
Virtud de la que se sirvieron la multitud de chavales que completaron la plantilla lucense durante una campaña turbulenta. A ese grupo pertenecía Martín Murado. «Me cogió en una etapa complicada. Mi primer año sénior, saliendo de juveniles. Fue un cambio muy grande pasar a un equipo semiprofesional. Tengo un recuerdo muy bonito tanto de él como de Manuel Pombo. Fernando apostaba de verdad por la gente joven. Jugué más de 30 partidos cuando lo fácil habría sido recurrir a gente veterana. Le estaré muy agradecido de por vida», afirma el centrocampista, que estiró otros siete cursos su trayectoria en el club.
![Ager Aketxe, en las instalaciones de la ciudad deportiva de Abegondo](https://img.lavdg.com/sc/TSpa93TLKtnk58hpahaOpwCHolg=/x75/2020/02/27/00121582833062807362854/Foto/H27F0055.jpg)
«Hablamos de un innovador en todas las facetas —añade—. Alguien que además se interesaba por tu vida fuera del fútbol. Por los estudios, por tu formación. Iba más allá del entrenador puro y duro. Un amigo más allá del campo».
También para Óscar Cacharrón. Ourensano, antiguo defensa: «Es un tío entrañable. Un técnico con el que es necesario coincidir una vez en la vida. Tuve muchísimos entrenadores y pocos ven el fútbol desde el banquillo. Él lo hacía, era capaz de corregir. Y sin distinguir por edad. Hablaba con cada jugador, también con aquellos que dejaban de contar. Extraña que no haya tenido más éxito; creo que el fútbol ha sido un poco injusto con él». Eso aún puede cambiar.
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