Damián Canedo: «Fichar por el Compos no ha sido un paso atrás»

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Damián Canedo protege el balón ante Dani Vidal, del Polvorín, el pasado domingo.
Damián Canedo protege el balón ante Dani Vidal, del Polvorín, el pasado domingo. PACO RODRÍGUEZ

El Celta lo reclutó como cadete, el Barcelona, en el que compartió vestuario con Gavi, se lo llevó de juvenil, y ha vuelto a su casa para intentar ascender al Compos

22 mar 2023 . Actualizado a las 09:35 h.

Cuando tenía cuatro o cinco años, y jugaba todavía en el Amio, Damián Canedo Midón (Santiago, 2003) ya devoraba los colores del Barcelona. «Desde pequeñito hacía bromas con mis compañeros y mis amigos de toda la vida. Les decía que algún día jugaría allí». El Xuventude de Oroso lo convenció tras un torneo de la Arousa Cup. Era todavía infantil. Allí coincidió con Darío Martínez Germil, el espigado delantero con el que ahora ha vuelto a encontrarse en el Compostela. Canedo ya despuntaba como central zurdo. Una tarde, Gonzalo Goyanes, técnico de base en Oroso, le dio la noticia. «Estábamos jugando un partido amistoso contra la selección gallega y, al acabar, me dice: ‘oye, Dami, que el miércoles te vas con el Celta'. No me lo creía. Mis padres son muy celtistas, ya te imaginas la ilusión que les hizo», dice.

«El primer año en Vigo, con las lesiones, me costó adaptarme. No lo llevé muy bien. El segundo fue una pasada, a nivel individual y colectivo. Teníamos un equipazo», cuenta. En aquel conjunto cadete del Celta se juntó con una generación brillante. «Jugaba con Sotelo, Hugo Álvarez, Miguel Rodríguez, Tincho... Tuve muchísimos minutos, ganamos la liga, y marqué siete u ocho goles, todos de cabeza». Sonríe al recordarlo. La complexión, por encima del 1,90 de estatura, acabó siendo clave.

Tres años en La Masía

Canedo se había mudado de la residencia del club en Pontevedra a la de Vigo —que en su primer año estaba inoperativa por obras— y era feliz en el Celta. Pero, a la conclusión de su segunda temporada en A Madroa, su agente le esperaba con su sueño empaquetado. La opción de irse al Barcelona, con la que hacía bromas de pequeño, era una realidad. «La ilusión que me hizo fue brutal. Quién me iba a decir a mí que iba a poder vivir eso con 16 años. De repente, los jugadores a los que admiraba por la tele, como Messi o Luis Suárez, los tenía cerca, me hacía fotos con ellos. La experiencia fue única. Me costó la distancia, verme lejos de mi gente, pero crecí muchísimo esas tres temporadas en La Masía como persona y como jugador, al lado de grandes compañeros», señala.

Canedo, a la derecha de Messi, con varios de sus compañeros en La Masía
Canedo, a la derecha de Messi, con varios de sus compañeros en La Masía

«Cuando llegué, yo era juvenil de primer año y Gavi cadete de segundo, pero se entrenaba siempre con nosotros. Lo que se ve ahora, ya lo tenía de pequeño. Era un guerrero, se llevaba todos los duelos, con una calidad increíble. Es un compañero al que le tengo mucho cariño. Pasé bastante tiempo con él, y nos echamos muchas risas juntos. Luego fue ascendiendo muy rápido», rememora.

La pasada temporada, el Barcelona juvenil en el que militaba Damián ganó su cuarta Copa de Campeones. Llevaba once años sin levantar el título. Canedo jugó media hora de la semifinal en la que, cosas del destino, le tocó enfrentarse a los mismos compañeros que había dejado en Vigo tres años antes. «Compartimos hotel y me alegré mucho de volver a verlos. Fue un partidazo, la pena es que no fuera la final porque bien lo hubiese merecido». Damián, que debutó también en la Youth League contra el Bayern de Múnich, fue cediendo minutos y perdiendo protagonismo ante una competencia dura. 

Damián Canedo, en el centro, junto a Gavi, a la izquierda, durante su etapa en el Barcelona
Damián Canedo, en el centro, junto a Gavi, a la izquierda, durante su etapa en el Barcelona

«Necesitaba ganar confianza»

«El último año en Barcelona no jugué todo lo que me gustaría y, quieras que no, la confianza bajó mucho. Cuando terminó la temporada, tenía claro que lo quería buscar era precisamente eso», reflexiona. Tras un despegue meteórico, llegó el momento de dar el primer paso como profesional y Damián prefirió asentarse en su casa, el sitio del que se había ido alejando —aunque el contacto con su familia siguió siendo muy estrecho— desde que era un adolescente. «Se lo dije a mi agente. Yo pensaba que lo mejor para ganar confianza era estar cerca de mis padres y de mis amigos, en un sitio en el que pudiera ganar muchos minutos. Y está claro que acerté», mantiene. En el Compos, con el que tiene un año más de contrato, lo ha jugado casi todo.

Damián se ha sacado ya el nivel 1 de entrenador. Los miércoles por la tarde instruye a un grupo de niños. «Quiero seguir formándome», avanza. «Por supuesto que este no ha sido un paso atrás. El Compos es un primer equipo, un club histórico, que tiene un caché, que jugó en Primera División. Es mi primer año como sénior y vine a intentar ascender, todo el mundo sabe que es un equipo que debe estar más arriba y además es mi casa. Tengo 20 años y estoy aprendiendo muchas cosas nuevas aquí», destaca. Con un sueño cumplido, Canedo ha vuelto a por otro.