Instalados en las tres primeras plantas de un hotel que se encuentra a 200 metros de la pista, los tenistas no pueden tener contacto con nadie fuera de su equipo ni salir a la calle
16 nov 2020 . Actualizado a las 17:27 h.«Solo nos da el aire cuando salimos del hotel a esperar al chófer», replica Marcel Granollers cuando es preguntado sobre la burbuja construida en Londres para dar vida a las primeras Finales ATP que se han disputado a puerta cerrada. Un torneo sin sol, y no porque se disputen en una Londres otoñal, vestida con el frío y las nubes que reinan gran parte del año en la ciudad británica.
La pandemia ha obligado a que se tomen restricciones extremas en el torneo de maestros y con ellas se ha eliminado la asistencia de público y los jugadores viven inmersos en una burbuja que no les permite salir a la calle. «Casi no vemos el sol», dijo el fin de semana Dominic Thiem. «Apenas tenemos un par de minutos al día para tomar algo de aire fresco», aportó el austríaco.
Los jugadores están instalados en las tres primeras plantas de un hotel que se encuentra a 200 metros del O2 Arena, el estadio localizado a las orillas del Támesis donde se organiza el torneo. El protocolo está establecido para que no tengan contacto con nadie fuera de su equipo o de la organización. Rafael Nadal, por ejemplo, está acompañado en el torneo por sus entrenadores, Carlos Moyá y Francis Roig, su fisio, Rafa Maymó y su mujer, Mery Perelló.
Otro ejemplo sería el del argentino Diego Schwartzman, quien tiene a sus técnicos, Juan Ignacio Chela y Leonardo Olguín, además de a su novia. Pero sus movimientos están limitados. «Al estadio no podemos ir ni andando», apuntó Nadal. Un chófer les espera a la salida del hotel y les transporta hasta el O2. «Una de las cosas que echamos de menos es que nos dé el aire fresco, pasamos del hotel al O2, todo 'indoor'. Solo nos da el aire, cuando salimos del hotel y nos espera el coche», afirma Granollers. Y es que a diferencia de la burbuja de Nueva York, donde el torneo se jugaba al aire libre, los partidos y entrenamientos en Londres se hacen bajo techo, limitando el contacto con el sol a lo que puedan ver los tenistas por la ventana de su hotel y siempre hasta las 16:00/17:00 que anochece en Londres.
Las salidas nocturnas y cualquier contacto con la ciudad está prohibido también, así como las cenas o comidas fuera de la burbuja. «Tal cual es así. Todo se vuelve un poco más aburrido que antes», manifiesta Horacio Zeballos, compañero de Granollers en la modalidad de dobles. «Se hace más pesado», añade el español. «Es cierto que es más aburrido y más duro mentalmente, porque no puedes estar con toda tu familia y no puedes salir a cenar o distraerte un poco de la rutina», apostilla Nadal.
Pero con todo, la constante entre todos los jugadores es el agradecimiento a poder disputar un torneo de estas características en la situación actual. «No nos podemos quejar. Para nada nos podemos quejar», prosigue Nadal. «El mundo está sufriendo muchísimo, así que somos muy afortunados de poder jugar al tenis. Eso es lo que siento. Lo único que puedo decir es gracias por poder seguir haciendo nuestro trabajo y gracias porque tenemos una gran organización y un gran circuito que nos apoya», dice Nadal. «Son las medidas que nos está tocando vivir, así que solo podemos estar agradecidos», explica Granollers. «Es necesario porque estas son las condiciones con las que te sientes seguro. Es la única manera de llevar a cabo un torneo así», expuso Zeballos.