Pablo Terroba: «Fernando Alonso me enamoró de la fórmula 1, pero quiero ganar el Mundial con Red Bull»

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El gallego, ingeniero químico de ExxonMobil, ejerce como analista de combustible y lubricante en el garaje de la escudería austríaca
02 dic 2024 . Actualizado a las 22:38 h.Mientras España vuelve a ilusionarse con la posibilidad de ver a un compatriota en lo más alto de un podio, un gallego celebra y es parte del éxito de un equipo Red Bull infalible al frente del campeonato mundial. «Yo también me enamoré de la fórmula 1 al ver a Fernando Alonso ganar dos Mundiales con Renault o su lucha con Hamilton en McLaren. Ahora estoy muy feliz de vivirlo desde dentro y, al margen de mi ilusión personal, tengo un objetivo claro que es ser campeón del mundo de constructores con Red Bull», confiesa Pablo Terroba Seara (Viveiro, 1993), un ingeniero químico que ejerce como analista de combustible y lubricante en el garaje de Max Verstappen y Checo Pérez.
«Si los resultados continúan como hasta ahora, con nosotros ganando y Alonso, tercero, seré el más feliz del mundo», añade un joven que, un año después de firmar su primer contrato con ExxonMobil, se ha convertido en uno de los dos racing technical advisor que acompañan en las carreras a Red Bull y Alpha Tauri.
«Fuimos los dos analistas a Baréin, Arabia Saudí y Australia porque todavía me estaban formando y, a partir de ahora, nos repartiremos. Cada uno de nosotros irá a la mitad de los circuitos», explica un viveirense entusiasmado por sus tareas en el gran circo del automovilismo. «Somos unos 120 trabajadores en el box. Estamos al lado de Verstappen, Checo, Newey, Horner... Incluso tocamos el coche para tomar muestras. Aunque es cierto que hablamos más con ingenieros y mecánicos, ellos siempre están muy rodeados y controlan mucho el tema de los social media», cuenta.
Terroba dice sentirse «como si a un niño le das un caramelo» dentro de un mundillo donde le sorprende la cantidad de personas que atienden a labores muy precisas para que su monoplaza sea el más rápido: «Todo está muy medido, desde las funciones de cada trabajador a qué pasa si hay que hacer una estrategia u otra. Este último fin de semana en Australia hubo tres banderas rojas y ver cómo se mueve la gente de todos los equipos con todas las cosas que necesita el coche en ese momento es increíble. Todo el mundo sabe qué tiene que hacer y, para alguien que está empezando como yo, es muy impactante».

Mediciones tras cada sesión
Pero, a pesar de su entusiasmo, Pablo Terroba no va de juerga a los circuitos. Allí le toca ser una de las múltiples piezas que contribuyen a que el neerlandés Max Verstappen sume de 25 en 25 hacia la gloria de su tercer Mundial. «Viajo con el equipo y les ayudo a analizar todo el lubricante —aceite del motor, de la caja de cambios y el hidráulico— y el combustible», cuenta. El viveirense se pone manos a la obra cuando los monoplazas comienzan a rodar el viernes y no para hasta el domingo tras la carrera: «Analizamos el aceite de motor y la caja de cambios tras cada sesión, tanto en los libres como en la clasificatoria y la carrera, extraemos datos y los compartimos con el equipo y apoyamos. Lo mismo hacemos con el combustible cada vez que se vacía y llena el depósito para comprobar que cumplimos todos los parámetros de la FIA».
El ingeniero de ExxonMobil, además, se lleva deberes a su domicilio en Praga. Desde la capital de la República Checa se encargan de todo el proceso logístico, desde la sintetización hasta la llegada al circuito y posterior recogida del combustible y lubricante que emplean los coches de Red Bull y Alpha Tauri, así como de asegurarse de que no surjan contratiempos.
«Hace dos años estaba en Viveiro y jugaba al fútbol en el Xove Lago, esto es un sueño»
Pablo Terroba estudió el Grado en Ingeniería Química en la Universidade de Santiago de Compostela (USC) y, posteriormente, completó en la Universidad de Bolonia, en Italia, un máster en Sostenibilidad de Biotecnología. «He vivido en seis países, aparte de España, y hablo cinco idiomas. Eso abre muchas puertas», relata un profesional que, poco después del estallido de la pandemia, tras trabajar en Bruselas, regresó a Viveiro. «Pasé allí unos meses. Volví a jugar al fútbol en el Xove Lago. Si lo piensas, el cambio es brutal, esto es un sueño», proclama.
La oportunidad de ser parte del Mundial de fórmula 1 llegó poco después de que en febrero del año pasado se mudase a Praga para comenzar a trabajar con ExxonMobil. «Tenía un puesto de trabajo que no tiene nada que ver con esto. Tuvimos un mitin para conocernos presencialmente y me enteré de que existía esta tarea de analista técnico en carrera, así que, cada vez que nos reuníamos insistía a mi jefe en que crecí viendo a Alonso, en que soy un enamorado de la fórmula 1 y, si pudiera unir mi pasión y mi trabajo, sería la persona más feliz del mundo».
Cuando uno de los dos puestos de analista quedó libre, su supervisor lo propuso como candidato. «Me postuló para la plaza, apostó por mí. Le estoy muy agradecido, tanto a él como a toda la gente que me ayudó a llegar hasta aquí», señala un viveirense «muy feliz» dentro de un mundillo donde la británica continúa siendo la nacionalidad mayoritaria.
Muchos adolescentes españoles durante los años más gloriosos de Alonso viven hoy la fórmula 1 desde dentro, aunque Pablo Terroba trata de negar la victoria 33 al piloto asturiano de Aston Martin que fue su primer ídolo en el automovilismo.
