Isidoro Hornillos, presidente de la Federación Gallega de Atletismo: «Siempre generé confianza en la gente»

DEPORTES

Santi M. Amil

Exatleta, gestor deportivo, profesor universitario, asegura que el atletismo forma un carácter y asegura que sigue compitiendo consigo mismo

02 sep 2022 . Actualizado a las 09:04 h.

Isidoro Hornillos (Castronuño, Valladolid, 1957) se expresa como corría: económico, efectivo y elegante. Tras un buen verano para el atletismo hablamos de su deporte, al que veneran todos quienes lo han practicado. A él también se le nota.

—Vuelve el atletismo...

—En relación con mi época yo diría que se ha perdido el miedo a competir con atletas de otras naciones. Parecía que aquí, en España teníamos una carencias insalvables y hoy en día hay una mayor osadía, un conocimiento universal, mayor seguridad. Por eso España, por una cuestión puramente demográfica, brilla en competiciones internacionales. Y somos muy luchadores, lo cual también es un valor, junto al talento y al esfuerzo diario.

—De todos modos, hay rachas. A veces se despunta y otras no.

—Bueno, pero es que no es igual el protagonismo que podemos tener en un campeonato de Europa que en uno del mundo. Pero creo que el atletismo español está en estos momentos bastante equilibrado; tenemos figuras en cualquier disciplina. Hace años estábamos más africanizados, éramos más de fondo, en los tiempos de Mariano Haro, que marcó una época.

—De aquellas era el único atleta que competía con posibilidades en las grandes citas... Pero tampoco ganaba.

—Le faltaba un poco de lo que se llama la aristocracia de las capacidades, que es la velocidad. Él era muy sufridor, con gran resistencia, pero le faltaba la punta de velocidad que al final te da las medallas.

—En el último europeo, a los gallegos nos faltaron las medallas, que ya son posibles.

—Claro, tenemos una medallista olímpica, como Ana Peleteiro; o un finalista olímpico como Adrián Ben. Ellos pueden estar en cualquier podio de cualquier campeonato. Pero hoy día las exigencias son continuas: hay que estar en forma en europeos, mundiales, aire libre... y la fisiología humana no se ha adaptado. Hay que ser selectivo. No puedes estar en forma en todas las citas, porque es imposible. Aunque también entiendo que para muchos el atletismo se ha convertido en un medio de vida y cada oportunidad de ir a un campeonato es una forma de mejorar su cuenta corriente.

—Me imagino que debe ser difícil conseguir talentos para el atletismo. Al contrario que para el fútbol.

—Es difícil, sí. A veces, desde la propia familia se induce hacia un deporte determinado que, si las cosas van bien, puede solucionar su vida, y la de la familia también. El atletismo es un deporte muy agonístico, muy a largo plazo y que exige mucho talento. Eso sí, desde el punto de vista de los ingresos que se puedan tener, nuestro deporte no tiene ni punto de comparación con otros deportes colectivos. Además, esta sociedad hedonística en la que vivimos choca con un deporte que requiere una disciplina espartana.

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—Y supongo que tampoco será sencillo encontrar entrenadores, instalaciones...

—Lo importante es el factor humano: el deportista y su entrenador, ese binomio es determinante. Si un chaval tiene talento para correr en cualquier aldea remota, seguro que destacará fácilmente, pero si hace salto con pértiga, o alguien le detecta el talento o se puede perder. Necesitamos potenciar mucho más la figura de los entrenadores especialistas.

—¿Diría que el atletismo forma un carácter especial?

—Yo puedo decir que mi personalidad ha estado muy condicionada por las experiencias que he vivido en el atletismo. Es un rasgo del deporte en general. Lo que ocurre es que en este deporte no tienes un compañero que un día está inspirado y hace que el equipo gane. Aquí, si tú estás mal ese día, no te salva nadie. Quizás nuestro propio carácter hace que elijamos un deporte individual y no un deporte colectivo.

—¿Y usted sigue corriendo?

—Por supuesto. Me pilla en pantalón corto. Hago deporte, pero a nivel saludable. Ya tengo una edad. No compito, pero sí conmigo mismo: con la disciplina, con el esfuerzo y con procurar cuidarme.

—Aún tiene algún récord vigente.

—Sí, el récord gallego de 400 metros y el de España de 4 por 200. El primero lleva vigente desde 1979.

—El 400 es una prueba muy difícil.

—Sí, es muy dura, porque es de velocidad prolongada y provoca un nivel de lactacidad en la sangre enorme y a veces ese nivel de esfuerzo, el público no lo entiende. Cuando estás en los tacos sabes que, 45 segundos después del disparo, vas a estar destrozado muscularmente. Pero bueno, esto se entrena.

—¿Es cierto que un martillo le impidió competir en unos Juegos Olímpicos?

—Sí. Iban a ser mis segundos Juegos, en 1984. Tenía ya la marca mínima; quedaban menos de ocho semanas y fui a competir a Santiago a una liga de clubes. Estaba calentando en la pista y un martillo lanzado, con una jaula demasiado abierta, me golpeó en el pie. Desde el momento del impacto me di cuenta de que era muy grave. Fue una frustración brutal, pero lo tuve que superar y eso me hizo más fuerte en la vida. Pero tardé mucho tiempo en recuperarme.

—Usted ha sido atleta, gestor, profesor, no sé si entrenador.

—Sí, también. Y es una faceta que me apasiona. Siempre he generado confianza en la gente y eso me ha llevado a adquirir responsabilidades que me han conducido, a veces sin pensarlo, a cargos, puestos... Y cuando vi que no podía cumplir con mis compromisos con los atletas dejé de entrenar.

—¿Donde disfrutó más?

—Como atleta, sin duda.

—¿Celta o Dépor?

—Más bien del Dépor, porque estuve fichado por ese club toda mi vida. Y tengo la medalla de oro y brillantes del club.

—¿Y le gusta el fútbol?

—Me gusta. Y si dan un buen partido me siento con una cerveza a disfrutarlo.

—Una cerveza...

—Yo soy de los clásicos. No mata el veneno, sino la dosis. Una cerveza es una dosis tan pequeña que se puede tomar sin problemas.

—Defínase en pocas palabras.

—Soy bastante autocrítico, exigente, tiendo a ser innovador, inconformista y me gusta cumplir con lo que digo. Y, por supuesto, soy imperfecto.

—Leí que le gusta escribir.

—Sí, es otra de mis grandes pasiones, me reconforta. Si volviese a nacer practicaría más esa habilidad.

—¿No tendrá una novela en el cajón?

—No, no. Habiendo tantos buenos escritores no voy yo a bajar el nivel, je, je.

—¿Sabría hacer una tortilla de patatas?

—Por supuesto. Mi madre era una gran cocinera. Aprendí muchas cosas de ella, sobre todo cosas básicas.

—¿Nunca le tentaron para entrar en política?

—Tuve alguna oferta, pero fue una buena decisión rechazarla. Ya lo decía Franco: «Haga usted como yo, no se meta en política», ja, ja. Creo que fue una buena decisión.

—Una canción.

My Way, de Frank Sinatra.

—¿Lo más importante en la vida?

—La familia, los seres queridos. Hacerlos felices es contribuir a que la sociedad sea mejor.